Moscú. Rusia cumplió 2 años de acciones bélicas contra los grupos extremistas en Siria, donde deja mal parada a una coalición internacional dirigida por Estados Unidos, incapaz de demostrar en la práctica sus anuncios antiterroristas.
Cuando Damasco llamó a filas a Moscú para el apoyo con su fuerza aérea, las tropas gubernamentales estaban casi orilladas entre Damasco y Latakia, pese a supuestas operaciones de una coalición internacional contra el grupo Estado Islámico (EI).
Ahora, cerca del 89 por ciento del territorio sirio se encuentra recuperado por el gobierno de manos del EI y otras formaciones afines, que en el último quinquenio recibieron respaldo permanente desde el extranjero.
Más de 1 año de acciones de una coalición internacional, integrada por unos 60 países y encabezada por Estados Unidos, lejos de destruir y lograr el retroceso de los terroristas, como anunciaban, permitieron su proliferación y fortalecimiento.
La entrada de la Fuerza Aeroespacial (BKS) rusa en la confrontación siria, el 30 de septiembre puso al descubierto la hipocresía de Occidente al anunciar una misión antiterrorista, sin que ello tuviera la anuencia del gobierno sirio.
Uno de los canales principales de financiamiento de las formaciones terroristas, en especial el EI y el Frente Al Nusra, era el tráfico y venta ilegal de petróleo, obtenido en pozos petroleros bajo su control.
Al entrar en el conflicto, Rusia se propuso, entre otras cosas, la destrucción de esa vía de suministro.
Tras 2 años de operaciones, la fuerza aérea de este país destruyó 212 pozos petroleros en manos de los terroristas, 184 refinerías y 132 estaciones de bombeo de gasolina para camiones cisternas, según el Ministerio de Defensa.
En total, fueron 96 mil los objetivos terroristas eliminados por la agrupación aérea rusa en Siria que incluyó a bombarderos SU-24M, aviones de asalto SU-25SM, modernos bombarderos SU-34, cazas SU-30SM y los nuevos SU-35.
A ello se unieron las acciones de los bombarderos estratégicos TU-95SMS y TU-170, los helicópteros MI-24, MI-35, MI-8AMTSM, MI-28N y KA-52, así como buques y submarinos de las flotas del Norte, mar Negro, Báltico y la flotilla del Caspio.
Desde las embarcaciones rusas fueron lanzados decenas de modernos cohetes alados Calibre que, junto con el resto de la BKS, eliminaron 8 mil 332 puestos de mando terroristas, 17 mil 194 puntos de apoyo y 970 campos de entrenamiento.
En 30 mil vuelos, la aviación de combate rusa efectuó 92 mil ataques aéreos, en la primera operación de envergadura de las fuerzas armadas en el extranjero desde la desintegración de la Unión Soviética.
El precio a pagar por formar un frente adelantado contra el terrorismo, que podría en algún momento amenazar el propio territorio ruso, fue el de 30 militares, incluido el teniente general Valeri Asapov, el asesor de mayor rango en Siria.
Pero Rusia acompañó la eliminación de los grupos terroristas, que incluyó la liberación de la parte oriental de la ciudad de Alepo y la histórica Palmira, con la labor de su Centro de Reconciliación, que se encargó de la ayuda humanitaria.
Además, el mencionado centro coordinó la labor de zapadores rusos que en 2 años desminaron 5 mil 295 hectáreas, donde destruyeron 60 mil 384 artefactos explosivos, sobre todo, en Alepo.
Una tercera dirección de la estrategia de Moscú en Siria fue acompañar el combate contra el terrorismo con un proceso de negociaciones entre los grupos armados de la llamada oposición moderada y representantes del gobierno sirio. Astaná, capital de Kazajstán, se convirtió en la sede de esas pláticas que después de seis rondas, en medio de una tregua pactada el 30 de diciembre de 2016, logró avances como el funcionamiento de cuatro zonas de distensión en Siria.
Moscú propuso, incluso, el borrador de una Constitución para un periodo de transición política, para el cual en Astaná se prepararon acciones concretas, muy diferente a lo ocurrido en las conversaciones de Ginebra, iniciadas por Occidente.
En la ciudad suiza, por mucho tiempo no se pusieron de acuerdo las representaciones de la oposición siria, lo cual obró en todo momento contra el éxito de las negociaciones.
De cualquier forma, las acciones en el terreno en apoyo a las tropas sirias, incluido el importante desbloqueo de la ciudad de Deir Ezzor, en la provincia del mismo nombre, pareció cambiar el tono de las conversaciones en Astaná.
Rusia también logró consolidar un triunvirato con Turquía e Irán para unir esfuerzos en la búsqueda de una solución real al conflicto.
Moscú, Ankara y Teherán pusieron a punto su cooperación durante la operación para evacuar a más de 2 mil miembros de grupos armados y sus familias de la parte oriental de Alepo, en diciembre pasado, cuando se pactó la tregua en toda Siria.
Las acciones en Siria llevaron, además, a un mayor acercamiento, no sin ciertas reservas, entre Rusia y Turquía, una alianza para nada conveniente a Estados Unidos.
Uno de los puntos más preocupantes para Washington fue la propuesta de Moscú para vender a Ankara varias baterías de los modernos sistemas anticoheteriles S-400, algo que ya se empieza a materializar.
En 2 años cayeron leyendas como las del supuesto combate contra el EI de Occidente, de lo cual dieron fe pruebas presentadas por Rusia, y quedó al descubierto la verdadera cara del antiterrorismo en Siria.
Antonio Rondón/Prensa Latina
[OPINIÓN]
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