De entre mis libros, apenas tengo 20 textos con la calidad insuperable de las creaciones de George Steiner, el todavía biológicamente vivo escritor con la más lograda maestría para la crítica literaria en cuanto a divulgación de la cultura que nació entre los griegos de la Atenas –todavía maravillosa– de las recreaciones históricas. Nada le ha sido ajeno a este persistente e incansable trabajador del conocimiento de las aportaciones en los principales idiomas a los que recurrieron los inmortales de las letras. Las obras de Steiner han estado traduciéndose al español sin un orden cronológico, como por ejemplo La muerte de la tragedia, un cortísimo ensayo de 250 páginas con una prosa grandiosa, del francés al inglés y de éste a nuestro idioma. Esto a pesar –con las mismas palabras de Steiner– de que toda traducción es apenas una “aproximación cuando existe el traslado a otro idioma”.