John Lukacs: Ensayo sobre dos discursos

Cuatro textos del reconocido John Lukacs, elogiado como maestro del ensayo histórico, se han publicado en español: Cinco días en Londres, mayo de 1940; Churchill solo frente a Hitler; Junio de 1941: Hitler y Stalin; El Hitler de la historia: juicio a los biógrafos de Hitler; y el que ahora reseño: Sangre, sudor y lágrimas. Churchill y el discurso que ganó una guerra. Ramón García hace una recreación con su traducción del idioma de Shakespeare al de Cervantes. Espléndido trabajo que ilustra sobre la capacidad política de un estadista quien, con perspectiva histórica defendió el parlamentarismo democrático y sin pragmatismo, buscando sólo resultados, y que hizo de la conducción del Estado un liderato para cohesionar en la unión a la sociedad constituida por el pueblo británico, logrando que su corazón, los ingleses de la isla, lo apoyaran para ganarle al nazismo. Ese hombre de Estado fue Winston Churchill.

Las decisiones políticas que fueron erróneas

“Como la mayor parte de los términos introducidos en el discurso de los historiadores [y de los políticos], el de crisis tiene, por cierto, una larga y específica historia. La palabra viene del griego krisis, que significa examinar, reflexionar sobre ella, para decidir, y ante la cual, para resolverla, hay que tomar una decisión” (Randolph Starn, “Metamorfosis de una noción. Los historiadores y la crisis”, ensayo del libro El concepto de crisis, ediciones Megalópolis).

El poeta Ernesto Rangel Domene

En largos ratos me meto a las casi 900 páginas, tamaño cuartilla, de la muy selecta recopilación poética Antología general de la poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días (editorial Océano, 2012), de Juan Domingo Argüelles. Ni por equivocación buscó quién hizo la selección, prólogo y notas en todas las entidades del país. Por esto, no pocos poetas quedaron fuera sin que esto cause su olvido, ya que por fortuna para los lectores se recitan en la radio y se publican en periódicos y en otros libros. En Sonora, por ejemplo, hay más de 1 mil poetas. Uno de ellos es el extraordinario Abigael Bohórquez. Asimismo, en otras latitudes encontramos al maravilloso regiomontano Ernesto Rangel Domene, quien publicó poemas, canciones y prosas.

Pasternak: Zhivago y Marburgo (prosa y poesía)

Se anuncia una nueva traducción acreditada a Marta Rebón (en el ensayo periodístico de José María Ridao “La titánica coartada de Boris Pasternak”, El País, 22 de enero de 2011) de la grandiosa novela El doctor Zhivago, del prosista y poeta Boris Pasternak. En ella, “siguiendo el texto considerado como definitivo que fijó el hijo del escritor [ruso], se han incluido las poesías de Zhivago como un capítulo más, el último, de esa reciente y magnífica traducción”. El caso es que ya en 1991, con traducción de Fernando Gutiérrez, aparecieron esas poesías y que, como en toda la novela, el personaje femenino Lara es la inspiración (que en la vida real fue la amante de Pasternak, Olga Ivinskaya) y a quien están dedicadas con el amor-pasión (¡oh, Stendhal!) que las ha convertido en creaciones del más puro romanticismo de quienes han homenajeado a la mujer: la de carne y hueso, la del “eterno femenino”, la del enamoramiento imposible.

Immanuel Kant: adiós a la metafísica

El diccionario Milenios de México, de Humberto Musacchio, nos presenta la ficha biográfica del ilustre maestro Guillermo Héctor Rodríguez (1910-1988); y nadie como él se ocupó en las facultades de Derecho y Filosofía de enseñar a pensar críticamente conforme a los principios filosóficos de Immanuel Kant y Hans Kelsen, dos pensadores que, por la novedad de sus respuestas a los problemas fundamentales del conocimiento (la lógica), el sentimiento (la estética) y la voluntad (el derecho positivo) rebasaron la coyuntura de su tiempo, y que permanecen como fuente de la cultura universal que partió de los presocráticos, los sofistas y la ilustración de Atenas, Grecia, que llegaron a su apogeo con Tucídides, Eurípides, Pericles y Sócrates (el Sócrates histórico, no la versión platónica).