Más de 55 mil deserciones en las Fuerzas Armadas

Más de 55 mil deserciones en las Fuerzas Armadas

Durante el sexenio de Felipe Calderón 55 mil 129 efectivos del Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea Mexicana y la Armada de México desertaron de sus unidades. El número de militares que abandonaron irregularmente las Fuerzas Armadas Mexicanas supera a la totalidad de tropas activas de países europeos como Holanda, Portugal, Dinamarca, Suiza y Noruega, y latinoamericanos como Cuba, Bolivia y Uruguay. La alta incidencia de deserciones, cuyo promedio casi alcanza los 10 mil casos al año, sólo es el síntoma de una crisis más grave al interior de las instituciones de defensa del Estado mexicano, señala especialista

  
El número de efectivos que desertaron de las Fuerzas Armadas Mexicanas durante el sexenio de Felipe Calderón asciende a 55 mil 129 militares.
               
De acuerdo con información de las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y de Marina (Semar), entregada a Contralínea por medio de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, 49 mil 471 efectivos desertaron del Ejército Mexicano, 4 mil 671 de la Armada de México y 987 de la Fuerza Aérea Mexicana.
 
Se trata de un número inferior, en alrededor del 50 por ciento, al registrado durante el sexenio de Vicente Fox Quesada, cuando la cifra de deserciones llegó a 107 mil 158, de acuerdo con el Informe de rendición de cuentas de la administración pública federal 2006-2012, etapa 1, publicado por la Sedena al final del sexenio pasado. Sin embargo, la cantidad de efectivos que abandonan las filas castrenses para ocuparse en actividades extramilitares –incluso, en algunos casos, delincuenciales– se mantiene en un promedio de 9 mil 200 por año.
 
Los 55 mil 129 desertores militares –soldados y marinos– que se encuentran en las calles representan una cuarta parte de las tropas activas del Ejército Mexicano y la Fuerza Aérea Mexicana (213 mil 980); es similar a la de la Armada de México (59 mil 146), y supera a la totalidad de los integrantes de la Policía Federal (40 mil 789). Asimismo, el número es superior a toda la fuerza militar permanente de naciones como Holanda, Portugal, Dinamarca, Suiza, Noruega, Cuba, Bolivia y Uruguay, cuya totalidad de sus tropas –según el sitio especializado globalsecurity.org– no rebasan los 55 mil efectivos.
 
Sin embargo, al conjunto de los 55 mil 129 desertores mexicanos no se le puede considerar un “ejército desmovilizado”, ataja el investigador mexicano Iñigo Guevara Moyano, maestro en seguridad nacional por la Universidad de Georgetown, Estados Unidos, e integrante del Colectivo de Análisis para la Seguridad con Democracia.
 
A diferencia de naciones como Guatemala –que en 2004 dio de baja a la mitad de sus efectivos militares– y otras que por problemas económicos tuvieron que recortar forzosamente su estado de fuerza militar, en México la “desmovilización” ha sido voluntaria, explica Guevara Moyano.
 
“En el caso de México los desertores se van, por lo general, porque no soportan un estilo de vida riguroso y con sacrificios, y/o porque encuentran una alternativa en la vida civil que les mejora las condiciones de vida, por lo menos desde su punto de razonamiento.”
 

Las deserciones

 
Entre el 1 de diciembre de 2006 y el 31 de diciembre de 2012 desertaron de las filas del Ejército Mexicano 49 mil 471 efectivos, informa la Sedena a Contralínea en respuesta a la solicitud de información 0000700011913.
 
En el desglose de la información, se observa que 2007 fue el año en que más número de soldados desertaron del Ejército: 16 mil 250. A partir de 2008 la cifra mantuvo una tendencia a la baja hasta 2011, cuando registró 3 mil 361 deserciones en el año. Sin embargo, para 2012 el número se incrementó a 8 mil 644.
 
De la Fuerza Aérea Mexicana, un total de 987 efectivos desertaron entre el 1 de diciembre de 2006 y el 31 de diciembre de 2012, de acuerdo con la respuesta de la Sedena a la solicitud de información 00007 00012013, presentada por Contralínea mediante la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental.
 
El año que más deserciones registró fue 2007, con 391. La cifra se redujo a 78 en 2009, aunque tuvo un ligero repunte durante los años siguientes; 2012 cerró con un total de 87.
 
La suma de los desertores del Ejército y de la Fuerza Aérea asciende a 50 mil 458, es decir, el 23.58 por ciento de los efectivos actuales adscritos a la Sedena, de acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación 2013: 213 mil 980. De acuerdo con el sitio global-security.org.mx, especializado en el análisis e información de los ejércitos del mundo, alrededor de 200 mil efectivos de la Sedena serían integrantes del Ejército Mexicano y 13 mil de la Fuerza Aérea Mexicana.
 
En respuesta a la solicitud de información 0001 300005813, presentada por Contralínea por medio de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, la Semar emitió el oficio UE-230/13. En el documento se da cuenta del número de deserciones registradas por la Armada de México entre el 1 de diciembre de 2006 y el 16 de enero de 2013: 4 mil 671.
 
En el desglose anual de la información se observa que el número más alto se registró en 2008, cuando las deserciones llegaron a 1 mil 123. A partir de ese año la tendencia fue a la baja. En 2012 se registraron 409.
 
La Semar aclara que no puede llamar desertores a quienes se ausentan de sus labores, pues –explica en el documento– “el proceso que se instala por el delito de deserción es una función inherente a la procuración y administración de justicia”. Agrega que “el término ‘desertor’ se dará una vez que los órganos del fuero de guerra (juez militar) hayan agotado las formalidades esenciales del procedimiento, de conformidad con los artículos 255 del Código de Justicia Militar donde se establecen los supuestos en los cuales un militar comete el delito de deserción”.
 
Por ello, y “en aras de la transparencia”, la Semar se refiere a los desertores como “personal que ha causado baja del servicio activo de la Armada de México, por haber faltado 3 días consecutivos a sus labores sin causa justificada”.
 
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación 2013, la Semar está integrada por 59 mil 146 efectivos, entre marinería y mandos superiores e intermedios. Así, los 4 mil 671 desertores representan el 7.89 por ciento de los activos actuales de la Armada de México.
 

Problema profundo

 
Sobre la fortaleza moral que puedan tener unas Fuerzas Armadas incapaces de preservar a sus integrantes entre sus filas, el investigador Iñigo Guevara Moyano señala: “la fortaleza moral es una virtud individual. El entrenamiento militar ayuda a crear disciplina, fomentar un espíritu de cuerpo y moldear un sentido de honor y lealtad; pero, a fin de cuentas, si el árbol está torcido, ninguna cantidad o calidad de entrenamiento, paga inmejorable o condiciones altas de vida garantizarán que el individuo no cambie de ideas, ambición o visión del futuro.”
 
El especialista en seguridad nacional agrega: “las fuerzas militares son organizaciones humanas y, al igual que otras organizaciones humanas altamente disciplinadas, como el servicio exterior, el sector médico o el clero, en ocasiones los individuos cambian de opinión debido a factores que la organización simplemente no puede controlar”.
 
Luego de asumir la Presidencia de la República en diciembre de 2006, Felipe Calderón inició una supuesta “guerra” contra los cárteles de la droga. La militarización del país se llevó a cabo cuando el promedio de deserción entre las Fuerzas Armadas Mexicanas era de 17 mil 859 cada año.
 
La principal medida para motivar a los militares a permanecer en el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada fue un aumento del 35 por ciento en las percepciones de las tropas. A finales de 2006 los soldados y marinos rasos percibían 3 mil 865.25 pesos; los cabos, 4 mil 207.76; los sargento segundos y tercer maestres, 4 mil 974.77, y los sargento primeros y segundo maestres, 5 mil 219.26 pesos. Con el aumento, puesto en vigor en enero de 2007, las percepciones fueron de 5 mil 217.75, 5 mil 679.45, 6 mil 714.90 y 7 mil 45.65, respectivamente: muy lejos aún de las percepciones de coroneles y generales que rebasaban entonces los 80 mil pesos mensuales. Las percepciones al final del sexenio reflejaron un incremento acumulado nominal del ciento por ciento.
 
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación 2013, hoy los soldados y marinos rasos perciben 15 mil 789 pesos al mes: 2 mil 862.3 en salario y 12 mil 926.6 en prestaciones. Mientras, un general de división o un almirante percibe 222 mil 450 pesos al mes: 11 mil 695 como salario y 210 mil 754.4 en prestaciones.
 
Iñigo Guevara señala que hasta el momento no se conocen con certeza cuáles son las razones de la alta tasa de deserciones entre las Fuerzas Armadas Mexicanas. “Se requiere más investigación para saber, por ejemplo, en qué etapa de su carrera militar desertan o se dan de baja [los efectivos]. Mi intuición me dice que es dentro de los primeros 6 meses; pero habrá que comprobarlo con un estudio serio y, mediante métricas económicas, ver qué etapas deben ser atendidas con más urgencia y de qué manera. La lógica, hasta el momento, nos indica que el punto crítico que detonó durante el sexenio de Vicente Fox está bajo control”.
 
Para el especialista, el combate a la deserción no está desligado de la modernización de las propias Fuerzas Armadas; además, considera que la responsabilidad de lo que ocurre entre las milicias también es de los civiles, en especial del gobierno federal y el Congreso de la Unión.
 
“Tanto el Ejecutivo como el Legislativo deben desarrollar sus capacidades para hacer estudios serios sobre el sector defensa, no sólo sobre las fuerzas militares. Un estudio serio analizaría los asuntos de defensa desde los puntos de vista militar y académico especializado, y se observaría el factor económico. En lo posible se deben desarrollar políticas que tiendan a construir fuerzas de defensa modernas y eficaces, que sean capaces de generar una mejora constante, y con tendencia irreversible, en las condiciones de vida de la profesión militar; también sería importante crear una base industrial (no necesariamente militar) que contribuya a que dichas fuerzas cuenten siempre con equipamiento necesario y moderno.”
 
 
Samuel González Ruiz, especialista en seguridad, coincide en la necesidad de generar instituciones de defensa eficientes, respetuosas de los derechos humanos y que sean capaces de mantener a su personal. Considera que el problema de las deserciones no sólo es de las Fuerzas Armadas: “también la Policía Federal tiene ese problema, que es reflejo de una crisis mayor que se viene arrastrando por las políticas equivocadas del sexenio anterior y que, por lo que ha mencionado el nuevo gobierno, ya han comenzado a corregirse”.
 
Iñigo Guevara propone un “mecanismo” que inhiba directamente la deserción: “que el desertor sea inhabilitado para ocupar plazas en los gobiernos y puestos en compañías de seguridad privada”.
 
Por su parte, Ricardo Barroso Agramont, presidente de la Comisión de Marina del Senado de la República, reconoce que para reducir el número de deserciones entre las Fuerzas Armadas se deben “generar condiciones de mayor preparación entre los efectivos de la Sedena y de la Semar”.
 
El senador, integrante de la bancada del Partido Revolucionario Institucional, dice que se debe propiciar “una correcta relación entre el Ejecutivo, el Legislativo y las Fuerzas Armadas en beneficio de éstas”.
 
El senador Ernesto Ruffo Appel, integrante de la Comisión de Marina, considera que “se debe escuchar a los altos mandos de las Fuerzas Armadas para conocer su diagnóstico, el motivo, de las deserciones”.
 
El integrante de grupo parlamentario del Partido Acción Nacional reconoce que uno de los motivos de la deserción son los bajos salarios que perciben las tropas, tanto la soldadesca como la marinería. “Un tema fundamental es el de los ingresos que, medidos contra los riesgos, no resultan atractivos. Sí han mejorado pero todavía podrían ser corregidos. Que se siga manteniendo el problema de las deserciones sí es algo que preocupa”.
 
 
       
 
 
Infografía
 
 
  
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Fuente: Contralínea 338 / junio de 2013