Al 8 de noviembre de 2023, ya sumaban más de 10 mil 582 palestinos asesinados en la Franja de Gaza, confirmados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef por sus siglas en inglés). La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (Unrwa por sus siglas en inglés) afirma que cada diez minutos muere un niño. Las masacres continúan hora tras hora.
El mundo hierve de indignación ante el más cruel genocidio del siglo que se efectúa de forma descarada ante sus ojos. Cada día que pasa, Washington y el régimen de Tel Aviv están perdiendo su credibilidad, a pesar de la campaña de desinformación de los grandes medios de comunicación que hablan del conflicto como si hubiese comenzado el 7 de octubre.
En realidad, la ocupación israelí de los territorios que le pertenecen a la nación palestina lleva 75 años, así como sus ataques violentos que iniciaron con el Nakba (la Catástrofe) en 1948. En aquel momento, el ejército de Israel atacó cientos de aldeas y desplazó a millones de personas. Se calcula que durante estas siete décadas y media han muerto 5 millones de palestinos. La cifra es escalofriante.
Ahora el binomio Israel-Estados Unidos desata una guerra sin cuartel para ocupar el territorio palestino en su totalidad. Durante 75 años, los sionistas han avanzado en sus planes. Violan tratado tras tratado –como el de Oslo–, sin que nunca se hayan detenido para completar la ocupación de una tierra que no les pertenece.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, señala que Tel Aviv se “encargaría de la responsabilidad general de la seguridad de Gaza después de la guerra.” Los planes de Israel han contado con el apoyo de Washington. Hoy, les está mandando 14 millones de dólares en armas. Estados Unidos toma como rehén a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al bloquear la paz en Gaza.
Es claro que el gobierno estadunidense no es neutral ante la crisis palestina. Ha enviado el portaaviones nuclear USS Dwight D. Eisenhower (CVN-69), junto con el Gerald R. Ford (CVN-78). Ambos son apoyos a Israel en su guerra contra el pueblo palestino. Y ambos navegan acompañados por sus respectivos grupos de combate: 11 mil militares. Se trata de la mayor concentración de buques de guerra estadunidenses en el Mediterráneo en décadas.
Durante los acontecimientos actuales, Estados Unidos ha puesto en evidencia que apoya al régimen ocupante. Además, ha dejado claro que es parte de la guerra, no parte de la solución. Cada vez hay más pruebas de su participación directa en los crímenes atroces que se están cometiendo contra el pueblo palestino. Al menos seis de los misiles en los ataques más recientes contra el campo de refugiados de Jabalia fueron proporcionados por el país imperialista del Norte.
Muy distinta es la postura del pueblo de Estados Unidos que se manifiesta con fuerza en favor de la paz y contra las aventuras bélicas de su gobierno. Decenas de miles de manifestantes han salido a la calle y es notable que las comunidades judías se han visto muy activas repudiando la guerra a Palestina.
En Nueva York, Washington, Detroit, Michigan, Denver, Colorado, Dallas, Houston, Austin, Mac Allen, Texas, Massachusetts, Newark, Nueva Jersey, Fort Lauderdale, Orlando, Nashville, Tennessee, San Francisco, San José y en muchas otras ciudades, la postura de la gente es clara: ¡No en nuestro nombre!
El camino es la paz, pero implica el respeto a las leyes internacionales que violan tanto el régimen israelí como las potencias occidentales, las cuales quieren imponer sus intereses en Medio Oriente y el mundo. Su principal instrumento agresivo es Israel, al que respaldan, financian, arman y defienden con toda la información de sus medios de comunicación masivos que presentan al victimario como víctima.
Mientras que la petición desesperada de niñas y niños de Gaza es “Queremos vivir” ante cámaras en una conferencia de prensa el 8 de noviembre. Exigen la paz y el fin de la guerra. En un mes, ha matado a más de 4 mil menores palestinos.
Los supremacistas israelíes pretenden apoderarse del territorio palestino. Así lo dejó claro el primer ministro Benjamín Netanyahu en su presentación, durante el 78º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 22 de septiembre. Exhibió su visión de un “nuevo Medio Oriente” y presentó dos mapas: uno de Israel en 1948 –en el que no aparece Palestina– y otro del “nuevo Medio Oriente” –en el cual tampoco existe Palestina–.
Ni siquiera en el mapa de 1948 se ve la división entre el Estado de Israel y el de Palestina que aprobó la ONU a instancia de los británicos. En él, sólo mostró seis países etiquetados, a los cuales considera aliados: Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos. A éstos, Netanyahu ha pretendido sumar a Arabia Saudita.
Así propuso un “nuevo alineamiento de países con Israel como centro”, con el dominio de la región. Sobre todo, con el control de los corredores comerciales, de seguridad, de comunicación y energéticos que Estados Unidos pretende desarrollar en esa región estratégica del mundo. Éstos son indispensables para su propia lucha por la hegemonía contra las nuevas alianzas, encabezadas por China y Rusia, quienes rechazan los designios destructores estadunidenses. El otro objetivo de Washington es provocar y debilitar a Irán.
Sin embargo, este plan siniestro enfrenta la resistencia palestina y de los pueblos árabes. Se han levantado con fuerza en Dura, Cisjordania, Aman, Jordania, Ein Sarah, Beirut, Líbano, Sana, Yemen, Estambul, Turquía, Bagdad, Irak, Muskat, Omán, Doha, Qatar, Casa Blanca y Marruecos.
Se han solidarizado y toman conciencia de los planes agresivos de Israel, Estados Unidos y Occidente contra la región del Medio Oriente, a la que quieren seguir dominando como lo han hecho durante siglos, a través de aliados locales. Los pueblos denuncian los crímenes de guerra, el crimen de genocidio y otros crímenes contra la humanidad.
Este plan de crear la gran Israel y de anexionarse a Gaza y Cisjordania es apoyado por las potencias occidentales. Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia y Alemania que son las potencias coloniales de antaño.
Es un fraude histórico el supuesto derecho de Israel a la autodefensa, en el que se escudan para no rendir cuenta por sus crímenes. Es una potencia ocupante y desde 1948 ha violado las leyes internacionales. Igualmente, es presentado como un país democrático que actúa en defensa propia, mientras niega la existencia de los palestinos.
El derecho al retorno y la humanidad misma son denigrados, ignorados y destinados a la extinción. Los pueblos de estos países se oponen a las políticas de complicidad criminal de sus gobiernos.
Grandes movilizaciones se han realizado en múltiples ciudades europeas, por ejemplo, en París y otras localidades de Francia. Aun cuando el gobierno de Macron las ha prohibido calificándolas de “promotoras del terrorismo”.
En Londres, Liverpool y otras ciudades de Reino Unido, se han reunido un impresionante número de personas para apoyar al pueblo palestino, a pesar de que el gobierno británico de Rishi Sunak ha sugerido que blandir una bandera palestina se podría considerar un delito.
En España, se han realizado grandes protestas en Madrid, Islas Canarias, Granada y Valencia. También en Barcelona y Cataluña, se movilizaron miles para defender los derechos del pueblo palestino y para condenar los bombardeos. El mismo apoyo a la paz y la justicia y al alto al fuego se escenificó en Berlín, Nuremberg y otras localidades de Alemania, así como en Holanda, Grecia, Irlanda, Chipre, Portugal, Australia y Nueva Zelanda.
La propaganda, que desconoce los hechos reales y presenta al pueblo palestino como agresor, no ha logrado que la gente no se dé cuenta de la verdad: Palestina es una nación ocupada, sometida, bajo control militar y que sufre más y más invasiones en su tierra. Hoy, sólo queda un 10 por ciento de su territorio histórico. Su país ha quedado dividido, fragmentado, bloqueado e inerme al avance sionista sobre los territorios ocupados.
Un documento filtrado –emitido por el ministerio de Inteligencia israelí el 13 de octubre– confirma un plan para transferir a los residentes al norte del Sinaí como la opción preferida entre tres alternativas con respecto al futuro de los palestinos en la Franja de Gaza. La evidencia confirma la participación de Estados Unidos en el intento de implementar este plan, que se vio frustrado debido a la oposición categórica de Egipto al mismo.
Fue publicado el 28 de octubre por la revista cultural israelí Mecovit. El periódico israelí Haaretz informa que incluye tres alternativas: 1) que los residentes permanezcan en Gaza con el regreso de la autoridad palestina; 2) que permanezcan con el surgimiento del gobierno árabe local, y 3) que se les reubique a la península del Sinaí.
El documento indica que la tercera alternativa lograría resultados estratégicos. La categorizaban como factible y requeriría el apoyo estadunidense y otros países para lograr los objetivo. Recomienda que Israel evacue a la población de Gaza al Sinaí durante la guerra, establezca tiendas de campaña y nuevas ciudades para alojar a la población deportada, y luego cree una zona de seguridad cerrada que se extienda varios kilómetros dentro de Egipto. A los palestinos deportados no se les permitirá regresar a ninguna zona cercana a la frontera israelí.
Haaretz dice que la primera y la segunda alternativa “tienen deficiencias significativas, especialmente en términos de sus consecuencias estratégicas y su viabilidad a largo plazo, ya que ninguna de ellas proporcionaría el efecto disuasorio necesario”. Dice que “el Ministerio de Inteligencia confirmó la existencia del documento, pero una fuente familiarizada con la redacción del mismo dijo que no se espera que el Gabinete debata la propuesta y que el Ministerio no es la entidad gubernamental que sería responsable de tal toma de decisiones” (TML Monthly, Núm 18. Noviembre de 2023, ccpml.ca).
Para México, es importante reconocer que los planes de dominación mundial de Estados Unidos lo contemplan como su patio trasero para maniobras militares, así como abastecedor de mexicanos para integrarlos a sus fuerzas armadas de intervención.
Con el gobierno de Vicente Fox, se comenzó la colaboración con el Comando Norte del Pentágono formado en 2001, además se firmó el ASPAN con Canadá y Estados Unidos en 2005. En el sexenio de Felipe Calderón, se integró a México a maniobras militares de la armada del país vecino en 2009. Más tarde, se implementó la Iniciativa Mérida con el gobierno de Bush. Luego, durante la administración de Enrique Peña Nieto, se continuó esta integración militar. Washington contempla la integración y sometimiento de México a sus planes de guerra, indirecta o directamente.
No podemos dejar de lado que Biden pide 14 millones de dólares para Israel y 86 millones para Ucrania, al tiempo que solicita otros 14 millones para la frontera con México. Tampoco debemos subestimar el coro que se escucha en los círculos de poder estadunidense para invadir territorio mexicano, según ellos, con el objetivo de “combatir al crimen organizado”, al cual han alimentado y armado.
Quieren que México sea su socio militar, así como lo ha sido Canadá. Este país apoya la agresión de Israel a Palestina y llama a quienes protestan “simpatizantes del terrorismo”, como lo ha hecho Justin Trudeau. Sin embargo, el pueblo hermano ha dado muestra de firmeza y valentía para oponerse a su gobierno “proguerra”.
Como nunca, se ha despertado la conciencia en Canadá y Quebec. Reconocen los acontecimientos como una política de apartheid y colonización descarada que viola los principios básicos de soberanía y justicia para el pueblo palestino, las votaciones mayoritarias en la ONU y las leyes internacionales.
La respuesta popular en Toronto, Monreal, Vancouver, British Columbia, Ottawa, Kingston, Hamilton, London, Edmonton, Quebec, Windsor, Calgari, muestra que el pueblo canadiense quiere romper con su integración militar con el aparato de guerra del país vecino. De esta manera, lograr construir un gobierno que esté por la paz y contra la guerra.
En México, el movimiento democrático y popular se ha manifestado cada vez con más fuerza en apoyo al pueblo palestino y contra los planes del binomio Israel-Estados Unidos, así como lo han hecho los pueblos de América Latina y el Caribe: Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Honduras, Perú, Uruguay, entre otros.
Sigamos la tradición mexicana de defensa de los pueblos ocupados. La voz del gobierno de México de Lázaro Cárdenas fue la primera que se escuchó en el mundo durante la invasión de la Italia fascista a Etiopía y a Albania en 1936. Resonó una vez más en Ginebra para protestar contra la consumación del Anschluss de Austria. Y luego contra el despojo de Checoslovaquia y contra el ataque de Polonia.
Hoy, el mundo es testigo del genocidio del pueblo palestino. Ya Bolivia rompió relaciones con Israel. Colombia, Chile, Honduras, Sudáfrica y Turquía llamaron a consulta a sus embajadores. La Asamblea General de la ONU aprobó con mayoría de 120 países exigir un alto al fuego. Sin embargo, la masacre sigue.
Llegó la hora de que los gobiernos rompan relaciones con Israel y llamen a consulta a sus embajadores en Washington, hasta que Estados Unidos deje de vetar la votación democrática de la Asamblea General de la ONU en el Consejo de Seguridad.
Los pueblos del mundo toman conciencia y despiertan ante el peor crimen que ha contemplado la humanidad en el siglo XXI. Y como sabemos, los pueblos organizados, unidos y movilizados son quienes deciden y abogan por un mundo en paz, donde se respete la soberanía de Palestina y de las naciones.
Que el coraje y la indignación que sentimos ante la masacre inaudita se convierta en fuerza para romper en definitiva con los planes de las potencias. Éstas sólo aspiran a la dominación mundial y al saqueo de los recursos del Medio Oriente y de los rincones del mundo.
Ante la campaña de desinformación imperante es tarea de todos y todas usar la razón y los argumentos de peso que tenemos para crear conciencia. Debe crecer la solidaridad con Palestina, el boicot a los productos de Israel y de las corporaciones que financian esta guerra inaudita. Además, exigir que se rompan relaciones con este régimen de apartheid.
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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