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La farsa de la reforma neoliberal de las telecomunicaciones

La reforma de telecomunicaciones es un engendro curioso. Es presentada por Enrique Peña Nieto como “una iniciativa que se diseñó, se dialogó y se acordó en democracia”, en la que “todas las voces cuentan [porque] son importantes para la construcción de los acuerdos en [un] clima de normalidad democrática”. Que busca “crear una nueva estructura institucional a favor de la competencia”, la “cobertura universal, la inclusión social, buenos precios, calidad en el servicio y en los contenidos”. En la que “el Estado establezca y haga valer su rectoría” sobre los grupos de poder y “la entrega o el retiro de concesiones no responderá a criterios políticos sino a criterios técnicos”, porque lo más importante es “atender las demandas más sentidas de los mexicanos de impulsar reformas transformadoras de nuestra realidad para servir a todo México”.

Hacia la restauración del presidencialismo despótico

La obstinación de algunos gobernantes por aparecer incesantemente ante los reflectores, aunque carezca de sentido, se asemeja al llamado trastorno obsesivo-compulsivo. ¿Qué objeto tiene remedar tradiciones ajenas cuando no se tiene nada relevante qué informar a la nación?

Cortinas de humo… Planes siniestros…

Enrique Peña, con su Pacto por México (Anti-México), ya impuso la reforma educativa para privatizar la educación, despedir maestros con el pretexto de la “evaluación” y hacer pagar más cuotas y gastos escolares a los padres de familia, con la frase: “gestión autónoma de las escuelas”.

En 25 años, 36 mil 606 feminicidios

El Estado de México encabeza la lista de las entidades con más asesinatos de mujeres en los últimos 25 años. En ese periodo, las ocho administraciones fueron del PRI.

Echó la casa por la ventana: ejes, decisiones, un pacto…

Peña-Partido Revolucionario Institucional (PRI) echado hacia adelante (del “arriba y adelante” de Echeverría), guardando más las formas un tanto cuanto republicanas, se atrevió a ir al Congreso de la Unión para “guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos” y ser investido de presidente constitucional. Luego, en lugar de los auditorios panistas para el show de Fox o Calderón, optó por el Palacio Nacional y ante la elite, escogidos e invitados extranjeros y nativos (la democracia sin el pueblo no obstante sus cuestionados 19 millones de votos) el mexiquense se lució. Echó la casa por la ventana, prometió el oro y el moro, incluso las estrellas se comprometió a bajar…

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