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El exterminio indígena

“¡Pinche indio!” resume el desprecio y la violencia que se ejerce contra los pueblos originarios de México. La frase –a flor de labio de capataces con o sin azote, terratenientes, políticos de todos los partidos, funcionarios, empresarios y encopetadas de salones de belleza–

Berto, en Guerrero

El aguacero había cesado y la selva escurría. Noche cerrada, sin luna. Las chicharras, alborotadas por la lluvia, zumbaban en coros de miles: un chirrido atronador. Un huaco, a lo lejos, lanzaba su graznido de advertencia. El vaivén de la hamaca dejaba asomar una guitarra, apenas rasgada de vez en vez por Berto, quien dormitaba, susurraba, soñaba.

Jacobo Silva Nogales: los días en el purgatorio

Su ingreso al penal de máxima seguridad le pareció un alivio. No sabía que el “aniquilamiento de la persona” ahora era distinto, pero no había terminado. Compartió crujía con Miguel Ángel Félix Gallardo, Caro Quintero, Francisco Arellano Félix, Chávez Araujo, Pardo Cardona y Tinoco Gancedo. Más tarde, con Ignacio del Valle, líder de San Salvador Atenco, con quien trabó una profunda amistad. Jacobo Silva Nogales, se repuso del más crudo enclaustramiento que se ejerce en México y recuperó a su familia, se convirtió en pintor y se hizo cargo de su propia defensa legal y de la de su esposa. Obtuvo la libertad al ganar el juicio al Estado mexicano en 2009

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