Luis Rodríguez Ibarra pertenece a una familia pionera en México en la fabricación de prótesis y calzado ortopédico, con más de siete décadas en el mercado. En entrevista explica cómo se elaboran estos aparatos desde que son diseñados, cuándo deben utilizarse y porqué cada vez es más frecuente que las personas mayores de 40 años pierdan alguno de sus miembros.
José Manuel Meza / Reynosa, Tamaulipas
Basta imaginar qué pasaría si de un momento a otro ya no tuviéramos una pierna, o nos faltaran manos para poder realizar nuestras actividades de todos los días. Seguramente entraríamos en “shock” y sería muy difícil reponerse de un trance de esa naturaleza.
Luis Rodríguez Ibarra se dedica a ayudar a quienes carecen de alguna extremidad de su cuerpo o tienen problemas motrices, en base a objetos diseñados a la medida exacta que, si bien jamás sustituirán la parte ausente, si permiten llevar una vida lo más normal posible.
Radicado en Monterrey, Nuevo León, pero establecido comercialmente desde hace más de 30 años en Reynosa en su negocio conocido como “Casa Rodríguez”, este especialista en ortopedia y ortesis, ha atendido pacientes de todos tipos: desde quienes necesitan sólo una plantilla para corregir su pisada, hasta aquellos a los que les faltan ambos brazos y piernas.
Explica que fabricar prótesis, así como zapatos ortopédicos para niños y adultos es como cualquier profesión, lo importante es lograr que la gente recupere su movilidad y autoestima.
Sin embargo, una de las peores experiencias por las que pueden atravesar los seres humanos es sufrir una amputación, porque –a decir de este profesionista– sienten que se les acabó la vida y algunos pierden las ganas de seguir adelante.
“Hay personas que batallan mucho para recuperarse anímicamente, depende del carácter de cada quien. .
“Recuerdo un caso en particular de un joven que venía de Tampico, quien sufrió un accidente. Su mentalidad me impresionó. Este muchacho en menos de 60 días estaba funcionando con sus prótesis de brazo y de pierna y no se veía que le afectara su condición”, describe.
‘MIEMBRO FANTASMA’
Según las experiencias que, asegura, le cuentan sus pacientes, una vez que comienzan a utilizar sus brazos o piernas artificiales, existen quienes se olvidan que están mutilados.
“Hay algunos que me dicen que tienen comezón en el dedo gordo del pie o en la planta del pie. Y por eso se da la sensación del miembro fantasma, que estas personas sienten sus extremidades”, explica.
Este experto afirma que su trabajo no termina con la elaboración de un aparato, sino que también enseña a saberlo utilizar, para lo cual cuenta con instalaciones especiales donde la gente practica.
“¿Qué va a suceder en las paralelas?, bueno, pues nosotros les vamos a decir como dar el paso, descargar el peso del cuerpo sobre la prótesis, cómo buscar el talón, porque éste está en la mente, ya no existe físicamente; la distancia de los pasos, la cadencia. Prácticamente hay que volver a enseñar a caminar a la persona”, manifiesta.
No obstante, cuando el paciente se adapta a su nuevo miembro pélvico, es casi imposible para los demás darse cuenta que éste es sintético.
DIABETES PRINCIPAL CAUSA DE AMPUTACIONES
Con más de cuatro décadas en esta carrera, Rodríguez Ibarra, calcula que en México existen al menos cinco millones de personas a las que les falta alguna de sus extremidades y advierte que la mayoría de los casos están relacionados con la diabetes.
“Son personas de más de 40 años, generalmente. Claro, también hay traumatismos y accidentes, la gente puede tener 15 o 20 años y perder partes de su cuerpo. Incluso, tenemos niños que nacen con problemas congénitos, sin una pierna, pero podemos hablar de que al menos el 80 por ciento de los pacientes perdieron sus piernas por la enfermedad del azúcar”, alerta.
A pesar de esa incidencia, algo que conmueve a este especialista, confiesa, es atender a infantes, pues apenas van comenzando a vivir.
“Y es que un niño tiene toda su vida por delante, pero también de entrada le falta algo que para todos es muy importante, dos piernas o dos brazos, según sea el caso. Lo pone a uno pensativo aunque llevemos mucho en dedicarnos a esto”, señala.
Agrega que cuando las personas que atiende están en etapa de crecimiento, la misma prótesis se puede ir adaptando en medida de lo posible, aunque al final hay que diseñar varias piezas, pues las dimensiones de los niños cambian drásticamente.
SUS ALBORES
Luis Rodríguez Ibarra se inició en este noble oficio por herencia de su padre Luis Rodríguez Rivera y su tío abuelo, Anselmo Rodríguez, quien fue pionero en la fabricación de prótesis y calzado ortopédico en el país. Este último trabajó en la Ciudad de México para una compañía japonesa y una alemana, hasta que puso su propio negocio hace ya más de 70 años.
“La verdad cuando yo comenzaba había muy pocos protesistas y estábamos prácticamente atribulados con tantas personas que había que atender”, indica.
> -¿Qué tan común es perder un brazo o una pierna?, ¿es más habitual de lo que la gente piensa?
“Sí, sobretodo en pacientes de más de 40 años de edad, por la cuestión de la diabetes. Es algo evitable totalmente, pero hasta hace poco había muy poca cultura de cuidarse y mucha gente perdía sus brazos y sus piernas.
“Actualmente ya ha disminuido al menos una mitad la incidencia de esos casos, pero todavía falta avanzar en la prevención, con la comida y el ejercicio”, considera.
Rodríguez Ibarra explica que normalmente cuando una persona es amputada el tejido se le vuelve a normalizar y el hueso se corta a cierta distancia y se deja un cojín carnoso en el extremo, que permite en el futuro colocar un órgano postizo.
Menciona que lo que viene en cuestión de tecnología es sorprendente, porque ya existen prótesis bioeléctricas y prótesis que se instalan por medio de cirugía. Los electrodos van conectados a los nervios truncados y se emplean materiales muy resistentes como el carbono y otros suaves como el silicón.
“En realidad hay avances muy buenos, pero fuera del alcance de las mayorías por el costo”, añade.
Este protesista estima, además, que los trasplantes de miembros también son otra alternativa que está siendo impulsada, aunque a nivel mundial aún se encuentra muy lejana de convertirse en una regla general, porque apenas se empieza a hacer.
ZAPATOS ORTOPÉDICOS
Parte de su mercado se concentra en la fabricación de calzado ortopédico. El primer paso es sacar una plantilla.
“A veces no es tan grave como parece. En mucha gente adulta se resuelve el problema con una plantilla especial. En algunos aspectos, pues sí, cuando alguien no tiene una pierna o un brazo es diferente el tratamiento”, compara.
Menciona que en la ortopedia se le toman trazos al paciente, se le ve caminar y se verifican las dimensiones. Se ubican los arcos anatómicos y de acuerdo a ello se diseña.
Aclara que en Monterrey se fabrican las piezas y aquí en Reynosa se diseñan, se prueban y se entregan.
“Generalmente el zapato ortopédico se diseña en tipo borceguí, que es un cierre beisbolero (que llega arriba del tobillo), porque gran parte tiene cinta y se hace en diversos materiales. Puede ser piel suave, guante y hasta incluso cuero de cabra, y por fuera lleva presentación comercial, que no se sabe distinguir que es ortopédico”, cuenta.
Asimismo, Rodríguez Ibarra da a conocer que también puede diseñarse un zapato ortopédico sobre tenis y la calidad del calzado es mucho mejor al que ofrecen las zapaterías, ya que sus productos tienen más vida y se hacen de acuerdo a las necesidades de cada paciente.
LAS REALIDADES
El entrevistado dilucida que quienes más usan calzado ortopédico son personas enfermas de diabetes.
“Nosotros tenemos un zapatero artesanal, de los cuales yo creo que en México no hay más de cinco. Esta persona prepara el zapato desde las hormas que están diseñadas de acuerdo al problema que tenga el paciente. No es algo muy común el zapato muy especial, pero sí el calzado para diabético.
“El especial puede llegar a costar entre tres y cinco mil pesos, pero el de diabético anda en unos mil y mil 500 pesos, mientras que para niño hablamos de 500 y mil pesos generalmente por cada par”, da a conocer.
Subraya que estos instrumentos sí solucionan los problemas de fondo, pero se requiere de paciencia y disciplina.
“Si el menor ya se acabó el primer par (que tiene una vida de ocho meses) debe venir por el siguiente. Lo más ideal es no quitárselo nunca, si a caso para una fiestecita, pero nada más. El resto del tiempo hay que usar su zapato especial y un tratamiento generalmente lleva de tres a cinco años”, ilustra.
Acerca de que los ortopedistas ocupen los primeros lugares en quejas ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), este experto revela que existen dos motivos:
“Lamentablemente lo que yo he visto como profesionista es que de 10 protesistas si a caso uno tiene los conocimientos y la eficiencia para resolver un problema, entonces es algo contrastante.
“En Monterrey creo que habrá alrededor de una centena de negocios dedicados a esto, pero ni siquiera llegan al 10 por ciento los establecimientos eficaces, por eso también hay muchas quejas”, lamenta.
Señaló que en el caso de los niños con anomalías en su pies lo recomendable es empezar a tratarlos desde los dos años, cuando es un problema genérico de pie plano o secuela de rotación, pero cuando es genético desde que nace hay que estarle poniendo correctivos. Abunda que hasta los 14 o 15 años puede alcanzarse a corregir el inconveniente.
“Los problemas de rotación tienen que ver con los niños que seguido se caen. O están chocando los tobillos, porque están desplazados, o al caminar presentan una rotación interna que al dar el paso y girar hacia dentro la punta del pie con su propio pie se vienen al piso. La rotación normal es de cinco grados.
“En el caso de las rodillas, éstas tienen un problema de origen genético que a veces es acentuado”, comenta.
En cuanto a otras malformidades relacionadas con los pies este ortesista refiere algunas:
“En adultos también tenemos que hay callosidades muy marcadas en la parte lateral, en el calcáneo. Es muy diverso lo que puede presentar un adulto.
“En tanto, un juanete se corrige de dos maneras. Se le ayuda con una ferulita pero no desaparece el problema, aunque en muchos casos se requiere la cirugía. Cuando no es muy acentuado el problema puede diseñar un soporte metatarsal y la férula se utiliza en la noche.
“Los que tienen los dedos torcidos es por lo regular de origen genético o a veces porque se utiliza un zapato muy estrecho. Hay solución con un soporte”, destaca.
EL PROCESO DE LA PRÓTESIS
En cambio, para construir una pierna, un pie, un brazo o una mano artificial se saca un molde de yeso de la parte amputada con medidas referenciales del miembro que está completo.
Luego se vacía también en yeso y se hace una conformación, para que al momento de que la persona descargue su peso sobre esa prótesis caiga sobre ciertos puntos especiales.
“Después de esto se vierte sobre el molde un termoplástico, para obtener un socket de contacto total, y sobre este socket, que es una réplica exacta del muñón de la persona, se va a recargar la fuerza de apoyo.
“El socket es la carcaza o el recubrimiento del termoplástico sobre el muñón de la personas. Es la parte donde entra el muñón (extremo), porque el resto de la prótesis ya lo conforma el sistema esquelético. Finalmente el acabado es de una cubierta cosmética con la forma de la pierna compañera”, dilucida.
El propietario de “Casa Rodríguez”, la cual se encuentra sobre la calle Aldama, especifica que desde que comienza el diseño hasta que concluye el producto puede ser entregado al cliente en un plazo no mayor de 20 días.
“Una prótesis se puede diseñar en una semana, pero las pruebas y el acabado vamos a decir que de dos a tres semanas a partir de que se toma el molde.
“Se hace de acuerdo a lo que requiera precisamente el peso de la persona, porque como se puede diseñar para 75 kilos, también para 150 kilos.
“Al final, una vez que tenemos la prótesis, se debe probar, se pone a la persona a caminar, se alinean los sistemas mecánicos que se utilizan, la rodilla, la articulación del tobillo, el pie, de acuerdo a la marcha de la persona para la cual va a ser diseñada”, precisa.
Lo cierto es que desde el uso de un zapato ortopédico hasta una prótesis puede mejorase radicalmente la calidad de vida. Para quienes pasan por la experiencia de tener ausente alguno de sus miembros, sin estos instrumentos seguir adelante es demasiado complicado, pero con ellos es más fácil volver a sentirse útil e independiente.
Fuente: Contralínea 80 / Agosto 2012