Hoy se cuentan por miles las cámaras que vigilan el ir y venir de los ciudadanos en casi todas las ciudades del mundo. Sean dictaduras o famosas democracias, los gobiernos cada vez invierten más en la videovigilancia. En la ciudad de México, por ejemplo, que es gobernada por un “gobierno de izquierda”, la videovigilancia ha funcionado más para vigilar a manifestantes de oposición y marchas de inconformes, que para solucionar secuestros, homicidios y asaltos que dejan en evidencia por lo menos una mala planeación. El anonimato y la privacidad –a la cual todos tenemos derecho– han sido relegados y menospreciados como un derecho humano y poco a poco son calificados como enemigos sociales.
El desarrollo de la tecnología sigue avanzando. Por ejemplo, en 2009 una Webcam de Hewlett Packard, diseñada para identificar rostros, sólo podía hacerlo con personas de tez blanca, mientras que a la gente de piel negra era imposible ver sus rostros. La justificación que dieron los fabricantes, es que se requerían mejores condiciones de iluminación para funcionar correctamente con todas las personas y colores de piel.
Para el 2011, la unidad de reconocimiento facial de Toshiba UTRF1 permitía ya identificar a las personas en 5 segundos, no importaba si usan barba o lentes, maquillaje o si eran viejos o jóvenes y tampoco importaba el color de piel. El algoritmo se basaba en 14 puntos antropométricos del rostro y estaba disponible para cualquier empresa, por lo que no sólo los gobiernos cuentan con capacidad de identificar rostros y generar una gran base de datos de las personas.
Desde hace tiempo, Facebook incorporó un mecanismo de identificación de rostros, lo que le permitió sugerir a sus clientes etiquetar a sus conocidos automáticamente con las fotografías. Lo mismo se hizo con la red social de fotografías en Yahoo, Flick. Y en un ejemplo más reciente, la aplicación rusa Find Face ha generado mucha expectativa, al utilizar un algoritmo de reconocimiento facial y aprendizaje para buscar a cualquier persona en la red social rusa, conocida como el Facebook llamado Vkontakte.
Imagina que vas por la calle o en el Metro, viajas del trabajo a tu casa y alguien te toma una fotografía sin que te des cuenta; con ella es posible localizarte en dicha red social y conocer más sobre tu vida privada y, si no tienes mucho cuidado con las configuraciones de seguridad o si aceptas su solicitud de amistad, conocería más de ti de lo que tú mismo quisieras. Sobre todo porque no sabes quién es ni las intenciones que tenga.
Cualquier extraño puede ubicar a una persona que le interese mediante su cuenta en la red social Vkontakte, que ya tiene más de 100 millones de usuarios, y que si bien puede ser privada, seguro se encontrará la forma para poder ser aceptado mediante una cuenta falsa, por ejemplo, cosa muy habitual entre novios y también para espiar a sus exparejas. Seguramente no pasará mucho tiempo para que haya una aplicación similar a Facebook.
En contrasentido, hay un proyecto más bien conceptual para defenderse de esa calle invasiva, Adam Harvey presentó el CV Dazzle, que muestra diferentes formas de confundir a las cámaras para evitar la detección de rostros, e incluye pintarse triángulos en la cara o mechones de cabello de forma asimétrica, definitivamente algo muy conceptual y poco común en el grueso de la población. Otras formas conocidas es instalar un pequeño foco led en una gorra, casi imperceptible para las personas, pero que genera un resplandor que impide a muchas cámaras registrar los rasgos del rostro. Algo también inusual.
Como si no fuera suficiente y después de la vergüenza que el chatbot Tay le hizo pasar a Microsoft, se presenta CaptionBot, que es otro experimento de inteligencia artificial que busca reconocer quién es la persona de la fotografía que se le muestra, así como indicarlo con un pie de foto. Después del experimento, se quedará con las fotografías en su base de datos, así que hay que pensarlo dos veces antes de subir las de toda la familia y conocidos para alimentar a Big Data, esa gigantesca cantidad de información digital que parece abarcarlo todo.
Al ritmo que vamos, algún tipo de burka será la única forma eficiente de mantener el anonimato cuando transitamos por la calle y frente a las cámaras del gobierno, de empresas, de blogueros, de redes sociales y hasta de criminales que nos espían.
Mediante un decreto publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 12 de febrero de 2013, se creó el órgano desconcentrado denominado Agencia de Gestión Urbana de la Ciudad de México y contará con 7 mil nuevas cámaras de videovigilancia, más unas 500 unidades para reconocimiento de placas. ¿Y la privacidad, cuándo la perdimos?
Contralínea 485 / del 25 al 30 de Abril, 2016
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