La agencia antidrogas de Estados Unidos, la Drug Enforcement Administration (DEA), mordió el polvo en su propio país y en México. Su más reciente informe es una retahíla de fracasos, un recuento de cómo se han hecho más poderosos los cárteles de las drogas, particularmente los mexicanos, en 10 años de supuesto combate frontal.

soldados

Si en verdad la misión era derrotar a los cárteles o minimizar sus actividades, vaya que han fracasado de palmo a palmo. Si en verdad tenían como objetivo acotar o acabar con el negocio de la venta ilegal de drogas, los resultados obtenidos son opuestos en 180 grados.

La información que permite concluir su rotundo fiasco proviene de su más reciente informe, es decir, son sus datos. El documento se titula 2017 National Drug Threat Assessment, que podría traducirse como Evaluación nacional de amenazas por drogas 2017. En Contralínea, durante la semana, dimos cuenta del informe y del estatus que, según esa poderosa agencia de seguridad estadunidense, guardan los cárteles mexicanos. Pero una visión de conjunto del documento, y sólo enfocando el papel que México y sus organizaciones  criminales tienen en el negocio, nos permite dimensionar el tamaño del fracaso.

La DEA tiene una gran responsabilidad de lo que ocurre en México. Es la punta de lanza de Estados Unidos en este país. Le abrió la puerta de par en par el presidente del sexenio pasado: Felipe Calderón, un político gris, mediocre y escaso de luces que se encaramó al poder aunque para ello desatara una violencia que no se veía en el país desde los tiempos de la Revolución.

Calderón –como ahora Peña Nieto– ni siquiera fue el autor de tal política de Estado. La “guerra” que padece México fue decidida en Estados Unidos. Sigue sus directrices y protege sus intereses. Y aquí a gobiernos y alta burguesía les ha permitido mantener a raya cualquier intento de protesta masiva popular.

Estados Unidos decidió la “guerra”, condicionó a ella el apoyo al endeble gobierno de Calderón (y al de Peña, aunque con otros matices) y alentó la militarización del país. Además, armó a todos los bandos beligerantes. Prácticamente todas las armas que han servido para asesinar a más de 160 mil, desaparecer a 30 mil y desplazar a 300 mil, provienen de ese país.

Para empezar, y luego de 10 años de la actual estrategia antidrogas, el documento de la DEA encuentra que las organizaciones criminales transnacionales mexicanas representan para Estados Unidos “la mayor amenaza” por trasiego de drogas. Nadie más puede desafiar en estos momentos a los cárteles mexicanos, en específico a seis de ellos: el de Sinaloa, el de Jalisco Nueva Generación, el de Juárez, el del Golfo, Los Zetas y la diáspora de grupos que integraron la Organización de los Beltrán Leyva.

El fiasco es tal que México se ha convertido en el segundo productor mundial de heroína y el principal abastecedor, de manera indiscutible, del mercado gringo. El cultivo de amapola en praderas mexicanas sigue aumentando, reconoce el informe. Además, con la ventaja competitiva que es “de alta pureza y bajo costo para comercializar en todo Estados Unidos”.

Otra estampa del fracaso es la capacidad de las organizaciones criminales para incorporar nuevos productos a su modelo de negocio, como el fentanilo y otros opioides sintéticos. Si los criminales chinos empezaron dominado el mercado de este tipo de drogas, los mexicanos ya se les emparejaron. Con respecto de las metanfetaminas, casi el ciento por ciento de las que se consumen en Estados Unidos se elabora en México.

La DEA ensalza las capacidades de los cárteles mexicanos aunque con ello de fe de su incapacidad. Minimiza la participación de estadunidenses en el trasiego de drogas. Según su informe, exclusivamente mexicanos se encargan de la distribución y venta de drogas ilícitas en Estados Unidos. Si acaso, hay algunos estadunidenses pero “de origen mexicano” que, además, guardan estrechos lazos con sus familias y comunidades en México.

Las capacidades desarrolladas por los narcotraficantes mexicanos los han llevado a construir, en las propias narices de las autoridades a ambos lados de la frontera, túneles subterráneos, “que se originan en México y que a menudo conducen a refugios seguros en el lado estadunidense”. Desde 1990 y hasta enero de 2017, se habían descubierto 232 túneles. La mayoría de ellos, del Cártel de Sinaloa.

Otra muestra más de cómo la “guerra” de la DEA en México ha hecho más fuertes a sus supuestos enemigos es la subordinación de los cárteles colombianos. Los otrora mandamases y todopoderosos cárteles de Colombia ahora dependen de una asociación con los cárteles mexicanos. La cocaína proveniente de Colombia sólo puede ingresar a los mercados de Estados Unidos mediante las organizaciones criminales de México.

Los cárteles mexicanos “a menudo envían representantes a Colombia, Ecuador y Venezuela para coordinar los envíos de cocaína”.

Lo mismo ocurre con los cárteles de Centroamérica: trabajan con los mexicanos de manera subordinada.

Su influencia no sólo se queda en el Continente Americano: las organizaciones criminales mexicanas trabajan con mafias de otras latitudes. “Están utilizando cada vez más una organización china de lavado de dinero con sede en la Ciudad de México para mover las ganancias de las drogas. Se informa que este grupo chino tiene células en Nueva York y Los Ángeles que pueden recibir efectivo a granel para un eventual pago en la Ciudad de México en el mismo día por una tarifa nominal”.

Además, las pandillas callejeras continúan trabajando con organizaciones criminales mexicanas tanto en México, como a lo largo de la frontera y en todo Estados Unidos. “Algunas de las pandillas transnacionales, como Barrio Azteca y MS-13, tienen una presencia notable tanto en los Estados Unidos como en México. Aunque las pandillas callejeras continúan trabajando con los cárteles mexicanos, estas relaciones se basan más en la ubicación y las relaciones familiares, personales y comerciales que en las afiliaciones estrictas” a un grupo.

Es apenas un somero panorama. Ha quedado claro que la “guerra” que se empeñan en sostener está perdida. ¿O nunca tuvo ese propósito? ¿Siempre el objetivo fue someter a la sociedad mexicana en la desesperanza, el miedo y la apatía?

Zósimo Camacho

[BLOQUE: OPNIÓN][SECCIÓN: ZONA CERO]

 

 

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