Contra la candidatura de Francisco J Múgica también trabajó activamente el Partido Acción Nacional (PAN), toda la derecha estaba contra este revolucionario. Pero había los “ultraderechistas” y los “moderados”, a la oligarquía le convino apoyar a estos últimos como arma más efectiva contra el cardenismo y su candidato natural.
En oposición a la radicalización que se había operado entre las bases almazanistas, y para “moderar” los radicalismos de los grupos ultraderechistas, el Grupo Monterrey decidió dar todo su apoyo a Ávila Camacho y procurar la creación del Partido Acción Nacional, que se fundaría al poco tiempo de la renuncia de Múgica a la candidatura y que iba a moderar el radicalismo de los opositores, siempre en la línea de atacar al gobierno cardenista y a sus reformas y cerrarle el paso al General Múgica.
En julio logran que Múgica retire su candidatura y para moderar los ímpetus almazanistas fundan el PAN dos meses más tarde, mismo que tras una serie de simulaciones de Manuel Gómez Morín iba a aceptar el triunfo de Ávila Camacho. Sobre el nacimiento del PAN, Luis Javier Garrido narra: El nacimiento del Partido Acción Nacional (PAN) constituyó en ese contexto un acontecimiento de singular importancia. En tanto que Ávila Camacho continuaba su precampaña electoral, los trabajos de diversos grupos derechistas culminaron entonces en la constitución de un nuevo partido, banqueros, empresarios, industriales, terratenientes y elementos cercanos al clero contribuyeron a su organización al igual que muchos miembros de la Unión Nacional Sinarquista (UNS).
La creación del PAN permitió contar con un medio de expresión a varios movimientos de derecha, que impugnaban las principales medidas reformistas del gobierno como la “educación socialista”, la reforma agraria y la expropiación del petróleo y que veían en las tesis del PRM (lucha de clases, marcha hacia el socialismo, etc.) una amenaza para sus intereses. El programa panista llamaba por consiguiente a consolidar la unidad nacional y preconizaba una colaboración entre las clases, la libertad religiosa y el respeto a la propiedad privada. (Garrido, 1986: 361).
Antes de erigirse el PAN, su fundador Gómez Morín veía dos peligros para México: uno, que siguiera la política de reformas cardenistas, el otro, que la llegada de Almazán al poder pudiese provocar una revolución.
En 1938, –decía– ya había en México una situación intolerable: una amenaza inminente de pérdida de la libertad.
Entonces empezamos a reunirnos aquí en la ciudad de México, y en los estados. Vimos otro peligro muy grave: se lanzaba la candidatura de otro general, Almazán: sabíamos que Cárdenas nunca entregaría el poder a Almazán por la buena: que si Almazán llegaba al poder, sólo podría llegar por una Revolución […] siempre pensamos y sostuvimos –decía– que se gobierna desde el gobierno o desde enfrente del gobierno también, si se logra crear una fuerza política suficiente (Wilkie y Monzón, 1978: 56).
Gómez Morín no quería una revolución, única forma que preveía para sacar al PRM del poder, más bien, buscaba presionar al gobierno para que Ávila Camacho tomara una política favorable a sus intereses y revirtiera los avances cardenistas.
Así que para los grupos económicos más poderosos era necesaria la creación de un partido de derecha que actuara con sensatez en esa coyuntura tan grave para el país. En tales condiciones se reunió en los Altos del Frontón México, que está enfrente del Monumento de la Revolución, con la Asamblea Constituyente del Partido Acción Nacional para deliberar del 4 al 17 de septiembre de 1939.
En su informe a la Asamblea Constituyente de Acción Nacional, el 14 de septiembre, Gómez Morín pintó de negro el panorama nacional, decía que: “… desde hace más de medio año hemos esperado intensamente esta ocasión (…) de organizar un partido contra las mentiras “sistemáticas” y las “ideologías contradictorias” porque “nunca como ahora han sido graves los problemas de México” y “en los últimos años, la vida pública ha sido tan frecuentemente, una mera explotación del poder” y el grupo de hombres adueñados del gobierno [está] cada vez más alejado del interés nacional, se preocupa exclusivamente por la retención del poder mediante la corrupción y el engaño, por lo que debemos procurar el cambio de quienes, en el poder público, desdeñando el objetivo principal para el que toda autoridad es instituida, sacrifican el bien común, la justicia y la seguridad, que son la base misma de la vida nacional a su interés o a su sectarismo personal” (Castillo Peraza, 1997: 133).
Ante el desastre nacional que pinta Gómez Morín, era necesaria la “salvación no solamente material, sino espiritual también”. Es interesante anotar que la corrupción y el engaño florecieron particularmente en los gobiernos de Obregón y Calles. Sólo hay que recordar el dicho de Álvaro Obregón: “ningún general resiste un cañonazo de 50 000 pesos”. Y aunque hubo funcionarios corruptos, este rasgo no caracterizó al gobierno de Cárdenas. Hay que recordar que Gómez Morín pudo haber denunciado la corrupción del gobierno cuando trabajaba en él, ya que colaboró con Obregón, De la Huerta, Calles, Rodríguez, y únicamente se acordó de denunciar la corrupción con Lázaro Cárdenas.
Por cierto, después de 1940, colaboró con Ávila Camacho y Miguel Alemán. Y no había servido en cualquier puesto, fue oficial mayor y Subsecretario de Hacienda con Obregón, renegoció la deuda externa con Adolfo de la Huerta, que por cierto culminó con el convenio Lamont-De la Huerta, sumamente desventajoso, pues reconoce una deuda de 1 450 millones de pesos que estaba muy inflada, recordemos que la deuda heredada por Porfirio Díaz era de 442 millones.
El fundador del PAN, con Plutarco Elías Calles encabezó el Banco de México, para luego ocupar la rectoría de la UNAM con Abelardo Rodríguez. De hecho, Gómez Morín toleró la corrupción muchos años, lo que no pudo tolerar fueron las reformas sociales, la expropiación petrolera, el reparto agrario y la política internacional soberana que distinguió al gobierno de Lázaro Cárdenas. Colaboró con todos los precursores, el fundador y los presidentes del Partido Nacional Revolucionario y sólo fue virulentamente opositor de Lázaro Cárdenas del Río.
Es también ilustrativo el nombre que adoptó el nuevo partido: Acción Nacional. Dado que legalmente no podían existir partidos confesionales no podía llamarse “católico”, como el Partido Católico Nacional, pero sí hizo llamar a su periódico El Nacional, como el del Partido Católico Nacional. Por otra parte, en la España monárquica se había fundado en 1931 el Partido Acción Nacional que defendía al rey.
El apelativo “Nacional” tenía connotaciones muy claras, ya que en Europa prácticamente todos los partidos nacionalistas tenían un carácter fascista. En 1933, Hitler creó el Partido Nacional Socialista, en Alemania. Mussolini, creó el Partido Nacional Fascista, en Italia. El proyecto fascista de Francisco Franco se llamó España Nacional. En Suiza, los fascistas fundaron el Frente Nacional Suizo en 1930, en Suecia se fundó el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores de Suecia.
En Dinamarca, en 1930, la extrema derecha creó el Partido Nacional Socialista de Dinamarca. En Holanda, en 1930 nació el Partido Nacional Socialista de los Países Bajos. En Rumania, al llegar al poder los fascistas en 1940, fundaron el “Estado Nacional”; en Bulgaria, se fundó en 1932, el Movimiento Social Nacional que se asoció con la Unión Nacional de Legiones Búlgaras. En Hungría fundaron en 1935 el Partido de la Voluntad Nacional (Mandel,2011) (Bolinaga, 2008).
El PAN español se creó para oponerse a la Segunda República Española y a sus medidas progresistas. Cuando el dictador Franco firmó un Concordato con el papa Pío XII en 1953, fue explícito que buscaban defender el Nacional Catolicismo. En México el término “Nacional” también fue el que utilizaron los fascistas, como la Unión Nacional Sinarquista y su lema era “el sinarquismo es: acción y espíritu”.
Por otro lado, se había desarrollado la Acción Católica y la Acción Católica de la Juventud Mexicana, que fueron un semillero para el nuevo partido y hay que recordar que Gómez Morín tenía culto por la acción.
En la asamblea constitutiva del PAN se discutió la cuestión electoral y la posibilidad de apoyar la candidatura de Almazán, quien inicialmente era el candidato de la mayoría de los fundadores del PAN; se dieron largas discusiones. Gómez Morín que había estado en contra de Múgica también se oponía a la candidatura de Almazán, entonces maniobró para manipular a la asamblea. Su primera táctica fue abstenerse de participar electoralmente y entonces, con respecto a la participación en las elecciones, Gómez Morín propuso la abstención que era la opción que había tomado la Unión Nacional Sinarquista, pero la mayoría lo derrotó.
Luego, al discutirse quién sería el candidato, Gómez Morín lanzó un candidato propio y propuso a Efraín González Luna, pero volvió a ser derrotado.
El 18 de septiembre, luego de dos días de intenso debate, el PAN decide apoyar al candidato de oposición de derecha Juan Andrew Almazán.
Pero Gómez Morín maniobra y condiciona el apoyo diciendo que “mientras el general Almazán vaya en el sentido que la opinión pública quiere, Acción Nacional apoyará, pero el día que pretenda seguir una vereda y no el camino real del evidente deseo del pueblo, ese día, proclamado o no candidato, el pueblo de México y Acción Nacional lo abandonarán…”. De hecho, lo “abandonó” para apoyar a Ávila Camacho.
Luego intervino para proponer que no se comprometieran con el candidato, ni lo fueran a ver y afirma que su objetivo “no es ganar una elección, sino luchar por la verdadera salvación de México” (Calderón Vega, 1990: 34).
Así, con estas maniobras, Gómez Morín le dio la vuelta al acuerdo de lanzar a Almazán como candidato, logró que el apoyo fuera condicionado, poco enérgico y que no se involucraran de hecho en su campaña. Con actitudes “puras” y “principistas” buscaba mitigar su oposición al gobierno para entenderse con él. También, un sector fuerte de la UNS buscó un acuerdo con Ávila Camacho que operó astutamente Miguel Alemán, hábil político que, muy activamente, buscaba dar marcha atrás a las políticas revolucionarias de Cárdenas.
Para unificar a los almazanistas, el 24 de enero de 1940 se formó el PRUN (Partido Revolucionario de Unificación Nacional). En el campo oficialista una fuerza fundamental para el PRM fueron la CTM y la CNC. Semanas antes de la elección, el PRUN denunció que habían formado grupos de choque y que se preparaba un “fraude electoral”.
Las elecciones fueron muy violentas y se dieron enfrentamientos en la mayor parte de las poblaciones. Hubo robo de urnas, se violó el voto secreto, se practicó el acarreo y el voto en varias casillas, así como el robo de casillas. La misma noche, el PRM anunció su triunfo.
Cuando anunciaron los resultados sólo le reconocieron 151 mil 101 votos a Almazán, frente a los 2 millones 476 mil 641 de Ávila Camacho. Estas cifras no convencieron a la población y contribuyeron a desprestigiar al PRM ante los ojos de muchos. El 21 de septiembre de 1940 Manuel Ávila Camacho tuvo una salida espectacular para prestigiarse ante la mayoría de los mexicanos, creyentes en la fe católica, sólo gastó dos palabras, dijo: soy creyente. Y le dio un vuelco a la situación.
Los industriales del país y los grupos financieros, el gobierno estadounidense y diversos grupos poderosos de caciques locales ya habían dado su voto por Ávila Camacho, así, luego de las elecciones ignoraron los levantamientos almazanistas y aplaudieron la recuperación económica que se daría, con el “fuerte ingreso de capitales a México” (Garrido, 1986).
El gobierno estadounidense, que estaba al tanto de las tendencias hitlerianas de varias de las fuerzas que apoyaban a Almazán y que no deseaba la inestabilidad en México, en una coyuntura internacional muy peligrosa, prefirió negociar con Cárdenas y aceptar a Ávila Camacho que era a todas luces un político moderado.
La oligarquía nacional, que odiaba a Cárdenas, sabía que para que Almazán llegara al poder haría falta una revolución. Convocar a una huelga general nacional, movilizar a los obreros y campesinos almazanistas, etcétera. Eso precisamente era lo último que querían en México, no iban a propiciar la “agitación”.
Por otra parte, ya tenían toda la seguridad de que el próximo gobierno daría marcha atrás en las reformas sociales, Ávila Camacho y Miguel Alemán, principal promotor del general poblano, ya había convenido con ellos la aplicación de una política económica favorable a sus intereses.
Después de que el Departamento de Estado de Estados Unidos se pronunciara por la neutralidad y esperando con ilusión su apoyo en un posible conflicto, Almazán lanza un mensaje desde la Habana, Cuba, a donde había ido para impulsar la Conferencia Hemisférica de Defensa, anunciando la actitud de Washington. En ese mensaje sostuvo que el 1o. de diciembre protestaría como presidente de la República (Garrido, 1986).
Luego se fue a Texas, donde el PRUN publica un panfleto en inglés “Who is president elect of México” y mientras Almazán se dedicaba febrilmente a tratar de conseguir el apoyo de Washington, en lugar de regresar a México en septiembre, mes en el que debía hacerlo, varios dirigentes del PRUN inician revueltas armadas en Guerrero, Sinaloa, Jalisco, Sonora, Chihuahua, Durango, Morelos y Coahuila.
Las revueltas son sofocadas rápidamente tras un baño de sangre y Almazán retrasa su regreso a México. Tanto se inmovilizó Almazán que desde entonces se ganó el apodo de “La Esfinge PRU”.
Para entonces el PAN ya estaba en contra de su excandidato y Gómez Morín arremetió contra “los simuladores que combaten todo intento de reforma dentro del régimen”, dando su voto de confianza implícito al nuevo gobierno. El presidente de la República, Manuel Ávila Camacho, le devolvió la confianza convirtiéndolo en su consejero extra oficial.
Así pudo el PAN “gobernar desde enfrente” como decía Manuel Gómez Morín y desde ahí comenzó el incipiente germen del PRIAN.
Bibliografía
– Bolinaga, Íñigo (2008). Breve historia del fascismo. Nowtilus.
– Calderón Vega, Luis (1990). Así nació Acción Nacional. EFESA. México.
– Castillo Peraza, Carlos (comp) (1997). Manuel Gómez Morín, constructor de instituciones. Antología. FCE. México.
– Garrido, Luis Javier (1986). El partido de la Revolución Institucionalizada. La formación del nuevo Estado en México (1938-1945). SEP-Siglo XXI. México.
– Mandel, Ernest (2011). El fascismo. AKAL.
– Wilkie, W James y Edna Monzón (1978). Manuel Gómez Morín. México visto en el Siglo XX. Entrevistas. JUS. México.
Pablo Moctezuma Barragán/Segunda parte
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