Tras una temporada de incendios forestales, la economía boliviana presenta una crisis en la producción de alimentos, además de una caída en las exportaciones no tradicionales
Santa Cruz, Bolivia. Tras la quema de 10 millones de hectáreas en zonas de riqueza forestal y de cultivos en el este de Bolivia, la economía, ya debilitada por la falta de dólares y carburantes, presenta un escenario de crisis en la producción de alimentos y una caída en las exportaciones no tradicionales de la región.
El departamento de Santa Cruz, localizado en el este de Bolivia y colindante con Brasil, conforma una región con una superficie de 370 mil 621 kilómetros cuadrados, y una geografía de extensas llanuras, serranías, colinas, valles y terrazas. En 2023, contribuyó con 31.5 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país y 47 por ciento del PIB agropecuario, según datos oficiales.
“Bolivia es un país agrícola autosustentable”. Sin embargo, la falta de diésel y los 24 días de bloqueos de carreteras afectarán a las exportaciones de carne y otros productos a Europa. Asimismo, tendrá impacto en la siembra de verano, indicó Vicente Gutiérrez, director de los Productores de Maíz y Sorgo.
El sector agropecuario aporta 43 por ciento del PIB boliviano, por encima del petróleo y el gas que contribuye con el 36 por ciento, y la minería, el 31 por ciento, según datos oficiales de 2023.
Enclavado en el centro de Suramérica, el país ha sufrido el impacto de los incendios con un bloqueo de carreteras en la región central de Cochabamba. Esto supuso la interrupción en el transporte de alimentos a varios departamentos, y a los puertos localizados en las costas de Perú y Chile, ya que Bolivia carece de salida al mar.
Las pérdidas por la interrupción del tráfico vehicular en los primeros 16 días de la protesta alcanzaron a 1500 millones de dólares, equivalentes a 3.5 por ciento del PIB, y de ese monto 970 millones de dólares corresponden al sector productivo, según cálculos del ministro de Desarrollo Rural y Tierras, Yamil Flores.
La protesta, que concluyó el 6 de noviembre, fue impulsada por el expresidente Evo Morales (2006-2019), el cual busca postularse a la presidencia de Bolivia por cuarta vez, aunque el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) reiteró que no puede ser candidato en las elecciones generales de agosto de 2025.
El exmandatario niega que intente retornar a la Presidencia. De igual manera, argumenta que las protestas están dirigidas a defender la economía popular; exigir la regularidad en la venta de carburantes, y la provisión de dólares a la gente.
Actualmente, Morales también es investigado por la Fiscalía del departamento suroriental de Tarija, por los delitos de estupro y trata de personas.
Sus actuaciones se inscriben en una enconada lucha con el presidente Luis Alberto Arce, también aspirante a la reelección, que ha dividido al partido gobernante, el Movimiento Al Socialismo (MAS), y que suma inestabilidad a la crisis socioeconómica en que está sumergido el país de 12 millones 400 mil habitantes.
Pequeños productores afectados
A 289 kilómetros al noreste de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en la población de Concepción, los precios de los alimentos básicos están en alza descontrolada, señaló Elizabeth Hurtado, una residente en el pueblo La Fauna, quien habló con IPS, desde esa ciudad.
El 6 de noviembre, una marcha de habitantes de Concepción, capital de la provincia Ñuflo de Chávez, salió a las calles en demanda de gasolina y acciones gubernamentales que eviten un ascenso de los precios de los alimentos.
Concepción se halla en la región de la Chiquitanía, una extensa llanura de Santa Cruz que fue castigada por incendios provocados entre junio y octubre. Sus 59 comunidades, las cuales reúnen unos 30 mil habitantes, según Hurtado, están sufriendo los efectos de la masiva destrucción de cultivos por el fuego.
“En Concepción hemos pasado malos momentos. Los fuegos (por los incendios) perjudicaron desde junio y se aplacaron gracias a la lluvia” el mes pasado, puntualizó. “El maíz se ha perdido por la quema. En un distrito (zona) tenían almacenado el maíz y también se ha perdido (por los incendios)”.
En esta región, los agricultores tuvieron que huir ante el descontrolado avance de las llamas que dañaron sus cultivos de maíz, soja, arroz, yuca, banano para cocinar y papaya.
“Ahora están queriendo comenzar de cero, porque no se recuperarán de la noche a la mañana”, admitió Hurtado, quien agradece la ayuda de organizaciones no gubernamentales que los asisten con semillas.
Muchos pobladores de zonas agrícolas afectados por la pérdida de cultivos se dirigen a la capital provincial en busca de empleos. Sin embargo, en Concepción, los precios se elevaron hasta triplicarse. Los bananos se vendían antes de la crisis a tres por un boliviano (0.14 dólares), la moneda nacional. Hoy, cada uno tiene un precio de un boliviano, explicó la entrevistada.
Comienzan las caídas
“La anormal (irregular) provisión de combustibles, la escasez y subida del precio del dólar, así como el impacto del cambio climático (sequía) y la baja de las cotizaciones internacionales han golpeado duro al sector exportador”, comentó el gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (Ibce), Gary Rodríguez, a IPS, desde la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
El especialista en comercio exterior describe de “grandes caídas” de las agroexportaciones durante agosto “como el caso de la soja y derivados (-477 millones de dólares), girasol y derivados (-18 millones), bananas (-9 millones), leche (-6 millones), chía (salvia hispánica,-4 millones), maní (-4 millones), derivados de carne (-3 millones), frejol (-3 millones), sésamo (-2 millones), palmitos (-1 millones), a lo que habrá que sumar las consecuencias de los bloqueos desde octubre”.
“Es doloroso decirlo, pero 2024 no será un buen año para las agroexportaciones, previéndose una de las mayores caídas de las ventas externas de alimentos de los últimos años”, anticipa Rodríguez, debido a factores internos y externos, el incremento de costos por la escasez y alza del dólar que incrementa el valor de los insumos.
Evalúa los resultados del 2023, cuando las exportaciones no tradicionales de Bolivia alcanzaron los 3007 millones de dólares, de los cuales el 87 por ciento tuvieron una participación de la soya, el girasol y derivados, la carne bovina y derivados, la castaña, el azúcar, la quinua, las bananas; entre otro.
El presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo, Demetrio Pérez, considera estos meses como “el peor momento que estamos viviendo por la escasez de diésel. Un total de 400 mil hectáreas de soya corren el riesgo de perderse, porque la falta de combustible impide la recolección de granos”.
“Nuestras máquinas están paralizadas y sólo hemos podido cosechar 5 por ciento usando la reserva de diésel”, informó a IPS.
Las importaciones de diésel y gasolina son irregulares debido a la falta de dólares para la importación a cargo del gobierno central, tras la reducción de las exportaciones de gas natural de 6011 millones a 1880 millones en la última década.
El cultivo de alimentos es mecanizado y requiere combustibles. Sólo la verdura y las frutas no sufrirán dificultades, comentó el empresario Gutiérrez.
Los cultivos de soja se extienden en 1 millón de hectáreas, mientras el maíz tiene una superficie de cultivo de 3 millones. A su juicio, si no se normaliza la venta de diésel y gasolina, la producción de alimentos “caerá drásticamente”, con consecuencias importantes para la economía y dramáticas para la población.
Franz Chávez/Inter Press Service (IPS)*
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