Trump allá y Andrés Manuel acá, están en la mira del ejercicio pleno de las libertades de prensa, como derechos con sus garantías para que prevalezcan contra viento y marea de los arranques y tentaciones (respectivamente al estadunidense y al mexicano) de embestir a esas libertades conquistadas duramente hasta por revoluciones, o tantear el terreno para ver si debe dictar medidas (el tabasqueño dando línea para reinstalar a dos comunicadores y marcarlos con el herraje lopezobradorista, en lugar de sólo someterse a los Artículos 6 y 7 Constitucionales).

Hay que echar mano del refrán: Te lo digo a ti mi hija, entiéndelo tú mi nuera, porque el tal Trump –de familia inmigrante– y López Obrador entiendan que esas libertades “no cayeron buenamente del cielo”; sino que estadunidenses en 1774-1776 y mexicanos en 1810, 1857 y 1910 implantaron el derecho a la libre expresión oral y escrita para, sobre todo y ante todo, ejercer la crítica a los gobernantes en cuanto enseñen los dientes –como Trump–, y no ratifiquen, con solemne juramento constitucional, que acatarán los que los pueblos sembraron y cosecharon para, democrática y republicanamente, someterse al Estado de Derecho o Imperio de la Ley con sus contenidos o fines de informar y criticar a los gobernantes.

Al otro lado del muro-Trump se libra, como nunca antes, una defensa de la libertad de prensa contra el nazifascismo de quien ha hecho de los migrantes ya establecidos, sus judíos; y está dispuesto a someter al mundo a sus caprichos de ortodoxo liberalismo económico-proteccionista, mientras ataca a los mexicanos y canadienses queriendo aislarlos con sus muros racistas y seguir alimentando a la facción de sus seguidores nazis y ku-klux-klanes. Más de 350 periódicos estadunidenses se unieron para replicarle a Trump que los periodistas no “son el enemigo del pueblo”, como él los tachó en su desquiciamiento mental por llevar la Presidencia estadunidense al Cuarto Reich.

Trump quiere hacerse dictador poniendo a prueba al sistema federal, tripartita de poderes y contrapoderes, atacando las libertades ciudadanas. Entre ellas la de la Cuarta Enmienda sobre la libertad de expresión y su medio: la prensa con sus periodistas, a los que no deja de cuestionar fascistamente, calificándolos de “peligrosos” porque critican sus abusos, sus poses hitlerianas y querer impunidad para sus actos que han desbordado la democracia representativa.

El caso mexicano necesita que López Obrador –salido de matriz populista de centro-izquierda– de una vez por todas se pronuncie más completamente sobre los derechos y garantías de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Y, de entre ellas, las libertades de prensa que son más que los reporteros tras las rejas de su casa poselectoral, esperando su rosario de anuncios; y es que la prensa mexicana, con todas sus manifestaciones en el contexto del pluralismo democrático, ha de ser el mayor contrapeso y contrapoder, dado que con sus 30 millones de votos ganó la mayoría en el Congreso de la Unión desbalanceando la división de poderes; por lo que estamos en riesgo de enfrentarnos a un poder presidencial absoluto semejante al antiguo priísmo.

Éste parece haberse reciclado si analizamos a los integrantes del lopezobradorismo con lo que ha sido el presidencialismo desde 1946 al 2018. Del arsenal del echeverriato e incluso del salinismo, están saliendo los lopezobradoristas, incluyendo al mismo tabasqueño. Son, pues, para decirlo, la otra cara de la misma moneda con un paternalismo que puede irse transformando en un autoritarismo populista que no quiera la crítica como piedra de toque para apuntalar contrapesos y contrapoderes en la tarea de los medios de comunicación.

Lo que está pasando con Trump es una muestra de lo que son capaces los gobernantes con tendencias autocráticas; aunque en México no sabemos todavía cómo se conducirá López Obrador. Y a pesar de que dice que no habrá “gatopardismo”, o sea cambiarlo todo para que todo permanezca igual o peor, ya empezó a imponer a su “mafia” en el Congreso; y con todo y su admiración a Juárez, Hidalgo, Madero y su “cuarta transformación”, ya en la Presidencia puede ser una copia a la Santa Anna es decir, el “país de un solo hombre” con el apoyo de sus 30 millones de votos que solamente puede ser contrarrestado con el resto de los 50 millones de ciudadanos que, muchos de los cuales no concurrieron a las urnas y otros sufragaron por los ahora partidos de oposición que están a la defensiva.

Por eso insistimos en que López Obrador debe comprometerse, al hacer la jura de la Constitución en su toma de posesión, que las libertades y garantías de los 120 millones de mexicanos continuarán rigentes conforme al estado de derecho. Porque no queremos que en lugar del muro se filtre Trump con sus ataques a la libertad de prensa en todas sus modalidades. López Obrador ha hecho pronunciamientos tibios sobre esa libertad. Y usando su expresión: esperamos que no “apachurre” a los medios de comunicación, para que sea la prensa un contrapeso como ejercicio del contrapoder.

Viene muy al caso la sentencia que dictó el Juez Michael Musmanno: “Libertad para obtener noticias, libertad para escribirlas, libertad para hacerlas circular… Cuando una de estas operaciones queda obstaculizada, la libertad de prensa se convierte en un río sin agua”. Así que te lo digo a ti Trump, para que lo entiendas tú López Obrador.

Álvaro Cepeda Neri

[OPINIÓN][DEFENSOR DEL PERIODISTA]

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