Washington suma 20 años de intentos de deponer al gobierno bolivariano de Venezuela. El plan –que pretende concluir con éxito en las próximas semanas– incluye sanciones económicas y financieras, bloqueo comercial, operaciones sicológicas, creación de “poder dual” y amenaza de invasión. Las potencias primero generan caos y luego se presentan para “resolverlo”.
Sanciones financieras, bloqueo económico y terror callejero para crear un colapso, imposición en el imaginario colectivo de la existencia de un poder dual y la amenaza de una invasión estadunidense que tiene fecha para el 23 de febrero, escondida en el caballo de Troya de la supuesta “ayuda humanitaria”: todo para terminar, de forma ejemplarizante, con “el virus” de la Revolución Bolivariana.
En esta estrategia del miedo, los medios de comunicación trasnacionales, cartelizados, y las repeticiones por redes sociales, tratan de condicionar la situación. No existe una ciencia más precisa que la amenaza y nada más sólido que el miedo…
El vicepresidente estadunidense Mike Pence sigue con la campaña terrorista del presidente Donald Trump, su canciller Mike Pompeo, sus asesores de seguridad John Bolton y Elliot Abrams y, los jefes del Comando Sur. Afirmó que “ahora no es momento de dialogar, sino de entrar en acción” contra el gobierno de Nicolás Maduro, elegido en unos comicios democráticos en mayo de 2018.
La estrategia elaborada por Washington para deponer el gobierno bolivariano, tras 20 años de intentos frustrados, que incluye tentativas de magnicidio, contempla varios ejes de presión: sanciones económicas y financieras impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea para crear un colapso; la creación de la imagen de un poder dual, que genera incertidumbres jurídicas que impactan directamente entre los militares, y la amenaza latente de una invasión.
Esta presión coloca a los militares en la disyuntiva de decidir enfrentar o no una expedición extranjera; en la apuesta a que, ante ese dilema, los oficiales escojan la opción de un golpe palaciego o que se produzca una fractura. Este eje ha perdido peso como medio de presión, en razón del claro rechazo a una intervención por parte de las poblaciones de Estados Unidos y Europa, lo que disminuye las probabilidades de que ocurra, señala el analista Leopoldo Puchi.
El mecanismo para acelerar el colapso que resultaría de “un período de sufrimiento mayor”, son las sanciones y medidas de bloqueo de cuentas, que cumplen la función de impedir que Venezuela disponga de divisas para la importación de insumos, alimentos y medicinas, multiplicando exponencialmente los problemas que ya existen como resultado de políticas macroeconómicas erradas y de la ineficiencia de la gestión. Lo que se busca es un “un período de sufrimiento mayor por un período de meses o quizás años”, un estallido social, el caos.
“La ayuda humanitaria va a entrar sí o sí a Venezuela”, advirtió Juan Guaidó, titular de la Asamblea Nacional (declarada en desacato), ante decenas de miles de seguidores congregados en la zona este (clase media alta y alta) de Caracas, al anunciar que la “ayuda humanitaria” otorgada por Estados Unidos ingresará al país el 23 de febrero, 1 mes después de que se proclamó “presidente encargado”.
El canciller de Venezuela, Jorge Arreaza, llamó a Guaidó a dialogar en el Mecanismo de Montevideo. Durante un encuentro con los 120 miembros del Movimiento de Países No Alineados en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, expresó que su gobierno quiere “profundizar la cooperación con agencias de la Organización de las naciones Unidas (ONU) en ámbitos en los que la economía venezolana ha sido muy impactada”.
Guaidó pidió a unos 250 mil voluntarios organizarse este fin de semana en asambleas, cabildos y campamentos humanitarios itinerantes para crear un plan que habilite el acceso a la ayuda. “Atentos, porque tendremos que ir en caravanas, en protesta, en organización, en movilización”, dijo Guidó, a la vez que llamó a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a sumarse a su movimiento y permitir el ingreso de la “ayuda” al país.
Alimentos y medicinas enviados por la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos a petición de Guaidó, reconocido por unos 40 países (de los 193 de Naciones Unidas) como “presidente encargado”, están almacenados desde hace 5 días en un centro de acopio instalado de la ciudad colombiana de Cúcuta, que conecta con Táchira, en Venezuela.
Otro “centro de acopio” se instaló en Roraima, Brasil, también en el frontera con Venezuela, pero ha recibido fuertes críticas porque el gobierno del presidente neofascista Jair Bolsonaro no solicitó al Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados la autorización para instalarlo.
No sólo el gobierno de Nicolás Maduro, sino personalidades y mandatarios de otros países, señalaron que la entrega de esa “asistencia” sería el pretexto para una intervención militar estadunidense.
Mientras, en otra manifestación multitudinaria en el centro de Caracas, en el Día de la Juventud Invencible, el presidente Maduro encabezó la protesta en rechazo a una “intervención imperialista” en la que se recordaron a los muertos que dejaron las protestas del mes pasado y las más de 200 víctimas del terror callejero de 2014 y 2017. “Yo quiero la paz para Venezuela, todos queremos la paz, que los tambores de guerra se alejen, que las amenazas de invasión militar se alejen”, dijo el mandatario.
En entrevista con la cadena británica BBC, Maduro dijo que “en Venezuela no hay hambruna” y enunció varios puntos de la campaña de Washington en contra del país, que van “desde un bloqueo económico, la difusión de noticias falsas y la amenaza de acciones militares, hasta la preparación de un golpe de Estado”.
La vicepresidenta, Delcy Rodríguez, dijo durante una reunión con los gobernadores en Caracas que la ayuda enviada por Estados Unidos “viene contaminada y envenenada, es cancerígena, se podría decir que son armas biológicas”. Relacionó las acciones estadunidenses con la intervención a Nicaragua en 1986, donde camuflaron armamento militar en camiones de asistencia alimentaria.
El frente internacional
Para Uruguay el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela es un acto “casi irresponsable” que puede llevar al conflicto armado, declaró el canciller de ese país, Rodolfo Nin Novoa. Afirmó que el gobierno uruguayo no está dispuesto a reconocer a un presidente “que no fue electo por la población”, que se proclama como tal con una “dudosa interpretación, sacada de contexto” de la Constitución de su país, y “que genera un gravísimo antecedente en América Latina y en el mundo”, señaló.
Igualmente, advirtió que el Gobierno del juramentado “presidente encargado” de Venezuela, Juan Guaidó, sólo puede validarse en las condiciones actuales “por la vía de la fuerza”. “Guaidó no tiene control sobre el territorio, no tiene el control de la administración, ni de los ministerios, ni de la policía, ni de las Fuerzas Armadas y tampoco puede garantizar el cumplimiento de las obligaciones contraídas por el Estado venezolano”, añadió el ministro.
Asimismo mencionó que Uruguay está convencido de la necesidad de mantener los canales abiertos con el gobierno del presidente Nicolás Maduro para facilitar las condiciones que permitan una salida pacífica a la crisis del país caribeño. Esta salida, precisó el canciller, “nunca (podrá ser) por medio de la violencia o la intervención extranjera, que muchos están pidiendo, empezando por el propio autoproclamado”, en referencia a Guaidó.
Nin Novoa aseguró que los primeros contactos con la Unión Europea UE para buscar una solución para Venezuela se desarrollaron en septiembre de 2018, negando que la reunión del Grupo Internacional de Contacto realizada en Montevideo fuera “improvisada”, y señalando que las conversaciones se retrasaron por “diferencias dentro de la Unión Europea”.
Señaló que el secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro –uruguayo– se ha excedido “groseramente” en sus capacidades respecto a Venezuela y su postura es un “grave problema” para una salida a la crisis política.
El Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) convocó a una sesión extraordinaria el viernes en Washington para analizar la situación en Venezuela, a solicitud de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Paraguay, Perú y Estados Unidos, para “dar seguimiento” a la resolución aprobada el 10 de enero, por la cual el organismo panamericano (por mayoría simple) desconoció la autoridad de Maduro.
El texto adoptado exhorta a los Estados miembro a tomar todas las medidas “para contribuir a la pronta restauración del orden democrático en Venezuela”; llama a la realización de nuevas elecciones “con todas las garantías necesarias para un proceso libre, justo, transparente y legítimo, en una fecha cercana con presencia de observadores internacionales”, y urge al “régimen venezolano que permita el inmediato ingreso de ayuda humanitaria” a Venezuela.
El presidente colombiano Iván Duque viajó a Washington para recibir las instrucciones directamente de boca de Trump y su gabinete de guerra.
Mientras, el papa Francisco le escribió al presidente Maduro que las condiciones no están dadas para una mediación del Vaticano en la crisis política del país, según el diario Corriere della Sera. El lunes, una delegación que representaba a Guaidó se reunió en el Vaticano con funcionarios pontificios, pero no tuvo acceso a Francisco.
El papa ha deplorado que los obispos venezolanos fracasaran en sus esfuerzos para ayudar a distender la situación política y social en el país (es más, la Conferencia Episcopal y varios obispos se han alineado con la oposición). Algunos analistas ven en esta situación una lucha entre Francisco y el papa negro (Prepósito General de la Compañía de Jesús), el venezolano Arturo Sosa.
Aunque la desprestigiada OEA desconoció a Maduro, no se pronunció aún sobre Juan Guaidó, reconocido actualmente como presidente interino por 40 países. Sólo 16 países miembros de la OEA apoyaron el 24 de enero pasado una declaración a favor de Guaidó
Mientras, el canciller de Venezuela, Jorge Arreaza, llamó a Guaidó a dialogar en el Mecanismo de Montevideo. Durante un encuentro con los 120 miembros del Movimiento de Países No Alineados en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, expresó que su gobierno quiere “profundizar la cooperación con agencias de la ONU en ámbitos en los que la economía venezolana ha sido muy impactada”.
En Moscú, el canciller ruso Serguei Lavrov acusó a Estados Unidos de disimular una intervención militar en Venezuela con la resolución presentada al Consejo de Seguridad de la ONU para facilitar la llegada de ayuda humanitaria. Indicó que es un intento de “camuflar las provocaciones que se están urdiendo con el envío de ayuda humanitaria como medio para desestabilizar la situación en Venezuela, cuando no obtener el pretexto para una intervención militar directa”.
“El Consejo de Seguridad jamás adoptará semejante decisión”, dijo Lavrov, quien resaltó que la oposición venezolana rechaza la oferta de diálogo de Maduro.
El domingo, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) dijo que no distribuirá la “ayuda humanitaria” de Estados Unidos a Venezuela porque esta iniciativa carece de todo carácter humanitario.
En la próxima semana se acelerarán los mecanismos del terror mediático (y quizá también el callejero en Venezuela). No existe una ciencia más precisa que la amenaza y nada más sólido que el miedo, piensan en Washington.
Álvaro Verzi Rangel/Telesur-CLAE
*Sociólogo venezolano, codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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