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Balance de la derecha en el poder

Calderón llegó al poder de manera muy cuestionada, luego del conflicto poselectoral de 2006 y no logró la aceptación de los sectores mayoritarios, a pesar de todos sus intentos de legitimarse, incluso mediante el apoyo abrumador de cadenas de radio y televisión y de una publicidad oficial que al cuestionar las tradiciones republicanas pregonaba los supuestos éxitos de un gobierno que, según esa retórica, era “del presidente de la República”.

¿Los otros? No son hijos de Moreira

El 3 de octubre pasado, en las cercanías de Ciudad Acuña, Coahuila, fue descubierto el cuerpo de José Eduardo Moreira Rodríguez, hijo del exgobernador Humberto Moreira. El asesinato cimbró a la clase política del país, donde la criminalidad, desde la irrupción de la pareja presidencial Fox-Sahagún, ha sentado sus reales de sanguinaria manera, corrompiendo estructuras medulares de funcionarios gubernamentales, socios de los capos, quienes los consideran iguales entre los suyos.

Recuento del calderonismo

Luego del fraude electoral de 2006, perpetrado con la complicidad del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de los poderes mediáticos, Felipe Calderón tomó posesión con el apoyo del Ejército, de la jerarquía católica y de empresarios. Su gobierno se caracterizó por el genocidio y la represión, la agresión cotidiana contra los trabajadores y la destrucción del Estado laico. El presente texto es una breve relación de algunos de los principales desmanes del calderonismo.

El cónclave de Calderón con Peña

Después de concluida la jornada electoral del 1 de julio, el presidente Felipe Calderón arribó a las 13:00 horas del lunes al hotel Presidente Continental, en Polanco, para reunirse en una master suite del piso 40 del lujoso inmueble, con el aspirante priísta Enrique Peña Nieto.

Calderón, PAN; y Ebrard, circo

El Senado ha actuado a la manera del Senado de la república romana. Y en esta comparación, los diputados federales han actuado como manifestación de la partidocracia: jalando para con sus respectivos candidatos, en lugar de posponer lo que divide para cooperar, legislativamente, con los intereses que benefician a la nación si es que a ésta representan y no a sus facciones. Los congresos de los estados y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal hacen más de lo mismo: sirven al desgobernador en turno y al jefe de gobierno defeño, marginando a la sociedad que pide beneficios colectivos.

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