El incorregible afán de Felipe Calderón, y de sus más conspicuos secretarios, de ver todo color de rosa es una demostración fehaciente de su total falta de respeto al pueblo de México. Suponen, equivocadamente, que todo lo que dicen se lo cree el ciudadano común, así que no tienen empacho en decir todo tipo de sandeces, al fin y al cabo los desmentidos ni los escuchan ni mucho menos los sopesan. Ellos viven en su mundo ideal, disfrutando las delicias del poder; tanto, que no tienen una mínima intención de abandonarlo. Se aprestan ya para lo que haya que hacer con tal de continuar ejerciéndolo.
Quien se lleva las palmas en eso de decir estupideces, no cabe duda, es el titular de la Secretaría de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo. Apenas se está pasando el escándalo producido por alguna declaración absurda, cuando ya está diciendo otra igual o peor de indignante. Claro está que su jefe es quien les pone el ejemplo, pero tal parece que hay una competencia por ver quién lo supera. Lo que llama más la atención es que entre quienes podría estar el candidato para las elecciones de 2012, se encuentran los más impulsivos para emitir declaraciones.
Es probable que se trate de una estrategia preconcebida para mantener ocupada a la opinión pública: en vez de que se analicen los asuntos más dramáticos, que son muchos en este sexenio, se comente la insustancialidad de las declaraciones de los secretarios. Lo cierto es que mucha más tinta y muchos más comentarios en los medios electrónicos generan las declaraciones de Cordero, que la extraordinaria descomposición social que se vive en la mayor parte del territorio nacional, cuyas consecuencias para la economía son devastadoras, aunque el secretario de Hacienda diga lo contrario, imitando a su jefe, quien con la mayor desfachatez afirma que “vamos por el camino correcto”.
Llega a extremos inconcebibles, como afirmar que México dejó de ser un país pobre, o que 6 mil pesos mensuales alcanzan para que una familia viva holgadamente, o que ahora con el salario mínimo se pueden comprar más satisfactores que hace 10 años, cuando la realidad indica tajantemente lo contrario, cosa que confirman analistas económicos. Los especialistas del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México apuntan, en su más reciente estudio, que la “canasta alimenticia recomendable” pasó de 80.83 pesos que valía en diciembre de 2006, a 156.76 en abril de 2010, un aumento acumulado de 93 por ciento en el rubro de alimentos. ¿Acaso los combustibles, entre ellos el gas doméstico, no sufren incrementos mensuales?
Para gente con mediana información, es inconcebible que haya funcionarios, que se supone tienen un alto nivel técnico, que pueden decir tantas barbaridades y sigan tan campantes. Es el caso también del secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, quien sin inmutarse afirmó que los mineros accidentados en el pozo de Sabinas, Coahuila, murieron porque no se había aprobado la reforma laboral, o bien que regañe a un grupo de legisladores porque cumplen su función de vigilar las tareas del Ejecutivo, tal como lo ordena el artículo 73 constitucional, diciendo que “están para legislar no para obligarlos a comparecer ante ellos”.
Sin embargo no pasa nada. El país se está cayendo en pedazos, por la incapacidad del “gobierno” panista para ejercer su trabajo, pero no hay una crisis política inmanejable, como sí la habría en cualquier otra nación por mucho menos de lo que aquí está sucediendo. Esto se debe, en buena medida, al apoyo muy costoso que recibe Calderón de los medios electrónicos, principalmente Televisa y Televisión Azteca, los cuales se encargan de enajenar a la sociedad, inmovilizarla y obligarla subliminalmente a desatenderse de las cuestiones fundamentales del país, que debieran importarles de manera prioritaria.
Dichos medios llegan a extremos absurdos, como el spot radiofónico donde se dice que la situación del país cambiará radicalmente si toda la gente, a las doce del día, se pone a imaginar que ya no hay violencia, que vivimos en una nación con valores familiares, donde la paz es posible. Lo asombroso es que haya radioescuchas que se lo creen. Por eso Calderón puede afirmar que vamos por el camino correcto y Cordero decir que nunca habíamos estado tan bien como ahora. Tal sarta de mentiras tiene un solo propósito: justificar las acciones que haya que poner en práctica para continuar en el poder después de 2012. Ahora sí, el Partido Revolucionario Institucional comienza a preocuparse, al ver que sus “compadres” no habrán de respetar el acuerdo no escrito de abandonar Los Pinos para regresar ellos, los priistas. Les dieron ya una probada de su propio chocolate con la aprehensión de Jorge Hank Rhon, el “quinazo” del sexenio.
*Periodista
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