La corrupción de los expresidentes también atiza el descontento social

En un país con montañas de legislación que ni los expertos conocen, salvo algún despacho de abogados, Peña y sus coros festejan las primeras leyes sobre cómo sancionar a los benignamente llamados: corruptos; aunque el adjetivo que se han ganado a pulso es: rateros a la sombra de la impunidad.