Moscú. Rusia parece presentarse como portera del desarme global ante los intentos de Estados Unidos de eliminar uno de los últimos obstáculos del control sobre el mecanismo de armamentos estratégicos. Un “gol” en ese sentido sería la salida estadunidense del Tratado de Armas Nucleares de Mediano y Corto Alcance (INF), firmado el 8 de diciembre de 1987 por el entonces presidente Ronald Reagan y el máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov.
La avenencia fue el resultado de décadas de negociaciones, discusiones y demostraciones de fuerza de ambas partes para, finalmente, llegar a la conclusión de que era necesario sentarse a conversar sobre el control de armamentos.
En pleno auge de la Perestroika y la propuesta de distensión defendida por Gorbachov, se firmó una avenencia que significó la eliminación de dos tipos completos de armas de destrucción masiva: los misiles de mediano y corto alcance, basificados en tierra.
Para esa eliminación, acompañada de un complejo mecanismo de verificación mutua con vistas a la destrucción (desguace) total de ese tipo de armamento, se tuvo en cuenta un rango de 500 a cinco mil 500 kilómetros de alcance.
Rusia eliminó un total de 1 mil 846 misiles, incluidos los de mediano alcance (entre 1 mil y 5 mil 500 kilómetros) RSD-10 Pioner, y los de corto alcance (entre 500 y 1 mil kilómetros) OTR-22 Temp-C y OTR-23 Oka.
Estados Unidos sólo destruyó 846 cohetes, entre ellos los balísticos Pershing-2, con un radio de acción de 1 mil 800 kilómetros, Persihing-1A y los alados Tomahawk, en su modificación terrestre (BGMH09G).
De esa forma, la Unión Soviética eliminó 1 mil misiles más que Estados Unidos, cuyas fuerzas armadas conservaron ese tipo de armamento en aviones y buques de combate, lo cual quedó fuera del acuerdo.
Una de las razones por las que la Unión Soviética aceptó tales condiciones fue la capacidad de los referidos misiles de alcanzar el territorio de ese país en un plazo de 10 minutos, comentan medios de prensa especializados.
El INF se convirtió, por más de 30 años, en uno de los pilares del proceso de desarme estratégico, al cual perteneció en su momento el Tratado de Defensa Antimisil (ABM), hasta que Washington se retiró de este en 2002.
Al respecto, el presidente ruso Vladimir Putin declaró a medios de prensa serbios que la política seguida por la actual administración estadunidense es la de eliminar de forma paulatina el sistema mundial de armamentos.
Putin criticó a la Casa Blanca por tratar de enmascarar sus propósitos de salirse del INF con una campaña para acusar a Rusia de violar esa avenencia, cuando el único que la incumple es Estados Unidos.
En un primer momento, fue Washington el que anunció su intención de salir unilateralmente del INF, de una manera similar a como lo hizo con el ABM 17 años atrás.
Rusia desde hace varios años llamó a Estados Unidos a evitar el despliegue de elementos en Europa de su sombrilla antimisil, pues muchas de esas armas no sólo pueden ser empleadas para provocar un desbalance en la paridad nuclear, sino con propósitos ofensivos.
Durante las duras negociaciones para firmar el Tratado de Eliminación y Limitación de Armas Estratégicas ofensivas (Start-3), la parte rusa insistió en que al menos en su preámbulo debía aparecer una mención de las armas estratégicas defensivas.
La formulación de las acusaciones por violar el INF se hizo más específica en los últimos años, cuando Estados Unidos entró en la fase práctica del despliegue de fragmentos de su sistema antimisil en Polonia y Rumania.
En 2004, Putin advirtió que la salida etadunidense del ABM obligaría a su país a crear armamentos para superar esa sombrilla antimisil, garantizar así el balance estratégico mundial y reducir la tentación del uso del arma nuclear.
Quizás la presentación por Putin, en marzo de 2018, de los novedosos armamentos rusos, en su mayoría sin análogos en el mundo, catalizaron las viejas intenciones estadunidenses de salir del INF y, en general, de destruir el sistema global de desarme.
Desde Washington, algunos especialistas consideran que mientras Estados Unidos permanece limitado por el INF, casi un centenar de naciones, incluida China, quedaron fuera de esa avenencia.
Pero Moscú defiende el tratado y propone al menos modificarlo, pues eliminarlo sería una estocada al proceso de desarme y podría poner en riesgo a otros como el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968 o el Tratado sobre el Cosmos, de 1967.
Además de los arreglos mencionados, a Estados Unidos apenas le queda otro obstáculo, el Start-3, que debe ser prolongado en abril del próximo año, después de ser firmado el 8 de abril de 2010.
El Kremlin denuncia que la Casa Blanca no muestra interés alguno en extender ese arreglo que en su momento encontró resistencia, tanto dentro de Rusia como de Estados Unidos.
Uno de los puntos de discordia referidos al INF es la exigencia estadunidense de que Rusia elimine sus misiles 9M729, ubicados en los complejos terrestres móviles Iskander, con un alcance de 476 kilómetros, por debajo de lo estipulado en el acuerdo de 1987.
Rusia estima que con esa acusación, el Pentágono busca ofrecer explicaciones sobre la instalación de los sistemas marítimos Aegles en su versión en tierra, con rampas que pueden modificarse para lanzar Tomahawk, ahora emplazado en aviones y buques.
El Tomahawk posee un alcance superior a los 2 mil kilómetros y su instalación en un sistema en tierra sí viola abiertamente el arreglo firmado hace casi 32 años atrás.
Por lo pronto, Putin repite la misma advertencia: en caso de que Estados Unidos salga del INF e instale armas de ese tipo en Europa, Rusia aplicará medidas de respuesta que convertirán a varios países del viejo continente en blancos priorizados de sus armamentos.
Antonio Rondón/Prensa Latina
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