La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República reactivó las células de las sociedades secretas de la ultraderecha mexicana. Son grupos sin respaldo en los sectores populares y están casi solos, pero son peligrosos porque están frustrados y podrían realizar atentados, ataques selectivos y actos violentos de provocación.
En la reflexión coinciden, por separado, dos de los mayores especialistas en el estudio de la derecha mexicana y sus sociedades secretas: Fernando Manuel González González y Édgar González Ruiz.
Explican que estas organizaciones nunca se desarticularon del todo, ni siquiera porque algunas se convirtieron en gobierno al enquistarse en las estructuras de los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón. Pero ahora se reorganizan contra lo que consideran la “instauración del comunismo” en México.
No importa que el gobierno mexicano no tenga intención alguna de instaurar algún tipo de socialismo o comunismo y que, en realidad, sea afín a la libre empresa, al libre mercado y apenas busque defender ciertos intereses nacionales y combatir la corrupción para que el capitalismo funcione eficientemente.
Fernando Manuel González González, doctor en ciencias de la educación por la Universidad de la Sorbona (París, Francia) e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que los razonamientos poco importan a estos grupos cuando tienen un “principio organizador”. En este caso, es AMLO (Andrés Manuel López Obrador). El propio presidente es el que los aglutina, es su razón de ser.
Para estos grupos el actual presidente de la República nunca debió llegar a la titularidad del Poder Ejecutivo y consideran que sólo lo logró gracias a un complot internacional judeo-masónico comunista. Abrevan de visiones de tiempos de la Guerra Fría e, incluso, de anteriores.
No sólo se trata de sociedades como la Organización Nacional El Yunque o los Tecos, con raíces de hace 1 siglo. Hay otras de las que no se conocen sus nombres pero están sueltas y podrían generar violencia.
Fernando González tiene líneas de investigación en actores y procesos sociales y es uno de los mayores especialistas en el estudio de las sociedades secretas católicas y de otros sectores de la derecha mexicana. Resalta que López Obrador llegó al poder con un amplio respaldo popular que, en gran medida, se mantiene.
Resulta paradójico que eso puede ser peligroso, toda vez que –explica el investigador– más de un fanático frustrado o uno de los grupos de esta ultraderecha puede decidir pasar a la acción.
Como no pueden generar ni organizar una masa inconforme ni, mucho menos, una rebelión, pueden realizar un atentado o provocar hechos violentos
Se explica: como no pueden generar y organizar una masa inconforme ni, mucho menos, una rebelión, pueden realizar algún atentado o provocar hechos violentos.
Edgar González Ruiz, maestro en filosofía y autor –entre otros libros– de Cruces y sombras. Perfiles del conservadurismo en América Latina (2006), El MURO. Memorias y testimonios (BUAP, 2003) y El clero en armas. Militarismo católico en América Latina (FIM, 2007), explica que los movimientos ultracatólicos hoy están acotados por la propia secularización de la sociedad.
Y otros, de corte nazi o neonazi “nunca prosperaron; hubo brotes”. No tienen la capacidad de convencer a otras personas, pero son tan fanáticos que sí pueden cometer actos violentos. “Eso sí, se pueden organizar tres o cuatro y hacer lo que quieran; pero de ahí a que se constituyan en un movimiento, no”.
Quienes sí podrían ver aumentar sus simpatizantes en el mediano plazo son las derechas abiertas, aquellas que actúan de manera pública y cuya lucha principal es por medio del sistema político-electoral. Como ejemplo están el propio Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Encuentro Solidario (PES) o la organización de Felipe Calderón, México Libre.
En el espectro político-ideológico, la derecha es menos diversa que la izquierda. Sin embargo también hay ciertas corrientes irreconciliables que, por ello, se debe hablar de “derechas” más que de una sola posición monolítica, explica Fernando Manuel González.
A este respecto, Édgar González Ruiz señala que las posiciones de derecha se encuentran, en mayor o menor medida, en todas las opciones del sistema político-electoral. Señala que, incluso, participa en el actual gobierno federal. Destaca el caso del PES, aliado del presidente, y de la incrustación de personajes como Manuel Espino, integrante de la sociedad secreta de El Yunque, colocado al frente del Servicio de Protección Federal que se encarga de la seguridad de las instalaciones estratégicas del país.
Es decir, la derecha radical, confesional, no sólo está en la oposición. También es gobierno. Los personajes de las sociedades secretas se encuentran enquistados en movimientos como el Frente Nacional anti AMLO (Frenaaa) pero, sobre todo, en otras instituciones con vida orgánica de otro tipo, como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), el PAN, instituciones educativas privadas y públicas, gobiernos estatales e, incluso, el gobierno federal. Lo anterior no quiere decir que al interior de estas instancias se sepa siquiera de la existencia de tales organizaciones o que estén de acuerdo con ellas.
—¿Cómo se explica la presencia de Manuel Espino en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador? Se trata de un personaje militante de sociedades secretas como del Yunque y el DHIAC (Desarrollo Humano Integral) –se le pregunta a Fernando Manuel González.
—Se explica porque Morena [Movimiento Regeneración Nacional, el partido del presidente], en gran medida, es un conglomerado de chapulines, de gentes “conversas”, oportunistas. La ficción es creer que Morena es un grupo de izquierda homogéneo. Su líder juega, mínimo, en cuatro niveles: por un lado es una especie de pastor protestante que moraliza; por otro lado es jefe de una facción; por otro lado es presidente de la República y por otro lado es un líder que pretende aglutinar a los personajes más heterogéneos como los ligados incluso directamente a la derecha más ultra.
Sobre el mismo hecho, González Ruiz considera que esos personajes caben en el actual gobierno porque también tiene una vertiente conservadora, prohibitiva. Las geografías políticas de izquierda-derecha se trastocaron en México y en el mundo. Ahora en algunas formaciones de derecha se renuncia a defender elementos religiosos, por ejemplo. Y algunas formaciones de izquierda se centran en la justicia social pero adoptan valores propios de la derecha como el rechazo al aborto, también como ejemplo.
Por otra parte, desde la derecha que está en la oposición frontal hay grupos de presión que buscan aglutinar un movimiento. Es el caso del Frenaaa, cuyo liderazgo formal y visible recae en Gilberto Lozano, un ejecutivo de empresas regiomontano con pleito jurado contra todo lo que le huela a izquierda desde la muerte del empresario Eugenio Garza Sada a manos de integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre en 1973. Él, entonces con 20 años de edad, asistió a las exequias y presenció cuando la elite empresarial enfrentó al presidente Luis Echeverría, los culpó del asesinato y lo corrió del panteón.
La más reciente manifestación del Frenaaa tuvo lugar el sábado 21 de noviembre, cuando reunió un contingente que no pudo desbordar la glorieta del Ángel de la Independencia pero que su principal dirigente formal, Gilberto Lozano, estimó en 450 mil asistentes. Contra toda evidencia, en cada acción reporta hasta 10 veces más de asistentes que los estimados por las autoridades. Hace una semana decidió levantar el plantón que mantenía en el Zócalo y, entre burlas, debió aceptar que no podría hacer renunciar al presidente antes del 30 de noviembre, como había prometido.
El pasado sábado 28 de noviembre, Gilberto Lozano grabó un video en el que dijo haber creado un fideicomiso para asesinar al presidente y su familia. Dijo que en caso de que a él le pasara “algo más que un rasguño”, actuaría de manera automática un grupo de elite “bien pagado” para acabar con “todos los que tuviera que acabar”. Y que ya tenía detectadas las casas de todos los que rodean al presidente.
Jaime Sandoval es uno de los voceros de Frenaaa. Es uno de los tres autorizados para hablar a nombre del movimiento, junto con el propio Lozano y José Gerardo Villarreal. Dice que en el movimiento tienen sí cabida los movimientos neonazis y que, incluso, son bienvenidos. Sólo que se deben apegar a tres principios. El primero de ellos es el rechazo a la violencia. “Somos ciento por ciento pacíficos”, asegura. Los otros dos son el actuar conforme a la Constitución y “respetar todas las ideologías”.
Enfatiza que en Frenaaa no quieren hacerle daño a nadie. Ni al presidente. Sólo quieren “que se vaya”. De hecho, se trata la única demanda. No logran a articular un programa político ni un proyecto de nación.
“Todo confluye en exigir la renuncia de López, pero hay muchos grupos que tienen sus demandas particulares. Finalmente todo confluye en el responsable de todo esto, que es López Obrador, porque no ha sabido gobernar. Es como si no tuviéramos presidente. Todo se ha hecho al vapor, decisiones que han venido a perjudicar a la sociedad en general. Frenaaa exige la renuncia del presidente por su ineptitud.”
“Todo confluye en exigir la renuncia de López porque no ha sabido gobernar. Es como si no tuviéramos presidente. Frenaaa exige la renuncia del presidente por su ineptitud”
—El actual gobierno federal no cumple aún 2 años. ¿Piden su renuncia cuando el país padeció 5 sexenios sin crecimiento económico y con altos niveles de violencia? ¿Por qué precisamente se oponen a este gobierno y no a los anteriores? –se le pregunta.
—Por qué tan tajante la renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues porque todo el mundo debe de saber que fuimos engañados como pueblo. Jamás mencionó en toda su campaña que, sin contar los 18 años que lleva persiguiendo la Presidencia, la Cuarta Transformación consistía en convertirnos en un país socialista.
—Pero garantiza la propiedad privada, continúan los megaproyectos que favorecen al capital, no hay nacionalizaciones… ¿en dónde está el socialismo?
—Ellos están adscritos al Foro de Sao Paulo y si ustedes revisan su agenda y los puntos a seguir, pues te darás cuenta que todo lo que está haciendo López Obrador va avanzadísimo, convirtiendo a nuestro país en un país chavista. Todos los lineamientos de ese foro van en el mismo sentido: Guardia Nacional, eliminar el cuerpo militar, tener un solo mando, ideología de género, desbaratar instituciones… La verdad es que no hace falta más que voltear a ver a otros países y ver cómo están destrozados. En su momento quitaron a Hugo Chávez [en Venezuela], pero cometieron el error de no haber hecho los ajustes necesarios en la ley y tuvo la oportunidad de regresar y nunca más lo volvieron a quitar, se mantuvo en el poder hasta su muerte que es cuando lo sustituye [Nicolás] Maduro. Bolivia tardó 19 años en quitar su dictadura y fueron movimientos de este tipo los que lograron hacer presión.
Las imágenes religiosas acompañan todas las manifestaciones de Frenaaa. Reivindican consignas de la época de los cristeros y de la Guerra Fría. En López Obrador ven a Plutarco Elías Calles, la Unión Soviética, Fidel Castro y Hugo Chávez. Todos en uno.
El Frenaaa ve en López Obrador a Plutarco Elías Calles, la Unión Soviética, Fidel Castro y Hugo Chávez. Todos en uno
El Frenaaa se apresta a decir que López Obrador es un dictador, “lo cual no es el caso; es un tipo muy autoritario pero no es un dictador”, explica Fernando González, autor, entre otros libros, de Marcial Maciel. Los Legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos (Tusquets, 2010). Además, “sería muy grave” que estas derechas pudieran derrocar a un presidente que llegó por medio de elecciones democráticas.
Advierte que estos grupos que podrían pasar a la acción son “demasiado marginales” incluso en las organizaciones de la ultraderecha. Pero existen. Cita los casos de aparición de grupos neonazis en 2015 entre las filas del PAN en Jalisco, Guanajuato y el Estado de México.
“En Guadalajara fueron rápidamente neutralizados y pidieron disculpas por su filiación nazi. En el Estado de México quedó el asunto mucho más ambiguo, al igual que en León [Guanajuato], que es uno de los territorios del Yunque. Entonces, hay derivas filonazis panistas, pero son marginales.”
Explica que ahora en el conglomerado de Frenaaa confluyen grupos de la ultraderecha con una parte del sector empresarial. Mientras que unos abogan por un golpe de Estado, lo otros apuestan a ganar las elecciones intermedias del próximo año.
Estos últimos apoyan las protestas de Frenaaa, pero en realidad su mirada está puesta en ganar 200 de los 300 distritos electorales que estarán en disputa en 2021.
Para Édgar González Ruiz, Frenaaa es una expresión del sector empresarial mexicano, en disputa con el presidente López Obrador. Considera que la disputa ideológica no es el fondo, aunque sea estridente. Es una lucha de poder que libra un grupo de empresarios, además, para no perder privilegios que considera en riesgo.
Hoy todas las derechas están actuando. No sólo la ultra ni la que concluye en sociedades secretas, explica Fernando Manuel González. En el propio PAN, que tiene una derecha de tradición democrática, también mantiene los cuadros autoritarios que se infiltraron desde El Yunque y de la ultraderecha de la democracia cristiana. “El panorama es extraordinariamente complicado que sólo nos dejaría hablar de las derechas”.
—¿Hay posibilidades que todas las derechas se aglutinen en un solo frente en México? –se le pregunta.
—Hay alguien que es un aglutinador fundamental y que se ha dedicado a cultivar eso y que es el presidente de la República. En el momento en que él los aglutina en conservadores, fifís, mis enemigos, etcétera… todo un conglomerado de gentes que tienen diferentes posiciones, pues qué mejor aglutinador que López Obrador.
Explica que el presidente ha logrado personalizar el debate político. Las personas terminan definiéndose frente a él y no frente a proyectos. El discurso de Frenaaa es por ello muy básico. Se centra en que si López Obrador está loco, por ejemplo.
Y no pueden ver que López Obrador no tiene un proyecto socialista. En una evidente distorsión de la realidad lo ubican como parte una conspiración del comunismo internacional que, además, es judeo-masónica.
“Hay una larga tradición de ideas que quedan como en flotación”. Desde la década de 1920 –explica Fernando González– el gobierno de Plutarco Elías Calles fue visto por los católicos como satélite del socialismo ruso. “Lo acusan de estar dirigido directamente desde la Plaza Roja”.
Para la década de 1930 Carlos Cuesta Gallardo, el Güero, líder de los Tecos, impuso en el imaginario de estos grupos secretos la idea del gran complot judeo-masónico comunista. Lo retomó de un libro sobre la Revolución y los jacobinos del Augustin Barruel publicado 1797 (Memoria para servir a la historia del Jacobinismo).
De hecho, Fernando González dedica un capítulo al respecto en su más reciente libro Secretos fracturados. Estampas del catolicismo conspirativo en México (Herder, 2019). Esta idea pervive. Incluso, en la década de 1960, algunos de estos grupos acusaron a la cabeza de la Iglesia Católica, entonces Pablo VI, de ser parte de este complot, toda vez que este papa continuó y concluyó los trabajos del Concilio Vaticano II que impulsaba las relaciones ecuménicas entre las religiones del mundo y ubicó a los pobres como el centro del Evangelio.
También en la década de 1930 se afianzó la idea de la educación comunista cuando el presidente Lázaro Cárdenas del Río impulsó la educación socialista. Vinieron las décadas de 1950 y 1960 y, con ellas, la Revolución Cubana y otras revoluciones en el mundo. Y la ultraderecha mexicana acusó a gobernantes como López Mateos de ser parte de la conjura comunista, aunque era evidente para todo el mundo que estos gobernantes acabaron con la guerrilla, esa sí de filiación socialista o comunista.
Se recicla el mismo discurso antimasón, antijudío y anticomunista, con nuevos actores. Antes Cuba, ahora Venezuela
Así que es natural que estos grupos sostengan hoy que López Obrador avanza hacia el comunismo aunque no haya evidencia alguna. “Se recicla [el discurso] ahora con una novedad: Venezuela. Cuba está detrás de Venezuela y ésta es el modelo de un tal Andrés Manuel López Obrador. Estamos ante un comunista castrista y un comunista chavista. Desde la década de 1920 se ve todo este proceso de reciclamiento ideológico”.
—Pero es una lectura muy alejada de la realidad. López Obrador no lleva al comunismo. Por el contrario, está haciendo viable el capitalismo –se le provoca.
—No importa. El problema de los complots es tener un solo principio organizador de la complejidad de lo real. Una vez que uno decide cuál es el principio organizador la complejidad de lo real se simplifica al máximo. Así el “gran complot judeo-masónico comunista a nivel mundial” organiza la complejidad de lo real de estos grupos. No importa la seriedad del análisis. Lo que importa es que se crean el análisis y que actúen en consecuencia, que organicen sociedades secretas y que manden a sus huestes a infiltrar a esa sociedad que está contaminada de socialismo, comunismo o masonería. El complot no soporta la incertidumbre.
—¿Y eso alcanza para formular un proyecto de país?
—Para nada. Tienen una parte del proyecto que es el económico, sobre todo los de la Coparmex: [Gustavo] De Hoyos y compañía. Ellos pueden aportar, tienen un punto polémico con respecto del proyecto económico de Morena; pero los otros no tienen proyecto, casi su único proyecto es que se salga este tipo, lo cual me parece peligroso como ideología.
Manuel González señala que ahora la derecha religiosa en México no sólo es de confesión católica. Algunas de las iglesias protestantes han ingresado con fuerza en América Latina. Es “clarísimo” que se han instalado en el espectro político-ideológico mexicano.
Se refiere al caso del PES, con el pastor Hugo Éric Flores y, sobre todo, con el pastor Arturo Farela, amigo del presidente. Es decir, sí es una novedad que la derecha en México ya no se asocia exclusivamente con la confesión católica, sino también ahora evangelista cristiana.
González Ruiz explica que se actualmente se vive un proceso en dos vertientes. Por un lado las sociedades son más laicas y están menos dispuestas a acatar las recomendaciones religiosas. Pero, por otro lado, sí adoptan posiciones ideológicas que se le imponen desde el poder público.
Ejemplifica con lo sucedido durante los 2 sexenios panistas (Vicente Fox: 2000-2006, y Felipe Calderón: 2006-2012), que impulsaron una agenda opositora al Estado laico, “al grado de que todavía no se puede despenalizar el aborto en nuestra sociedad por la inconformidad y la presión de grupos religiosos; ahí está la fuerza de las ideas conservadoras. Y no siempre del conservadurismo católico, que para mí siempre ha sido la expresión de la derecha y del conservadurismo, sino también de grupos evangelistas que también se oponen al aborto y a las libertades sexuales.
—El otro componente histórico de la derecha es el sector empresarial. ¿Sigue siendo lo mismo?
—Sí, aunque ya hay sectores empresariales que no comparten ideas conservadoras. Si tomamos las posturas de liberales y conservadores en sus términos, los liberales defienden los derechos individuales, la capacidad de decisión de las personas. Los conservadores se oponen a eso, defienden prohibiciones contra el aborto, contra las drogas, contra el ejercicio libre de la sexualidad.
Hoy incluso las ideas conservadoras proviene de sectores insospechados. Según González Ruiz, se encuentran en movimientos o personas que se asumen a sí mismas de izquierda o liberales.
Hay quienes dicen que los monumentos y las obras de arte no importan porque sólo son piedras o yeso. Lo que están diciendo es que la cultura no importa, el ser humano no importa. Eso es profundamente conservador
“Hay gente que sale a destruir un monumento, una obra de arte y dice: ‘Eso no importa, son piedras, papel o yeso’. En el fondo, lo que te está diciendo es que la cultura no importa, el ser humano como tal no importa, importan sus funciones biológicas como las tienen los animales al igual que las plantas. En esa medida es como conciben al ser humano, que me parece terrible y profundamente conservador.”
—¿Consideras que hoy México tiene un gobierno liberal o conservador?
—No sabemos. Hay aspectos contrastantes. No sólo en el gobierno, sino en las diversas fuerzas políticas y en las sociedades. Pienso que en la Ciudad de México están más arraigados los valores liberales, la defensa de las libertades. El gobierno federal se ha preocupado por las políticas sociales o de justicia social, pero hay casos como el aborto donde no se ha avanzado.
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Sin ambages, se reconocen “herederos” del fascismo y el nacional-socialismo en México. No pueden llamarse a sí mismos fascistas o nazis –dicen– porque esos movimientos tenían características específicas para italianos y alemanes, respectivamente.
Juan Carlos López Lee es el coordinador nacional del Frente Nacionalista de México (FNM), constituido formalmente con poco más de 5 mil miembros. No es una sociedad secreta. Por el contrario, es una organización abierta con una propuesta pública y que ha realizado manifestaciones políticas, que incluyen protestas contra las familias migrantes que atraviesan México con rumbo a Estados Unidos.
López Lee asegura que el FNM no califica como de derecha o de izquierda, pues cuenta con “lo mejor” de cada posición política. La violencia no es viable en estos momentos, explica. Su revolución se encuentra en una fase pacífica y consiste en colocar a sus miembros en la mayor cantidad de puestos de dirección tanto en el sector público como privado.
Dice que el FNM representa la tercera vía, distinta a la dicotomía capitalismo liberal-comunismo materialista.
“Somos un movimiento transversal. Coincidimos con la derecha en cuestiones como la defensa de los valores morales, la defensa de la vida, de la identidad. Y, por el contrario, coincidimos con la izquierda en cuestiones económicas, como la justicia social. No somos liberales, no estamos de acuerdo con el libre comercio. Somos un movimiento que se opone a la ideología de la globalización porque ésta es una causa tanto de izquierda como de derecha. Nosotros queremos un México independiente, soberano. Nos nutrimos de gente que viene tanto de la izquierda como de la derecha.”
Asume que México se nutre de dos grandes civilizaciones: “por un lado el mundo prehispánico, que abarca desde los aztecas hasta los mayas y, por otro lado, lo que es el mundo hispano. Nosotros creemos que la identidad nacional se basa en esta idea y en eso coincidimos con José Vasconcelos, en su primera etapa”.
Considera que la primera teoría política fue el liberalismo de la Revolución Francesa. Buscaba exaltar era al individuo. Después vino la segunda, el comunismo que reivindica la clase social.
“Después la tercera teoría es el fascismo, el nazismo, que intenta responder a esto con el tema de la raza. Muchos de los escritos, por ejemplo de Vasconcelos, se basan en el tema de la raza porque tratan de responder a ese cuestionamiento que en México siempre ha sido difícil de abordar, porque no tenemos una raza única. Creemos que estas tres cosas tienen que superarse y ver a la nación como comunidad.”
—¿Se asumen fascistas?
—No, porque el fascismo es un movimiento propio de los italianos. Es parte de la herencia del Imperio Romano, la exaltación que ellos hacían de los gloriosos tiempos de Roma. Nosotros no somos italianos, somos mexicanos. Somos nacionalistas, no fascistas, aunque sí nos adscribimos a las corrientes que son herederas del fascismo, el nacional-socialismo, que es la tercera teoría y que fueron una reacción contra el capitalismo salvaje liberal y contra el comunismo materialista. En ese sentido, nosotros creemos que todavía tenemos que llenar ese espacio.
—Pero sí comparten principios.
—Sí, porque lo que buscamos todos los nacionalismos es reencontrar aquel marco en el cual la patria tenía una gloria primigenia y, en nuestro caso, si hablamos de que tuvimos una primera civilización, en este caso, fue una civilización prehispánica, luego viene una segunda civilización que es la de la Colonia. Ahora tenemos que hablar de una tercera. Tenemos que superar las dos anteriores. Tenemos que tener un país que haya consolidado su conciencia nacional y que recupere lo mejor de estos dos periodos históricos.
—¿Qué forma de gobierno consideran que debe tener México?
—Dentro de nuestro movimiento hay gente que está de acuerdo con la monarquía y hay quienes están de acuerdo con la república. No es lo que importa ahorita, sino un gobierno donde los mejores estén al frente de la función pública, que tengan suficiente capacidad y talento para estar ahí.
—Finalmente apoyan el totalitarismo, sea bajo una monarquía o una república.
—Si hablamos del totalitarismo como la dictadura de una sola persona que hace y decide, nosotros no somos totalitarios. Pero si hablamos de un Estado totalitario que vemos como un todo orgánico, donde todas las esferas de la vida nacional están conectadas, ahí podemos decir que nos adscribimos a una doctrina totalitaria. La patria tiene que vivir en todos sus componentes. Tanto los trabajadores como los campesinos, los empresarios. Hombres y mujeres tenemos un lugar en la sociedad y si nosotros desempeñamos ese lugar correctamente podemos llevar al país a un desarrollo.
“Las leyes que tenemos ahorita están basadas en el positivismo francés. Debemos sustituirlas por leyes basadas en usos y costumbres porque el problema que tenemos en México es que la ley es letra muerta, no se observa ni se practica; no hay autoridad y reina la anarquía en todas partes.”
—La transformación que proponen sólo podrían hacerla de manera vertical. Es decir, necesitan tomar el poder.
—La clave es cómo llegar al poder. Y hay varias formas. Tenemos que combinar varías formas de lucha. Cuando hablamos de la participación dentro de la política, dentro de los partidos políticos, en elecciones, lo hacemos porque es una forma de agitación, de concientización. Y porque si logramos incrustar personas en posiciones clave, gradualmente podemos ir metiendo algunas de estas ideas dentro de lo que es el sistema político democrático y dentro de la agenda legislativa de nuestro país. Esa es una manera. La otra es que se tiene que hacer un trabajo de construcción y concientización por fuera de la política para ir agrupando a esta minoría idealista. Al final de cuentas todas las revoluciones las hacen las minorías. Y en determinado momento poder lanzar una propuesta más directa hacia la toma del poder. En este momento, los problemas que tenemos en México nos impiden irnos directamente hacia una propuesta para la toma del poder. También nos impiden hacer un partido político.
—¿Se han planteado la toma del por medio de la lucha armada?
—Sí hemos hablado de esto, pero cuando hablamos de la lucha armada tenemos que hablar de quién nos va a dar las armas y quién las tiene. Todos estos grupos de izquierda y los marxistas vienen con el discurso de la década de 1960 y el Che Guevara bajo el contexto del mundo bipolar. El asunto es que ni en México ni en ninguna parte de América, fuera de Estados Unidos o de Canadá, se producen armas o hay armas accesibles. Es un tema peligroso porque si hablamos de que queremos una lucha armada, pues aquí los únicos que tienen armas son los criminales, el crimen organizado. Cualquier lucha armada se puede contaminar con los intereses del narcotráfico, que es lo que pasó en Colombia. Debemos que tener mucho cuidado con términos como el de la lucha armada. En este momento, mientras prevalezca el crimen como está, no se debe de recurrir a ella.
—¿Qué posición tienen ante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador?
—Es un gobierno democráticamente electo, que emana de una elección totalmente legal. Ha habido algunas cosas positivas. Pero el país no lleva buen rumbo, pues lo que busca [el gobierno] es retornar al PRI [Partido Revolucionario Institucional] de la década de 1970. No se está respondiendo a las necesidades actuales y además existe toda una serie de grupos que están detrás y a lado del gobierno de López Obrador que son totalmente nocivos para México, como todos estos movimientos feministas y de izquierda radical que minan las bases de la identidad nacional. Hasta ahora el presidente no ha sabido quitarse esta gente de encima y está permitiendo, al igual que otros partidos políticos, que todos estos grupos de origen internacional conquisten las instituciones. El gobierno de López Obrador es una continuidad de los gobiernos que vienen de Calderón y de Peña Nieto y eso lo podemos ver en la política exterior, en la creación de la Guardia Nacional, la cual ya se viene cocinando desde tiempos de Peña Nieto. Igual el tema de la militarización de los puertos que es un proceso que va a tardar porque el personal de la Secretaría de Marina no está capacitado para eso, pero a futuro se quiere militarizar ese sector. Todo eso es una agenda que ya viene de antes. López Obrador está dando continuidad a un proyecto internacional que lo que busca es ir minando la soberanía nacional.
—El discurso de presidente es que ahora México defiende su soberanía y no recibe órdenes de autoridades extranjeras…
—Es verdad que dentro del gobierno de Andrés Manuel López Obrador hay gente que tiene cierto patriotismo, pero si este tipo de agendas internacionales continúan prosperando aquí en México puede pasar lo que pasó en tiempos de Felipe Calderón: que los oficiales de la embajada de Estados Unidos revisaban a los pasajeros extranjeros en los aeropuertos mexicanos y ellos decidían quién entraba y quién no entraba a México. Gradualmente, nuestro país está siendo integrado a la agenda de seguridad de Estados Unidos y del proyecto de la globalización. El gobierno de López Obrador es una continuidad de todo eso, no es una ruptura. Y hay cosas en las que vamos de mal en peor. Nosotros somos una oposición al sistema político actual, derivado del liberalismo, de la modernidad y la globalización, no somos una oposición al gobierno o a una persona.
—¿Están integrados al Frenaaa?
—No, somos un movimiento diferente. Existimos desde 2008. Nos llamábamos Organización por la Voluntad Nacional y el nombre Frente Nacionalista de México lo tenemos desde 2015. Frenaaa es un movimiento creado para pegarle a López Obrador y a nosotros no nos interesa pegarle a ningún gobierno, nosotros queremos construir un nuevo orden en México. Cuando AMLO se vaya, Frenaaa ya no tendrá ningún motivo para luchar. Igual, cuando todos los grupos que están con Andrés Manuel vean que las cosas quedaron igual, se van a desencantar y necesariamente van a tener que mirar hacia acá, porque así como en tiempos de Mussolini y de Hitler había un desgaste, el desgaste cuando realmente se venga fuerte, ahí vamos a estar nosotros, ya con la suficiente capacidad para convertirnos en una alternativa para la toma de poder.
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