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“Donde manda Azcárraga no gobierna Peña Nieto”

Nostálgico del sistema presidencialista fuerte, omnímodo, desde la máxima tribuna de la llamada república, un orador evoca la rehabilitación de la potestad rectora del Estado perdida durante la pesadilla teocrática panista, abyectamente entregada al vasallaje y la rapiña de los grupos de poder internos y externos, en particular de los oligárquicos, a cambio de su fallido respaldo para tratar de mantenerse en el gobierno, cuidándose, desde luego, de señalar que su debilitamiento no fue iniciado por los panistas.

De las telecomunicaciones a Alejandra Sota

Para cumplir y hacer cumplir como norma de conducta toda frase-concepto de una constitución se requieren leyes reglamentarias en la medida que todo acto humano es un acto jurídico. Y para complicarnos más la interacción en la convivencia social, esas leyes reglamentarias a su vez necesitan reglamentos administrativos, según la materia de que se trate: policiaca, fiscal, comercial, laboral, etcétera. Si nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos fue objeto de reformas a los pocos días de su expedición, tanto éstas, como las contrarreformas que la han ido poniendo al día hoy suman más de 700.

La marcha de la insensatez

Entre la demagogia que rezume a borbotones el proyecto (contra) reformador de Enrique Peña Nieto se escapan las verdades lacerantes que sus promotores y sus publicistas no logran dulcificar con los placebos de su retórica fatua, con el objeto de que la población las trague plácidamente. En su “conjura contra la nación”, siempre tratan de “engañarla con los mismos eufemismos y argumentos insostenibles”, como diría Manuel Bartlett.

La farsa de la reforma neoliberal de las telecomunicaciones

La reforma de telecomunicaciones es un engendro curioso. Es presentada por Enrique Peña Nieto como “una iniciativa que se diseñó, se dialogó y se acordó en democracia”, en la que “todas las voces cuentan [porque] son importantes para la construcción de los acuerdos en [un] clima de normalidad democrática”. Que busca “crear una nueva estructura institucional a favor de la competencia”, la “cobertura universal, la inclusión social, buenos precios, calidad en el servicio y en los contenidos”. En la que “el Estado establezca y haga valer su rectoría” sobre los grupos de poder y “la entrega o el retiro de concesiones no responderá a criterios políticos sino a criterios técnicos”, porque lo más importante es “atender las demandas más sentidas de los mexicanos de impulsar reformas transformadoras de nuestra realidad para servir a todo México”.

Enrique Peña Nieto: va por la tercera reforma

Luego de sus propuestas, una aprobada como ley (aunque todavía sin ser puesta en acción) en materia de educación y otra a discusión entre legisladores sobre los cambios en telecomunicaciones, ahora, presurosamente, Enrique Peña Nieto lanza la reforma energética mientras se arrodilla ante el nuevo papa, algo nunca visto en la historia liberal mexicana.

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