La defensa de Genaro García Luna buscó descalificar la declaración de uno de los testigos de la Fiscalía bajo los argumentos de que estaba celoso, tenía envidia y rencor del exsecretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón –actualmente sometido a juicio en Estados Unidos por sus presuntos nexos con el Cártel de Sinaloa– y de su subalterno Luis Cárdenas Palomino.
En la conferencia presidencial se presentó un video con el resumen del 31 de enero, correspondiente a la quinta audiencia del juicio contra García Luna en la Corte del Distrito Este de Brooklyn, Nueva York.
Se refirió que el segundo testigo fue Raúl Arellano Aguilera, expolicía federal del aeropuerto de la Ciudad de México. “Interrogado por la fiscal Marietou Diouf, Arellano describió las irregularidades que vio en el aeropuerto de la Ciudad de México entre 2007 y 2010; declaró que una o dos veces por semana recibían una orden vía radio en la que les decían: ‘Todos en 35 hasta 45’, lo que significaba que debían dejar de inspeccionar el equipaje que llegaba al aeropuerto hasta nueva orden y estar pendientes”.
En el resumen se indicó que Arellano también afirmó que entre sus compañeros había un grupo de unos 20 elementos que era conocido como ‘el grupo especial’. Este grupo, que gozaba de privilegios, como llegar tarde o faltar al trabajo, se retiraba de la vigilancia cuando se recibía la orden y regresaba una o dos horas después. Entre ellos, se encontraba el comandante Israel Espinoza, los oficiales José Luis Martínez y Mario Nieto, y el comandante Baylón. El testigo agregó que durante la hora de comida estas personas hablaban sin ninguna discreción y decían que la maleta había pasado sin problema”.
Este testigo relató las visitas de los jefes de varios aeropuertos, como los de Tijuana, Toluca, Guadalajara y Cancún, en ocasiones con maletines a la oficina de Óscar Moreno Villatoro, entonces director general de Aeropuertos.
Agregó que en una ocasión el jefe del aeropuerto de Toluca tropezó con otro compañero, su maletín cayó y se abrió, de él salieron paquetes de dólares.
“Mencionó que los miembros del ‘grupo especial’ a veces comentaban que los jefes estaban contentos porque recibían su parte, refiriéndose a García Luna, Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño”.
Según el reporte, “durante el contrainterrogatorio, el abogado defensor César de Castro cuestionó al testigo sobre las visitas que tuvo de parte de la fiscalía para prepararse para este juicio y preguntó a Arellano si sentía celos, rencor o envidia hacia García Luna y Cárdenas Palomino por ser personas muy jóvenes para ostentar sus cargos y no haber sido formados por una institución policial como el testigo, insinuando que estos son los motivos de Arellano para declarar en este juicio”.
Respecto del primer testigo, se indicó que se trató de Adrián Ibáñez, agente de inteligencia de la DEA. “Interrogado por la fiscal Erin Reid, Ibáñez narró que en 2007 mientras trabajaba en México como agente de la DEA, recibió el aviso de un cargamento de 23 toneladas de cocaína que llegaría al puerto de Manzanillo, en Colima, y compartió esta información sensible con la Policía Federal”.
En su testimonio, detalló que durante el decomiso en el que participaron la Marina y agentes del puerto, se descubrieron exactamente 23.5 toneladas de cocaína que fueron posteriormente quemadas por la Marina. Ibáñez afirmó que este cargamento ha sido el más grande de la historia.
Con esta declaración, la fiscalía buscó corroborar lo dicho por el Lobo Valencia sobre ese mismo decomiso durante la audiencia anterior.
“En el contrainterrogatorio, la abogada defensora Valerie Gottlieb preguntó a Ibáñez si había compartido la información con alguna otra agencia, además de la Policía Federal, y si la DEA había participado en el decomiso; el testigo respondió que únicamente había informado del cargamento a la Policía Federal y que la participación de la DEA había sido solamente la de compartir información, dejando que la Marina, con presencia de agentes de la AFI, realizara el decomiso”.
Asimismo, en ese resumen dado a conocer en la conferencia del presidente Andrés Manuel López Obrador se indicó que ayer también testificó Israel Ávila, cuya identidad está protegida. De éste se explicó al jurado que fungió como contador de los hermanos Pineda Villa.
En el interrogatorio que llevó la fiscal Erin Reid, Ávila “narró que en 2005 él era un agente de bienes raíces en el estado de Morelos y que entre sus clientes se encontraban los hermanos Mario y Alberto Pineda, quienes se identificaban como agentes de la AFI. Afirmó que en 2006 rentó una casa a los hermanos Pineda que le fue decomisada, pues se cometió un asesinato en su interior. Al reunirse con ellos para hablar de este asunto, los hermanos le revelaron que eran miembros del cártel de Sinaloa y afirmaron que no trabajaban para Genaro García Luna, sino que él trabajaba para ellos”.
Además, aseguró haber visto en este libro los apodos con los que el Cártel de Sinaloa identificaba a Genaro García Luna, así como al entonces secretario de Seguridad Pública de Morelos, Luis Ángel Cabeza de Vaca. “Ávila confirmó algunas de las declaraciones emitidas por el Grande en una audiencia previa, particularmente el secuestro de García Luna orquestado por Arturo Beltrán y el arresto del Rey Zambada realizado por el mismo Grande disfrazado de agente federal. Agregó que en dicha detención el gobierno quería cambiar a Zambada, por lo que Arturo Beltrán ordenó a Ávila que le hablara a un periodista, cuyo nombre no quiso mencionar, para que difundiera lo que estaba pasando y las autoridades no lo pudieran cambiar”.
Este testigo protegido fue arrestado en Texas en 2012 y ha cumplido 10 años de una sentencia de 15. Al respecto, “afirmó que espera recibir un beneficio por este juicio, pero señaló que había solicitado su traslado a una cárcel en México y se lo habían concedido, pero se retractó para colaborar en este juicio”.
Al final de la audiencia, el juez Brian Cogan pidió al dibujante de la corte borrar el rostro del testigo Ávila en el dibujo que estaba haciendo, pues su identidad está protegida.
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