Nuestro objetivo es eliminar la explotación entre los seres humanos y hacia la naturaleza, así como armonizar los intereses de individuos, colectivos y el interés general; además de desarrollar una relación recíproca con la madre tierra.
En su actual etapa de desarrollo imperialista, el capitalismo neoliberal, salvaje y extractivista ha conducido a la máxima explotación tanto de los recursos naturales como de los humanos. Hay que cambiar este sistema; es una decisión vital.
Defendamos el agua y el medio ambiente frente a las corporaciones y las potencias imperialistas patrocinadoras de la ultraderecha. Los gobiernos –que sirven a las corporaciones, bajo la bandera de la total libertad al mercado– han causado terribles daños.
Hoy crece la conciencia, la organización y la movilización popular, con el objetivo de lograr un modelo que alcance un desarrollo sustentable, a partir de priorizar el desarrollo local, regional y nacional en armonía con el ambiente en cada espacio.
A las demandas por abolir deudas odiosas, justicia laboral, garantía de los derechos colectivos de pueblos originarios, derechos de la mujer y la juventud, entre otras, se integra la necesaria justicia hacia la naturaleza y los derechos de la madre tierra.
Son urgentes la unidad y la organización, la movilización social, las acciones para conquistar estos derechos con una amplia participación de las bases populares y una acción consciente. Hoy es fundamental atender no sólo la problemática nacional y social, sino también la ambiental.
Lo anterior está quedando claro después de sufrir 11 meses consecutivos de temperaturas globales sin precedentes, las cuales han quedado grabadas en la memoria de los mexicanos.
Junio de 2023 ha sido el periodo más caluroso y seco en la historia del país. Y hay muchas posibilidades de que 2024 supere al año anterior como el más cálido jamás registrado. Asimismo, estos últimos seis años pueden ser los más calurosos del siglo.
El cambio climático está provocando que nuestro océano se caliente y que los glaciares se derritan. Esto resulta en el aumento del nivel del mar. Desde 1880, ha crecido en 20 centímetros.
Se registraron olas de calor que produjeron temperaturas de hasta 45 grados en 20 estados de la República. Se presentaron severas sequías y los consecuentes incendios. Además de terribles inundaciones, granizadas, tornados, tormentas de nieve y devastación en la población, la flora, la fauna, los bosques y los corales.
En el neoliberalismo, se conjuntan estos elementos de extinción desde hace décadas, y más aún, en los recientes 30 o 40 años. La globalización y el modelo económico actual son responsables de esta situación porque anulan las formas de vida que nos rodean. Éste es un problema mundial.
Se nos pretende responsabilizar de los problemas ambientales y la falta de agua. Sin embargo, si analizamos a fondo, las grandes contaminadoras y acaparadoras del agua son las corporaciones rapaces.
Los incendios causados por la sequía y el metano son un fenómeno cada vez más frecuente. El CO2 es normal en la naturaleza, pero en exceso provoca serios problemas.
El volumen enorme que se consume de oxígeno, particularmente por los motores de la industria automotriz, los millones de vehículos, barcos, aviones, se vuelve CO2 y no lo regeneramos.
Esto lleva a que disminuya la capa de atmósfera a 14 mil y 20 mil metros, se llena de hoyos y su adelgazamiento genera que pasen rayos ultravioletas, los cuales calientan más y son cancerígenos. Como consecuencia, esta situación ha afectado la vida de millones.
Las emisiones de gases tóxicos del transporte militar y comercial generan un aumento del efecto invernadero. El dióxido de carbono disperso en las capas de hielo causa temperaturas inusitadas en los casquetes polares.
También, dicen que se cerró el hoyo de ozono, pero puede ser un argumento pseudo-científico del capital financiero, que paga para distraer, presentar soluciones falsas y evitar acciones contra sus intereses.
Por ejemplo, esconden que el más grande contaminador es el aparato industrial-militar y las incesantes guerras que provocan Washington y sus aliados –en primer lugar, Israel–. El Pentágono y sus políticas belicistas son los más grandes problemas ambientales del planeta.
La contaminación que generan las corporaciones es tan grave que 2 mil millones de personas empobrecidas viven junto a ríos o acuíferos contaminados; frecuentemente por tóxicos. No tienen acceso garantizado al líquido potable.
Asimismo, 4 mil millones no tienen acceso al saneamiento básico, como lo señaló Pedro Arrojo Agudo, relator especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos humanos al agua. De igual manera, indicó que hay dos grandes desafíos: la recuperación de la ingeniería natural, la cual funciona bien con energía solar, y una gobernanza democrática del líquido.
El modelo de desarrollo capitalista rapaz ha atentado contra el agua, el bien más preciado de la humanidad, del cual depende la subsistencia misma. Actualmente, se intensifica la crisis debido a la combinación de la falta de humedad dentro de la atmósfera; la alta temperatura que se incrementa mucho; el exceso de automóviles, y el aumento disparado de metano y el CO2.
Del agua mundial, el 46 por ciento está en América Latina. Lastimosamente, se está convirtiendo en aguas negras por causa de las grandes industrias. No hay un cuidado adecuado.
Asimismo, el 88 por ciento de las aguas residuales industriales y agrícolas no se tratan. Esto ha llevado a la proliferación de varias enfermedades, como el zika, dengue y chikungunya, las cuales se diseminan.
En México, en nuestra vida cotidiana, estamos sufriendo cada vez más de las sequías. Enfrentamos periodos prolongados de tiempo seco causado por la falta de lluvia.
Naturalmente, esto produce escasez del líquido vital. Debido a la reciente sequía, que comenzó en 2022, nuestro país pasó por su peor crisis hídrica en tres años.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), más del 65 por ciento del territorio nacional presentó algún grado de sequía. La situación se ha complicado, porque se agregan temperaturas altas en muchas regiones.
Y a partir de finales de junio se han registrado lluvias torrenciales, casi diarias, en la Ciudad de México. Provocan inundaciones y grandes volúmenes que circulan al drenaje, en vez de ser cosechados y aprovechados.
De la cantidad total de agua anual que recibe por lluvias el territorio nacional, sólo 27.2 por ciento escurre por medio de ríos y arroyos, además de que sólo alrededor del 6 por ciento recarga los acuíferos, para luego ser aprovechada para el consumo humano.
Las lluvias se presentan en verano. La precipitación total anual es variable: en la región seca, es de 600 milímetros (mm), y en la parte templada húmeda (Ajusco), 1 mil 200 mm anuales.
El avance de la mancha urbana ha puesto en peligro a los ecosistemas que existieron en el Valle de México. Estadísticamente, los estados del país que más padecen son Durango, Chihuahua y Coahuila. Y, en segundo orden, Nuevo León, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes y Guanajuato.
La capital recibe cantidad de agua de lluvia al año. El aporte a la cuenca de México es de cerca de 744 millones de metros cúbicos; más que todo lo que almacena el Cutzamala.
El agua de lluvia es suficiente. Sin embargo, para que no se vaya al drenaje o inunde las calles, se debe cosechar en techos, viviendas, edificios y escuelas. La disponibilidad de agua por habitante en la Ciudad de México se ha reducido.
La crisis hídrica es tal que 12 millones de personas carecen de agua potable. De igual manera, la sobreexplotación de los acuíferos ha aumentado un 15 por ciento en la última década.
Mientras tanto, siete empresas nacionales y extranjeras tienen el 70 por ciento de las concesiones. Los problemas de distribución, abastecimiento y saneamiento persisten en comunidades populares y de la periferia de las ciudades y el mundo rural.
Por eso, aumentan los reclamos ciudadanos por una nueva Ley General de Aguas, que debió haberse aprobado en 2013, y el Congreso aún no la aprueba. Antes del gobierno neoliberal de Carlos Salinas, desde 1917 hasta 1992, había un poquito más de 2 mil concesiones.
Es necesario revisar esas concesiones. También, es urgente que se cobre a los grandes usuarios de agua, como indica Elena Burns en su artículo, “El agua paga el agua”. Éste es un principio de la Ley de Aguas Nacionales que, hasta la fecha, la Conagua ha quedado lejos de efectuar.
En 2023, reportó que los usuarios del “régimen general” –uso industrial, agroindustrial, servicios y comercio– sólo declararon 951 millones m3 de los 4 mil 360 millones m3 que aparecen en el Registro Público de Derechos al Agua (REPDA) para estos usos.
Este mismo año, recaudó 12 mil 374 millones, cuando el monto debido fue 55 mil 571 millones –vea “Análisis de los volúmenes y derechos a pagar por Zona de Disponibilidad”– (Elena Burns, El Economista, 23 de julio 2024, según las zonas de disponibilidad correspondientes.
Además, hacen falta grandes inversiones para resolver el problema hídrico que se pueden financiar a partir de una reforma fiscal progresiva, la cual grave a quien más gana y un impuesto a las grandes fortunas que se han disparado en los últimos años.
Pablo Moctezuma Barragán/Primera parte*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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