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La crisis climática, al rojo vivo en el verano norte

La crisis climática, al rojo vivo en el verano norte

Como consecuencias del cambio climático, lluvias torrenciales dejaron 50 personas fallecidas en el estado de Río Grande del Sur
FOTO: 123RF

Calores extremos, incendios, ciclones más frecuentes, lluvias torrenciales… A pesar de las evidencia del cambio climático, varios grupos conservadores se niegan a aceptar esta realidad que puede cambiar radicalmente la vida en la Tierra

Berna, Suiza. Se derriten los Alpes y se abrasa el corredor seco centroamericano. Mientras tanto, algunos enceguecidos siguen negando el calentamiento global.

Durante la segunda quincena de agosto, la línea de cero grados –“punto de congelación”– alcanzó los 5 mil 298 metros de altura en los Alpes. Es la máxima histórica desde 1954, cuando se iniciaron las mediciones. Además, superó por 115 metros el récord anterior del 22 de julio de 2022.

MeteoSwiss –la Oficina Federal de Meteorología y Climatología de Suiza– confirmó que, en la noche del 20 al 21 de agosto, un globo sonda de la estación meteorológica de Payerne –ubicado en el centro-oeste helvético– registró la isoterma de 0 grados Celsius a esa altura récord. Dicha isoterma es una línea imaginaria de referencia científica, a partir de la cual la temperatura cae bajo cero y el agua comienza a congelarse.

Los globos sonda –equipados con diversos sensores y un transmisor– envían radiosondas a la atmósfera y transmiten la información recogida a una estación terrestre. Llenos de hidrógeno, ascienden durante unas dos horas a una altitud de 30 a 35 kilómetros y a una velocidad de unos cinco metros por segundo.

MeteoSwiss –que ha lanzado regularmente globos sonda dos veces al día desde 1940– atribuye el reciente aumento extremo de temperaturas y el clima abrasador en ese país a “un anticiclón excepcionalmente potente alimentado por aire cálido de origen subtropical”.

Europa abrasada

Mientras Suiza y sus Alpes transpiraban como nunca, Europa Occidental sufrió una canícula prolongada que se extendió hasta el último sábado de agosto. En la segunda quincena del mes, 49 departamentos –provincias o estados– de Francia tuvieron que confrontar una situación climática de emergencia.

Durante ese mismo período, se encendieron las alertas máximas en Italia, Portugal, Grecia y Croacia. A la tercera semana del mes, Florencia, Bolonia, Perugia, Bolzano y Brescia mantuvieron la luz roja con picos de calor de hasta 40 grados. Mientras que Roma, Latina, Verona, Rieti, Frosinone y Campobasso, además de todas las ciudades del centro y sur, no pudieron escapar a la alerta naranja.

Por su parte, España padeció el cuarto episodio de canícula extrema en lo que va del verano, con incendios forestales en Tenerife, Islas Canarias. De igual manera, afectaron otras regiones del continente durante la última semana del mes.

Como ejemplos están los siniestros en las zonas suburbanas de Atenas o de las cercanías de Alejandrópolis, en el este de Grecia, casi limítrofe con Turquía. Éste es considerado el peor que se vivió en un país de la Unión Europea y que deja un saldo de, al menos, 90 mil hectáreas arrasadas. Simultáneamente, una parte de la Península Escandinava se declaró en emergencia, aunque como producto de lluvias diluvianas.

Portavoces de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) afirmaron que el impacto de este calor extremo se observa a simple vista. Clare Nullis –responsable de prensa de dicha agencia– señaló que “el nivel de congelación de los glaciares, así como la desaparición de la nieve, fueron dramáticos el año pasado. Por desgracia, con esta última ola de calor, esta tendencia continúa”.

Asimismo, la canícula devela los efectos nefastos del calor extremo en la salud humana. Es de imaginar el impacto de este último verano cuando se tenga información definitiva si tan sólo se considera las consecuencias del anterior. Según la OMM, el año pasado 61 mil personas murieron en 35 países europeos como consecuencia directa de las altas temperaturas.

Hemisferio norte afectado

Más allá de Europa, el calor extremo de este último agosto también golpeó gran parte del centro y el sur de Estados Unidos, con múltiples alertas en los Estados que ocupan las llanuras centrales y Texas.

Asimismo, durante la segunda quincena del mes se verificó un aumento considerable de actividad ciclónica en el Atlántico. En rápida sucesión, tres sistemas tropicales –Gert, Franklin y Harold– afectaron amplias regiones en menos de dos días. Franklin azotó a Haití y a la República Dominicana. Mientras que Harold golpeó a Texas con lluvias intensas.

Por su parte, en la región del Pacifico el huracán Hilary azotó las regiones del sur de California. Fue un fenómeno muy raro con récords de lluvias torrenciales en Los Ángeles y alrededores. En el Valle de la Muerte, en ese mismo Estado, el 20 de agosto fue el día más lluvioso de que se tiene memoria: 55.88 milímetros, equivalente a la media pluvial de un año completo. Agosto cerró con la formación del huracán Idalia: luego de afectar a Cuba golpeó Florida, transformada en tormenta tropical.

El Niño golpea el Corredor Seco

Los últimos días de agosto, la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) confirmó el lanzamiento de su Plan de Respuesta y Acción para recaudar casi 37 millones de dólares. Tiene el objetivo de apoyar a más de 1 millón de personas en Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Perú y Venezuela.

Esta iniciativa trata de promover entornos más resilientes a los fenómenos climáticos extremos. De esta manera, reducir la necesidad de ayuda humanitaria de emergencia en situaciones puntuales, como las que El Niño causa. Mediante este plan, la FAO apunta a atenuar los impactos potenciales de dicho fenómeno. Mismo que comenzó a afectar en junio este año y podría extenderse durante buena parte del segundo semestre.

En términos concretos, este Plan procura fortalecer la seguridad alimentaria mediante la distribución de semillas resistentes a la sequía; la gestión para la captación y el almacenamiento del agua, así como el riego; asistencia en efectivo, y diversos proyectos para la protección del ganado, la pesca artesanal y los cultivos.

En junio de este año, la FAO puso en marcha su plan para proteger la producción agrícola y la seguridad alimentaria en Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala. Durante los próximos meses, lo extenderá a comunidades productoras en situación de riesgo, con especial atención en los pueblos indígenas, Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela.

Mario Lubetkin –representante regional de esta organización– subrayó que “la situación en América Latina y el Caribe requiere una respuesta conjunta y apremiante”. Por ello, la FAO insta “a los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado a unirse para proteger la seguridad alimentaria y los medios de vida de las familias rurales más vulnerables ante el crítico escenario que nos presenta el Niño”.

Igualmente, explicó que estos esfuerzos “no sólo disminuirán el impacto potencial de El Niño; además permitirán construir resiliencia para enfrentar el cambio climático que hoy también azota a la región”. La FAO advierte que, a menos que se implemente esta iniciativa, cualquier nuevo golpe de este fenómeno ambiental podría tener consecuencias devastadoras para la población afectada, en su mayoría las regiones rurales.

Debate abierto

Desde hace varias semanas, y en particular durante la segunda quincena de agosto, las temperaturas explosivas en Europa y los consecuentes trastornos sociales, así como los incendios devoradores en diversas zonas del continente, han sido titulares con letras inmensas en noticieros televisivos, la prensa y las redes sociales.

A pesar de esta abrumadora realidad climática –la cual se extiende a amplias regiones del planeta–, continúan multiplicándose las voces que niegan el impacto negativo del calentamiento global. Estas mismas intentan acaparar espacios políticos, tanto en gobiernos como en partidos, repartidos por el mundo.

En España –y en vísperas de las elecciones generales de julio pasado–, las principales organizaciones ambientalistas constituyeron un frente unido contra el negacionismo de la extrema derecha. Con el lema: “¡El negacionismo es tan peligroso para el clima como para la democracia!”, el movimiento Democracia por el Clima circuló sus demandas de justicia ambiental en el manifiesto Ampliar la democracia para hacer frente a la emergencia climática.

Este movimiento hizo un llamado a luchar y a votar a favor del planeta y de los seres humanos. Subrayó que “no hay tiempo para cuatro años de políticas negacionistas y retardatarias que tergiversan o ignoran las recomendaciones de la comunidad científica internacional” en un escenario de extrema emergencia climática.

Amigos de la Tierra, Asamblea Cívica por el Clima, la Campaña Emergencia Climática y Elecciones, Más Tren Mejor Clima, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Juventud por el Clima, Fridays for Future España, Marea Deliberativa, Oxfam Intermón y Rebelión Científica, entre otras organizaciones, denunciaron que España es uno de los países más vulnerables ante la emergencia climática.

Con veranos cada vez más largos, olas de calor cada vez más frecuentes y el marcado aumento de la mortalidad que ambos factores conllevan, señalaron hechos contundentes: un 75 por ciento del territorio está expuesto a la desertificación; sólo en 2022, se registraron 11 mil muertes debido a las olas de calor, y el 84 por ciento de los habitantes considera la crisis climática como la mayor amenaza actual. “En este contexto, la crisis climática debe estar en el centro del debate electoral”, afirmó el Frente.

En un ámbito internacional, donde en cada país se articulan voces y posiciones negacionistas, el debate sobre el cambio climático seguirá dividiendo las aguas políticas y las fronteras ideológicas.

Aunque los Alpes transpiren y las temperaturas infernales adquieran protagonismo, la cerrazón interpretativa seguirá siendo más fuerte que las evidencias de una realidad cotidiana sofocante para varios grupos de poder y partidos políticos. Lamentablemente, unos y otros continuarán menospreciando las constataciones científicas del calentamiento global y descalificándolas como simples argumentos de izquierda.