Las guerras comerciales están aumentando las presiones inmediatas relacionadas con el alza de aranceles y los flujos financieros volátiles. Estos síntomas de inestabilidad mundial reflejan fallas más profundas, como la insuficiente respuesta a las desigualdades y los desequilibrios potenciados por la globalización neoliberal
El auge del proteccionismo, con evidente reflejo en las actuales disputas arancelarias, es apenas un síntoma de fallas más profundas en el sistema económico y financiero internacional, indican análisis de la Organización de las Naciones Unidas.
Tras un decenio de la crisis financiera de 2008, la economía global continúa dando señales de fragilidad, y la confrontación comercial desatada por el gobierno de Estados Unidos, podría introducir mayores factores de riesgo.
A juicio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), “las guerras comerciales son el síntoma de un malestar más profundo”, en un contexto de crecimiento intermitente, en el que muchos países se mantienen por debajo de su potencial.
“Están aumentando las presiones inmediatas relacionadas con la subida de los aranceles y los flujos financieros volátiles, pero estos síntomas de inestabilidad mundial reflejan fallas más profundas”, dijo el secretario general de la Unctad, Mukhisa Kituyi.
Entre los problemas de fondo, el experto incluyó “la insuficiente respuesta a las desigualdades” y los desequilibrios potenciados por la globalización neoliberal.
Con independencia de que conduzcan o no a una guerra comercial, las recientes rondas de aumento en los aranceles perturbarán el sistema comercial basado cada vez más en las cadenas de valor, juzgó la fuente.
Según los cálculos de la Unctad, las consecuencias de “una escalada grave” podrían conducir a más repercusiones negativas en el mediano plazo, sobre todo en las naciones con dificultades financieras.
Sería trágico, opinó el organismo, volcarse a una guerra arancelaria, en lugar de estudiar cómo los gobiernos podrían “evitar el deterioro constante de la distribución del ingreso y el empleo, que constituye la raíz de las crisis económicas más recientes”.
Confrontaciones de esa naturaleza, son el síntoma de un sistema económico y una arquitectura multilateral degradados, remarcó la institución.
“Nos encontramos, añadió, ante un círculo vicioso de captura empresarial de las políticas y aumento de la desigualdad en el que el dinero se utiliza para obtener poder político y este a su vez para ganar dinero.”
Ni la vuelta al nacionalismo nostálgico ni la intensificación del apoyo al libre comercio son la respuesta correcta, sopesó la agencia.
Además, indicó, el libre comercio “ha demostrado ser una hoja de parra ideológica que ha reducido el espacio de políticas de los países en desarrollo y socavado la protección de los trabajadores y las empresas pequeñas, aunque resguarda la captación de rentas de las empresas grandes”.
De conformidad con la Unctad, sería recomendable vincular las negociaciones comerciales al compromiso con el empleo pleno y el alza salarial, así como regular el “comportamiento depredador” de las corporaciones empresariales.
Asimismo garantizar un espacio de políticas suficiente para que los estados puedan gestionar su integración en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, suscritos por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en 2015.
El reciente Informe sobre el comercio y el desarrollo 2018: el poder, las plataformas y la quimera del libre comercio” también alertó sobre la negativa combinación en diversas partes del incremento de las burbujas financieras y el endeudamiento público y privado.
Actualmente, precisó el texto, la deuda total asciende a 250 billones de dólares, 50 por ciento más alta que la existente cuando la crisis de 2008 y equivalente a tres veces el tamaño de la economía global.
La deuda privada, en especial la contraída por las empresas, constituye la principal responsable del mayor endeudamiento, pero sin estimular la inversión productiva, “una desconexión que, al decir de la Unctad, presagia problemas futuros”.
Otro aspecto preocupante es el curso de las políticas monetarias en los principales centros económicos del orbe, pues podrían generar nuevos impulsos de choque a través de los mercados de capital y de divisas. Ello hace más plausible el surgimiento de una espiral económica viciosa en las naciones más vulnerables, acotó la fuente.
Según explicó el principal autor del informe, Richard Kozul-Wright, la expansión del endeudamiento a escala internacional tiene estrechos vínculos con el aumento de la desigualdad. “Ambos, precisó, están conectados por el creciente peso e influencia de los mercados financieros, un rasgo distintivo de la hiperglobalización”.
Las ventajas del engranaje global tampoco ayudaron hasta el momento al cambio estructural generalizado de las naciones en desarrollo. De tal forma, sus economías continúan dependiendo básicamente de las exportaciones de productos primarios, demostró la pesquisa.
Pese a las promesas de bonanza para todos, los llamados acuerdos de libre comercio también profundizan viejas asimetrías y tienden a reducir espacios para políticas domésticas enfocadas al progreso económico-social sobre bases sostenibles.
Grandes empresas exportadoras, ejemplificó la Unctad, convirtieron esos pactos en mecanismos para la búsqueda de rentas, mediante disposiciones relacionadas con los derechos de propiedad intelectual, los flujos de capital, los procedimientos para resolver disputas y la armonización de las normas regulatorias, entre otras restricciones.
De igual manera, potenciales beneficios de las tecnologías digitales para los países en desarrollo podrían desaparecer a causa de las estrategias de búsqueda de rentas por los monopolios, especificó el análisis.
“La digitalización corre el riesgo de contribuir a la concentración aún mayor de los beneficios del progreso tecnológico en un pequeño número de pioneros”, dijo Kituyi.
“Por desgracia, expresó, la revolución digital está teniendo lugar en una época neoliberal”. El poder ilimitado de las trasnacionales, agregó, ha permitido que el capital eluda la supervisión regulatoria, se expanda a nuevos ámbitos de generación de beneficios y limite la influencia de los hacedores de política.
De las 25 principales empresas tecnológicas en términos de capitalización bursátil, 14 tienen su sede en Estados Unidos, tres en la Unión Europea e igual número en China, cuatro en otros territorios asiáticos y una en África, detalló la Unctad.
A juicio de la entidad, los países en desarrollo deberán preservar, y posiblemente ampliar, su espacio de políticas para poner en marcha estrategias de industrialización, que ahora deberían incluir los aspectos digitales, con sus múltiples aristas.
María Julia Mayoral/Prensa Latina
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