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Lo peor que podría pasarle a México es otra Revolución

Empiezan a barajarse nombres para disputarse la Presidencia de la República en 2018, a pesar de la descomposición del antiguo presidencialismo y el descrédito de los partidos, más la creciente ola de candidatos independientes, en las agitadas aguas de la crisis económica del neoliberalismo que arrastra al capitalismo mismo, como el rostro auténtico tras la máscara de aquel. Y la acumulación de problemas: pobreza masiva (55 millones que son la mitad de la población); desempleo (con 44 millones de mexica­nos en la informalidad); la corrupción de la élite en los tres poderes federales y en las 32 de las entidades; la impunidad, por las complicidades entre los gobernantes, la sangrienta inseguridad con los sicarios del narcotráfico, los feminicidios, los secuestros, las desapariciones forzadas y los abusos sexuales con la misma pederastia, para sólo mencionar a los primeros cinco asuntos del catálogo nacional, son más que suficientes para fundamentar los hechos y síntomas del descontento popular contra el mal gobierno de presidentes municipales, desgobernadores y el mismo presidente en turno, desde cuando menos Díaz Ordaz, o tal vez desde Miguel Alemán (1946-1952) hasta Enrique Peña Nieto, en lo que lleva de su período (2012-2016).

Entre los 80 mil homicidios, otra reportera asesinada

Desde que inició el combate a muerte contra las delincuencias organizadas, sobresaliendo la del narcotráfico, a partir del calderonismo y lo que va del peñisimo, en el contexto de las violaciones a los derechos humanos del inmenso resto de los mexicanos, hemos transitado de más de 100 mil homicidios del sexenio inmediatamente pasado a otros 80 mil del presente, en lo que ya es un baño de sangre que tiene a la nación sumida en el pánico y la desesperación, ante la incapacidad del gobierno peñista y de los desgobernadores que sólo abusan en sus ínsulas que les escrituraron los partidos.

Pobreza, impunidad, corrupción, derechos humanos e inseguridad

No es el tercer año, sino los 2 anteriores de este sexenio –al que desgraciadamente le falta la mitad– los que han mostrado que el peñismo no ha sabido resolver los problemas de su competencia. Ha sido éste un mal gobierno. Y no porque los anteriores hayan sido mejores. Nada de eso, pero lo que está en cuestión es el presente, que de esto trata la política responsable. En todos los frentes de sus obligaciones, Enrique Peña y su grupo han resultado ineficaces. Se agudizan esos problemas. La pobreza aumenta y ya debe haber más de 55 millones que, con comedores dizque gratuitos que no atienden ni a 2 millones de mexicanos necesitados, busca el peñismo paliar el hambre. Y todo porque crece el desempleo, al no saber Peña cómo convencer a los empresarios para que su capitalismo genere ocupación.

El derecho a defender los derechos humanos

En 2015 se perpetraron, al menos, 76 casos de violaciones de derechos humanos y agresiones contra defensores de derechos humanos en 20 estados de la República. La mayoría ocurrió en Chiapas, Oaxaca, Distrito Federal, Guerrero y Veracruz. La mayor parte de los casos se cometieron contra defensores de la tierra y el territorio. El 58 por ciento de los perpetradores fueron actores estatales.

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