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Los solapadores firmantes de la comunidad cultural a favor de Xóchitl Gálvez

Los solapadores firmantes de la comunidad cultural a favor de Xóchitl Gálvez

Un día después de la manifestación de la “marea rosa”, 250 personas dieron a conocer un manifiesto en el Palacio de Minería de la CDMX
FOTOS: ROGELIO MORALES /CUARTOSCURO.COM

El pasado 20 de mayo, un día después de la manifestación de la llamada “marea rosa”, 250 personas dieron a conocer un manifiesto en el Palacio de Minería de la Ciudad de México. Por demás irrisorio y desfachatado, es propio de un grupo minoritario abstraído de la realidad nacional.

Bajo el título Integrantes de la Comunidad Cultural a Favor de Xóchitl Gálvez fue publicado en las revistas Letras Libres de Enrique Krauze y en Nexos de Héctor Aguilar Camín. Las lumbreras intelectuales señalan que:

“Los que firmamos este manifiesto tenemos diferentes puntos de vista políticos e ideológicos. Hemos decidido manifestarnos públicamente debido a que el gobierno de López Obrador y su partido pretenden extender la deriva autoritaria durante el próximo sexenio, lo que significa una grave amenaza para la democracia”.

La diversidad de los puntos de vista políticos se entiende, pues pertenecen a la coalición de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD). Sin embargo, los “principios individuales” se han desvanecido en los últimos años. Al final, se mezclaron en el amasijo de intereses que representa Xóchitl Gálvez, quien, por cierto, se ha declarado daltónica en cuanto a colores partidistas. Por ello, declara, carece de una ideología.

Estos brillantes seres de profundo pensamiento se expresan un día después de haberse manifestado libremente en algunas plazas del país y en el Zócalo de la Ciudad de México, justo enfrente del Palacio Nacional, donde trabaja y vive al que llaman autoritario.

“Autoritario”, dicen. El presidente Andrés Manuel López Obrador nunca ha reprimido, ni coartado el derecho a manifestarse y expresarse. A tal grado que, día con día, los conservadores de la derecha lo insultan, lo difaman. Y ninguno está encarcelado ni se le ha corrido de su trabajo o se le ha cancelado su medio de comunicación.

Podemos empezar por Aguilar Camín, quien ha llamado “pendejo” al primer mandatario. En tiempos de Calderón, Fox o Peña, o de cualquiera de sus predecesores, ese insulto habría valido una buena friega física o un rotundo estate quieto de censura. Sin embargo, hoy no ha sido así.

Y, por supuesto, que nunca se habría atrevido, pues no iba a morder las manos de quienes lo alimentaban con el chayote salarial. Contralínea ha expuesto las cartas que Aguilar Camín enviaba a Carlos Salinas de Gortari, con el propósito de pedirle más dinero pactado por algún encargo, así como los cheques de esos pagos.

El manifiesto sigue: “Ello implica la continuidad de la corrupción política y una creciente inseguridad que ha dejado buena parte del país a merced del crimen organizado. Se agrega la amenazante militarización del territorio, que se ha convertido en parte del problema y no de la solución”.

Los firmantes son tan farsantes; el párrafo anterior constata esta afirmación. De acuerdo a las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), en números por cada 100 mil habitantes, la mayoría de los delitos lograron ser estabilizados por el actual gobierno. Asimismo, fueron llevados hacia la baja, incluidos delitos graves como el homicidio y el secuestro, además del robo y la extorsión; entre otros.

De igual manera, la militarización, de la cual hablan, debe ser el Ejército y su labor de construcción de trenes y otras obras públicas. O quizás, la profesionalización de los cuerpos policiacos en la Guardia Nacional. Pues la militarización de antes no se da más: el Ejército y la Marina ya no combaten algunos cárteles, mientras favorecen a sus aliados entre el crimen organizado.

Sus Majestades del coeficiente cerebral continúan: “Vivimos en una coyuntura muy peligrosa. Las elecciones del próximo junio serán una confrontación entre el autoritarismo y la democracia. Creemos que la opción democrática está representada por Xóchitl Gálvez. Nuestro llamado a votar por ella responde a la enorme urgencia de defender la democracia amenazada”.

Han perdido de vista que la coyuntura peligrosa para ellos y sus intereses ya sucedió. En 2018, el verdadero autoritarismo fue aplastado por una abrumadora mayoría en las urnas, más de 30 millones de votos a favor del presidente López Obrador. Con nuestro sufragio libre, impedimos que el régimen prianista realizara otro fraude, como los acontecidos en 2006 y 2012.

Si consideran una “opción democrática” a la candidata seleccionada mediante un fraude y una imposición al interior de la coalición Fuerza y Corazón por México, los firmantes son solapadores de la vieja manera de actuar. Incluso, varios han negado los evidentes fraudes de 1988, 2006 y 2012. Igualmente, han avalado el autoritarismo en sus escritos y manifiestos.

“Defender la democracia” sólo se puede equiparar a “el INE no se toca” o “el Poder Judicial no se toca”. No puede ser de otra manera. Con esas frases, se han ido aglutinando los más mezquinos intereses partidistas del PRI, PAN y PRD.

Asimismo, con ese escudo de supuesta libertad, se han unido las ambiciones del gran calado de grupos empresariales dirigidos por Claudio X González, así como los más oscuros deseos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No podemos olvidar la reciente reunión clandestina de la ministra presidenta Norma Piña con Alito Moreno, líder del PRI, en tiempos electorales.

FOTO: MARIO JASSO/CUARTOSCURO.COM

Se mezclan y mezclan en una olita rosa, que no marea, pues son menos en comparación con los que vamos a votar por la doctora Claudia Sheinbaum. Y en el cierre del manifiesto, los firmantes se aprecian con mayor vértigo, ya que dicen:

“El peligro de una regresión autoritaria ha ocasionado que fuerzas políticas y partidos de diferente orientación se hayan unido para defender la democracia. Ante esa polarización en dos bandos, instigada por el gobierno, buscamos la pluralidad democrática que propicie el diálogo, la discusión, los pactos razonados y la tolerancia. Polarizar implica que un polo hegemónico acabe por aplastar a los adversarios como si fueran enemigos. Frente a la uniformidad gris y autoritaria del obradorismo, apoyamos la pluralidad multicolor de la oposición. Por estas razones, llamamos a votar por Xóchitl Gálvez”.

Si partidos de “diferente” orientación se han coaligado, no fue por instigación del gobierno. El verdadero responsable es Claudio X González, quien convocó a una reunión a los dirigentes en plena pandemia de la Covid-19. El objetivo era polarizar al electorado en dos bandos, pero no logró embaucar al dirigente de Movimiento Ciudadano (MC). Por esto, asistiremos a una elección con tres vías partidarias.

Si hoy se unieron, es porque perdieron en la elección presidencial de 2018. El PAN, en alianza con el PRD y MC, obtuvieron 12 millones 610 mil 120 votos; el PRI, en coalición con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), obtuvo 9 millones 289 mil 853 sufragios.

El presidente López Obrados ganó con 30 millones 113 mil 483 votos. Es decir, si el PAN, el PRI y el PRD hubieran ido juntos, habrán sumado menos de 22 millones. De igual manera, el primer mandatario habría triunfado por más de 8 millones de votos.

Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano no tuvieron otra opción que volverse daltónicos. Buscaron conciliar sus intereses para intentar el mayor número posible de sufragios en la próxima elección del 2 de junio.

Puede ser que, en algún momento, creyeran que Xóchitl Gálvez tendría alguna posibilidad de ganar la presidencia; se vale soñar. Sin embargo, elegir a una candidata tan colorida, tan dicharachera, tan poco seria, tan mentirosa y tan incapaz terminó por ser un favor a la cuarta transformación (4T). La campaña electoral le ha quedado enorme.

Este grupo de personas, autodenominados intelectuales, presumen un alto grado de conocimiento y vasta cultura. Que hayan decidido apoyar a la candidata más vulgar e inculta expone la decadencia del ámbito académico mexicano.

No puede ser que estos ilustres personajes no hayan notado que Gálvez no tiene un proyecto de nación. Los partidos multicolores y las fuerzas políticas detrás de ella tampoco lo tienen. Sólo intentan regresar a ese pasado autoritario de los regímenes prianistas.

Sin embargo, tiene sentido este apoyo incondicional. Al parecer estas lumbreras del saber también anhelan volver a aquellos tiempos, cuando eran considerados los amos y señores de un ámbito cultural de fantasía, con el cual sueñan.

Anhelan tanto el ayer que no se han dado cuenta que la realidad mexicana cambió. La mayor parte de la sociedad aprueba el desempeño del presidente; arriba del 70 por ciento. La gente ya no va a comprar sus cuentas de vidrio.

Esos firmantes son la “Deriva Autoritaria” de hace unos años. Son quienes han firmado cualquier documento que vaya contra el jefe del Ejecutivo federal y la 4T. Son quienes se han vuelto los solapadores de una oposición política sin proyecto de nación.

El PRIAN, con el PRD apenas respirando, ansía volver al pasado retrógrado, en el cual aplastaba cualquier oposición, con matanzas, desapariciones y fraudes. Desea volver a los tiempos, cuando los verdaderos autoritarios echaban mano de los “intelectuales” y de la gran mayoría de los medios de comunicación para justificar sus tropelías, corrupción y crímenes.

Roberto Galindo*

*Escritor; maestro en Ciencias con especialidad en Exploración y Geofísica Marina; maestro en Apreciación y Creación Literaria; licenciado en Arqueología especializado en Contextos Sumergidos; licenciado en Letras Hispánicas; licenciado en Diseño Gráfico con diplomado en Museología

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