Al descubierto, la propaganda orquestada por el gobierno de Francia en contra del régimen sirio. Un ejemplo: el papel de los oradores de la Jornada de Solidaridad con el Pueblo Sirio, organizada por el Instituto del Mundo Árabe con sede en París, quienes lejos de responder las interrogantes del público sobre el conflicto, realizaron un “debate” concebido en función de los intereses occidentales
François Belliot/Red Voltaire
Hace más de 2 años que los grandes medios comerciales de difusión de Francia vienen cubriendo los acontecimientos en Siria de manera unilateral y caricaturesca, señalamiento que es también válido para todos los países de la zona OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y todos los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo. Para ellos, lo que hay en Siria –como anteriormente en Libia– es “un dictador sanguinario que está masacrando a su propio pueblo”. Ante ese “dictador” se alza una “valiente oposición, desvalida y pacífica” que, al marchar sobre las huellas de la Primavera Árabe, trata de emanciparse de una vil dominación.
Las decenas de miles de muertes que se han producido desde el comienzo de la crisis se deben, en su enorme mayoría, a los crímenes de las tropas leales al régimen de Bashar al-Assad. Eso es, en esencia, lo que dicen diariamente, desde hace 2 años, a través del canal de televisión TF1, del diario Le Monde, de la radio France Inter, del semanario Le Point y de diarios como Libération y Le Figaro.
En este estudio propongo desmontar esa propaganda a partir del análisis de dos ejemplos concretos.
En el primero de ellos haré un detallado análisis de un debate sobre Siria que se desarrolló el 24 de febrero de 2013 en el Instituto del Mundo Árabe [en París, Francia], debate evidentemente “arreglado” de principio a fin, donde se escuchó a “periodistas” profiriendo las más increíbles mentiras, donde se oyeron incitaciones al odio, explicaciones simplistas, tergiversaciones de la verdad y manipulaciones de los sentimientos.
En el segundo, voy a proponer un análisis de la cobertura mediática que se da en Francia al punto de vista de los cristianos de Siria. Demostraré que los únicos cristianos invitados a la televisión francesa y mencionados en los grandes diarios son los hostiles al régimen y que lanzan llamados a armar a la oposición. Demostraré también que ese punto de vista es minoritario en ese sector [los cristianos] de la sociedad siria y que los medios de difusión franceses han recibido la orden u optado por silenciar, deformar o caricaturizar los testimonios –muy diferentes– que no van en ese sentido.
El vínculo que une ambos temas es que los dos nos permiten comprender el funcionamiento de la propaganda político-mediática.
Y no se trata solamente de una propaganda estatal en el sentido en que es el Estado el único responsable y autor de la misma. Se trata en realidad de una propaganda en la que se conjugan los esfuerzos del Estado –principalmente a través del ministro de Relaciones Exteriores–, todos los medios de prensa comerciales pertenecientes a grandes compañías privadas, instituciones y órganos del Estado e incluso a asociaciones que hacen el papel de fuerza militante para la organización de los “eventos”, con una amplia utilización de millones de euros de procedencia desconocida. Todos esos factores o elementos funcionan de conjunto como una aplanadora encargada de imponer a la opinión pública una versión oficial que nada tiene que ver con la verdad y de acallar todo punto de vista que contradiga esa versión.
El falso debate del Instituto del Mundo Árabe
En el marco de la Jornada de Solidaridad con el Pueblo Sirio, del pasado 24 de febrero, se desarrollaron, a lo largo de 12 horas una serie de conciertos, exposiciones, presentaciones de libros y debates. La iniciativa venía del nuevo presidente del Instituto del Mundo Árabe, Jack Lang, y fue organizada de forma conjunta por I télé y el diario Le Monde.
Si bien el título auguraba un tratamiento neutro en el enfoque de la crisis siria, en realidad se trataba –como veremos claramente– de una jornada de apoyo a “la oposición armada siria” para llamar al derrocamiento del régimen de Bashar al-Assad.
Esto se hace evidente al analizar el principal momento de la jornada, que consistía en un “debate” sobre el “porvenir de Siria” que se desarrolló desde las 14:00 hasta las 16:30 horas en la sala del Alto Consejo. El moderador fue Abderrahim Hafidi, conductor del programa de televisión Islam que transmite France 2. Había numerosas cámaras de televisión, como las de France24, TV5 y, por supuesto, I télé.
Diez personalidades e intelectuales estaban invitadas al “debate”, entre ellos, como principal protagonista, “el embajador representante” de la Coalición Nacional Siria en París, Monzer Makhous. Todos los oradores eran decididos adversarios del régimen sirio y del presidente Bashar al-Assad y defensores de la versión de la crisis siria que cotidianamente nos remachan todos los grandes medios de difusión desde hace 2 años.
Participamos en aquel debate por la curiosidad de ver hasta dónde serían capaces los organizadores de llevar aquella farsa. A pesar de lo acostumbrados que ya estamos a las mentiras de la versión oficial, a la violencia verbal de los personajes que denuncian al régimen sirio y a su presidente al-Assad, tenemos que decir que aquel domingo se rompieron todos los récords en términos de mala fe, mentiras, tergiversación y violencia verbal.
El debate comenzó con una corta intervención de Jack Lang, quien agradeció a los equipos del Instituto y las asociaciones de apoyo que se habían movilizado para aquel evento. Después, el señor Hafidi hizo la introducción del “debate”.
Dividiré en dos partes mi recuento de aquel debate. En la primera parte resumiré brevemente cada una de las intervenciones subrayando en cada caso los puntos más importantes. En la segunda, abordaré en detalle las mayores mentiras que dijeron los oradores así como las ambiguas condiciones de organización y realización del debate.
Hafidi, presentador del programa Islam
Seguramente para respetar la neutralidad correspondiente a su condición de moderador del “debate”, Hafidi comenzó denunciando los “bárbaros castigos de un gobierno que no tiene corazón ni piedad”; luego hizo un llamado a la conciencia internacional, invocó la memoria de Albert Camus, afirmó que había que “luchar por la libertad del pueblo sirio”, alabó la presencia de periodistas de los diarios Le Monde y Libération en el evento. Después presentó a los participantes y anunció que tras sus intervenciones habría un intercambio con el público.
Para introducir el debate, dijo que les había parecido conveniente comenzar con la lectura de un poema. Una cantante y poeta llamada Sapho leyó el poema La dame de Damas [La dama de Damasco], de Jean-Pierre Filiu. Éste era una acusación absoluta contra el régimen de al-Assad. A pesar de que no entraba en detalles sobre ningún hecho ni argumento, de estar lleno de palabrería y de gritos de rabia, el poema emocionó al público, que aplaudió prolongadamente. Hubiera resultado difícil hacer algo más evidente que aquello en materia de acondicionamiento emocional. El señor Hafidi dio después la palabra a los demás participantes.
Jean-Pierre Filiu, profesor de Ciencias Políticas
El primero en hacer uso de la palabra fue el autor del poema. Presentado como “especialista”, era evidente que el hombre todavía estaba metido en su poema. Su intervención fue una repetición en prosa de la denuncia que ya había hecho en verso. Se indignó de que el “bárbaro Bashar” estuviera “aún en la ONU (Organización de las Naciones Unidas)”. “Lo que mata a los sirios es Bashar”, afirmó. Estábamos ante “un régimen infame”, “que mata, asesina, viola a su pueblo”. Exigió que Bashar al-Assad comparezca ante la Corte Penal Internacional (CPI) y concluyó diciendo que “las personas que luchan tienen derecho a que se les entreguen armas”. Su intervención no contenía casi ningún hecho y destilaba una indignación violenta en cada una de sus palabras.
Monzer Makhous, “embajador” de la Coalición Nacional Siria
Muchos de los asistentes sentían particular curiosidad por ver y oír a este personaje del ya célebre Consejo Nacional Sirio, pero me parece que todos se decepcionaron. Es imposible resumir su intervención, caracterizada por un uso extremadamente inseguro del idioma francés y por la mala construcción de las frases: bloques de palabras encadenados entre sí, a veces sin relación lógica. Fustigó a la ONU, diciendo que las dos resoluciones presentadas habían sido votadas por dos miembros del Consejo de Seguridad pero que la inmensa mayoría de los demás países habían votado en contra (135 a 9 en uno de los casos), de lo cual podía deducirse que el Consejo de Seguridad no servía para nada. Habló de un atentado que había costado la vida a numerosos niños, que le atribuyó al gobierno.
Sobre los grupos de terroristas islamistas, dijo que el régimen era el primer responsable del terrorismo y que se había esforzado por provocarlo para tener un pretexto que justificara la represión. Y concluyó rindiendo homenaje a Omar Aziz, muerto en febrero pasado –según él– “bajo la tortura” del régimen de al-Assad.
Varios miembros de la Coordinación que hablan árabe dicen que este personaje se expresa tan mal e incoherente en árabe como en francés. Éste es el tipo de personaje que podemos encontrar dentro del consejo de transición sirio.
Ziyad Majed, profesor de la Universidad Americana de París
Para el señor Majed, totalmente en sintonía con el primer orador (y con el moderador), el régimen sirio da muestras de una “extraña imaginación criminal” y se inspira en el “sádico placer de castigar a los esclavos”. Dice que no se menciona lo suficiente el “posible uso del arma química”, que el régimen se ve obligado cada mes a recurrir a “una estrategia más violenta”, que estamos ante un “régimen bárbaro que no vacila en masacrar a su pueblo”. El señor Majed sostiene que al principio no había terrorismo, que durante 6 meses las manifestaciones fueron pacíficas y que es urgente armar a la oposición.
Recordó, en tono doctoral, que en las actuales circunstancias “los periodistas tienen la gran responsabilidad de informar”. Ziyad Majed fue el único de los 10 oradores que trató de explicar por qué no había en el coloquio nadie que pusiera en duda la versión oficial. “¿Habríamos aceptado en la época del Apartheid que se diera la palabra en un debate a los defensores de la supremacía blanca?”. Eso fue más o menos lo que dijo, y con ello estableció un paralelo cuya pertinencia ni siquiera explicó.
Con este procedimiento insidioso se lleva al público a considerar a las personas que ponen en duda la versión oficial de la crisis siria como racistas defensores de una ideología inaceptable. Se trata, sin embargo, de una comparación totalmente absurda en la medida en que son temas que no tienen absolutamente nada que ver.
Jack Ralite, exministro
Al igual que los dos oradores anteriores, Jack Ralite lanzó una diatriba contra Bashar al-Assad, “verdugo lleno de odio” y “dictador asesino que masacra a su pueblo”. Trató de ofrecer una lectura de la presencia de yihadistas en suelo sirio diciendo que se trata de un “cuento que algunos exageran”. Agradeció el compromiso del Instituto del Mundo Árabe y se regocijó por el progreso de la movilización francesa.
Su intervención fue la más vacía, ya que no presentó absolutamente ningún hecho y para mostrar su erudición recurrió a múltiples referencias sacadas de libros que nada tenían que ver con el tema. Llovieron así citas de autores como Camus, René Char, Holderlin, Boulez, Bukowski, Aragon y Ricoeur. El orador hablaba de forma enfática y se veía feliz de mostrar al público lo mucho que había leído.
Es importante señalar que entre los autores que citó había miembros de la resistencia francesa contra el nazismo, como René Char, cuya memoria empañó (quizás sin darse cuenta pero así fue) al citarlos en aquel contexto.
Basma Kodmani, politóloga
La intervención de Basma Kosmani fue extraña. Se lanzó en un raro recuento de las conversaciones que dijo haber sostenido con jóvenes participantes en la rebelión. Dijo sentirse maravillada por aquellos muchachos que descubrían la libertad, que al fin podían comenzar a respirar. Afirmó que aquellos jóvenes habían visto cosas horribles y que pasaban rápidamente de la risa al llanto y viceversa.
Se emocionó al decir que había que ver con qué sentimiento cantaban aquellos jóvenes. Según ella, la revolución permitía al fin que los sirios hablaran. Contó la anécdota de un sirio que se maravillaba de haber visto un cristiano por primera vez en toda su vida. No hubo en la intervención de la señora Kodmani el menor hecho ni el menor argumento, sólo historias de jóvenes que pasan de la risa al llanto. Lo que hizo fue apostar por la manipulación emotiva.
Al presentar a Kodmani, Hafidi pudo mencionar los siguientes datos: realizó sus estudios en Estados Unidos, no tiene el menor vínculo con Siria, trabajó para la NED (National Endowment for Democracy), fue directora de la rama régional de la Ford Foundation en El Cairo y asistió a varios foros del Club de Bilderberg. Fue fundadora del Consejo Nacional de Transición Sirio, al que presentó su dimisión en agosto de 2012, y el resto de la oposición la considera como “la principal representante de los intereses de Estados Unidos”.
Jean-Pierre Perrin, reportero de Libération
Perrin comenzó presentándose como alguien que “escribe sobre Siria desde hace 20 años”. Habló por largo rato de los acontecimientos de 1982 en Hama, donde murieron entre 15 mil y 25 mil sirios [el bombardeo de Hama marcó el fin de la represión contra los golpes de Estados fallidos de la Hermandad Musulmana. Se habló entonces de 8 000 muertos]. Dijo que aquellos acontecimientos no llegaron a tener en aquel entonces el menor eco y que él estaba desesperado.
Contó varias anécdotas de testigos de aquellas masacres, cuyos testimonios recogió él mismo hace unos 15 años. En cuanto a la situación actual, quiso subrayar la tortura en Siria. “En todos los países árabes se tortura, pero en Siria se tortura por torturar”. Agregó que esto revela una “una forma de perversión bastante extraordinaria”. Según Perrin, se ha podido observar que los distintos servicios de inteligencia “compiten” entre sí para saber cuál de ellos es capaz de alcanzar el más alto grado de crueldad en la tortura. Aseguro que al principio de la crisis se había torturado a niños.
Mencionó la anécdota de una persona que le dijo que había sido torturada en la década de 1980 por hablar francés en la calle. Las personas que crean que el idioma francés y su aprendizaje están prohibidos en Siria pueden comprobarlo viendo diariamente el boletín de noticias en francés que transmite cotidianamente la televisión gubernamental siria, como este que corresponde al 13 de diciembre de 2012. Esa anécdota es tan grotesca como la del joven sirio que estaba feliz de ver un cristiano por primera vez en toda su vida.
Jean-Pierre Perrin terminó su intervención diciendo que, debido a la gravedad de la tortura en Siria, la posición que él adoptaba era menos de “periodista” que de “humanista”. También hubiera podido excusarse por haberse apartado del tema, ya que habló esencialmente de lo sucedido en Hama (sin decir, por cierto, que la reacción del régimen en 1982 respondía en parte a una serie de ataques terroristas de mercenarios infiltrados desde Jordania e Irak, en un contexto comparable al actual).
Fabrice Weismann, consejero de la dirección de operaciones de MSF
De todas las intervenciones, la del señor Weismann fue la que más hechos presentó y la más serena. Comenzó precisando que podía hablar solamente de “las zonas controladas por la oposición”. El problema de esas zonas es que el gobierno sirio tiene el monopolio de la ayuda humanitaria y es difícil enviar ayuda porque los opositores a menudo se niegan a recibir ayuda del bando que están combatiendo.
En esas zonas hay gran número de heridos y la proporción es de tres heridos de gravedad por un muerto. La atención se dificulta ya que, según Weismann, el ejército sirio (y dice Weismann que ésa es su especialidad) bombardea específicamente los hospitales y dispensarios. Weismann atribuye esa situación a Bashar al-Assad y critica además a la comunidad internacional que, según afirma, es culpable de haber renunciado a la acción humanitaria.
Esta intervención, en un tono desapasionado aunque rico en matices, es la única que aportó al público algo de información auténtica. Cabe señalar, sin embargo, el carácter grotesco de lo que Weismann considera como la especialidad de al-Assad: ¿Quién puede creer que un Estado destruye voluntaria y sistemáticamente las infraestructuras vitales que él mismo había construido?
Christophe Ayad, periodista de Le Monde
Este periodista comenzó contando una anécdota: a su regreso a Francia se entrevistó con un comerciante al que conoce muy bien y éste se quejó de que los medios de prensa ya no hablan de la situación en Siria. Y al decir esto, el periodista empieza a preguntarse si sus colegas y él mismo están haciendo realmente su trabajo sobre Siria, si en definitiva es posible que no hayan insistido bastante o que no se haya dado suficiente eco a su trabajo. El testimonio anónimo y no especializado mencionado por Ayad carece de todo valor. Se necesita además un tremendo descaro para decir que “los horrores del régimen de Bashar al-Assad” no se mencionan lo bastante a menudo en la prensa dominante.
Ayad descubrió incluso una nueva especialidad del régimen sirio… ¡otra más!: el lanzamiento de misiles Scud sobre los barrios residenciales, a veces densamente poblados por civiles. Contó una anécdota de 15 niños muertos por el gobierno y concluyó su intervención saludando la memoria de Olivier Vosin, fotógrafo muerto en el terreno el 24 de febrero pasado, de quien leyó la última carta enviada a su compañera.
Al tratarse de un periodista estábamos en todo nuestro derecho de esperar una visión de conjunto de la situación, pero el hombre se concentró en las anécdotas, muy vagas, de hechos no demostrados y en testimonios sin interés. Al igual que Jean-Pierre Filiu, a lo largo de su intervención trató –aunque en un tono más mesurado– de tocar la cuerda emotiva más que de recurrir a la razón.
Así, el “debate” había empezó con un poema y terminó con una canción recitada por Sapho. El texto, de su propia autoría, era ampuloso y no tenía mucho que ver con la crisis siria. Empezaba con versos árabes que, al no ser traducidos, nadie entendió. Emoción y más emoción.
Intervenciones emotivas
Necesitaríamos varias decenas de páginas para responder aquí a cada una de las mentiras y aproximaciones que contenían cada una de estas 10 intervenciones. Nos limitaremos, por lo tanto, a las más importantes, mencionando de paso algunas curiosidades, como la nominación de Jack Lang a la cabeza del Instituto del Mundo Árabe.
El principio de toda propaganda es recurrir a las emociones más que a la razón. Al sumergir al auditorio o a los lectores en un mar de emociones se ahoga su capacidad para reflexionar. Si además agregamos a la emoción la simple repetición se obtiene un poderoso efecto sobre las personas que no están al tanto del modo de funcionamiento de ese mecanismo.
Los oradores recurrieron constantemente a la emoción en sus respectivas intervenciones, manipulando sobre todo el miedo y la indignación. Para ello contaron numerosas anécdotas sobre niños o grupos de niños torturados y muertos. De forma sistemática atribuyeron cada uno de esos crímenes a las tropas regulares del régimen sirio, con elementos de prueba muy vagos o simplemente inexistentes.
La propaganda funciona con fórmulas simples y tremebundas. Fue así que todos los oradores recurrieron a la gastada pero muy eficaz fórmula del “horrible dictador que está masacrando a su propio pueblo”. Exactamente el mismo método utilizado por los grandes medios de prensa comerciales para acondicionar a la opinión pública para el derrocamiento de Muammar el-Gadhafi y de Saddam Hussein. Es un método clásico que funciona de maravilla para conseguir que la opinión pública acepte que la guerra es necesaria.
La propaganda funciona mediante la repetición de las mismas fórmulas. Dada la extrema similitud entre la mayoría de las intervenciones (y la pobreza de su contenido), en vez de utilizar 10 oradores hubiera bastado con tres, ya que todos recurrieron a la misma retórica simplista y repleta de clichés emotivos. El público presente en la sala oyó constantemente los mismos eslóganes simplistas que lo incitaban a la indignación contra Bashar al-Assad y “su” régimen.
Resulta significativo el hecho que aquel debate –que en realidad no fue tal– haya comenzado con un poema y terminado con una canción, que jugaban ambos la carta de la emoción y sólo abordaban de manera muy superficial hechos y argumentos. Era evidente que no se quería entrar a hablar de geopolítica ni de historia ni de periodismo sino de poesía, de música y de propaganda.
Y la propaganda tiene que ir siempre en un mismo sentido. No debe haber voces discordantes. Es por eso que ningún representante de la opinión contraria a la versión oficial fue invitado ni autorizado a hacer uso de la palabra.
¿Fue aquello un verdadero debate?
En el fascículo de presentación de aquella jornada de apoyo se anunciaba que la mesa redonda prevista desde las 14:00 hasta las 16:30 horas era un “debate”. Lo cual fue mentira. Y es por eso que desde el principio de este trabajo hemos escrito esa palabra entre comillas.
Los 10 oradores, como ya hemos visto, recitaron el mismo discurso, a menudo casi con las mismas palabras, y nunca hubo entre ellos ni la menor sombra de un desacuerdo sobre ningún punto. Si, como dijo Perrin, los verdugos sirios competían entre sí en materia de imaginación en la práctica de la tortura, aquellos oradores se dedicaron a otro tipo de competencia, emulando entre sí para ver cual de ellos utilizaba los términos más duros contra “el régimen de al-Assad”.
Nos sorprendió, por otro lado, la manera como concluyó aquel “debate”. El moderador de la mesa redonda, el señor Hafidi, había anunciado al principio que al terminar las 10 intervenciones habría media hora de intercambio entre los conferencistas y el público. Así que esperamos con impaciencia aquel momento, con la esperanza de equilibrar aquellas declaraciones después de escuchar la monstruosa cantidad de mentiras que habían proferido aquellos personajes. Pero, sin ofrecer la menor explicación, el moderador anunció que finalmente no habría intercambio. La palabra “debate” perdía con ello toda su significación y el engaño se hacía ya totalmente evidente.
Es importante señalar un detalle fundamental: una mujer quiso poner en duda la versión oficial y hacer uso de la palabra. No sólo no se le dio acceso al micrófono sino que además fue ignorada y finalmente abucheada, comportamiento que ya hemos tenido a menudo la posibilidad de observar en ese tipo de “debates”. No sólo es muy difícil lograr expresar un punto de vista diferente sino que además quien trata de hacerlo es blanco de abucheos, insultos y a veces se llega incluso a la intimidación física, lo cual refleja sin dudas el alto concepto que los defensores en Francia de la “rebelión” siria tienen de la libertad de expresión que pretenden aportar al pueblo sirio.
Recordemos, en fin, la comparación que hizo uno de los conferencistas en su intento de justificar la ausencia de voces discordantes: poner en duda la versión oficial de lo que sucede en Siria sería como defender el Apartheid en Sudáfrica. Es ésta una comparación lanzada al público como un ladrillo, sin la menor argumentación, y que sólo puede interpretarse como un grave insulto. Una comparación vergonzosa para su autor, Ziyad Majed, pero que refleja a la perfección la mentalidad de los participantes.
La hipótesis de la explotación del terrorismo por parte del “régimen”
Ese argumento se basa en una increíble fábula: las cantidades de muertos que el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) anuncia diariamente sin proporcionar absolutamente ningún detalle sobre la identidad de las víctimas. En realidad, las fuerzas del orden y el ejército sirios han sufrido gran número de bajas a manos de los grupos armados, bajas cuyo número representaba en determinado momento una tercera parte del total de víctimas. Por cierto, los miembros del ejército que caen en manos de los mercenarios son sistemáticamente torturados y asesinados. ¿Cómo podría el régimen inventar grupos terroristas totalmente fabricados para asignarles como misión la de atacar a su propio ejército? Con eso no haría más que desmoralizar a su propio ejército y provocaría una grave crisis de confianza que llevaría a los soldados a desertar masivamente.
También se sabe que los mercenarios tenían como blanco predilecto, al comienzo del conflicto, a los cristianos y alauitas, considerados favorables al régimen. ¿Por qué razón se dedicaría ese régimen a sembrar el terror precisamente entre las poblaciones que lo respaldan? El simple sentido común nos indica que la hipótesis de la explotación del terrorismo por parte del régimen no es más que una gran mentira.
Una mentira que, por demás, está lejos de ser gratuita. Durante mucho tiempo los grandes medios de difusión negaron la presencia de los terroristas yihadistas en suelo sirio. Al prolongarse la situación e ir acumulándose las pruebas de esa presencia y las noticias sobre sus crímenes, ya se ha hecho imposible a los grandes medios seguir negando lo que ya es evidente. Pero como la verdad no concuerda con la versión oficial inicial, había que explicar de alguna manera por qué se reconocía una parte de esa verdad. Así que, después de haber negado la existencia [de los terroristas], los grandes medios tuvieron que adoptar esa interpretación conspiracionista y mentirosa. Del negacionismo pasaron al conspiracionismo.
Hay que recordar que ese fue el tipo de explicación que publicó el diario Le Monde sobre el atentado que decapitó el Estado Mayor sirio, el 18 de julio de 2012. [Explicó entonces que] Bashar al-Assad quiso realizar una purga para consolidar la autoridad que se le estaba yendo de las manos. Una interpretación absurda, pero muy comprensible cuando la consigna de obligatorio cumplimiento es que absolutamente todo lo malo tiene que venir de “Bashar al-Assad y de su régimen infame que está masacrando a su propio pueblo”. Algo muy digno de la herramienta ideológica mundialista en la que se ha convertido con el paso de los años el diario francés Le Monde.
La hipótesis de la irrupción tardía del terrorismo en Siria
Nunca se insistirá lo suficiente en la gravedad de esa mentira. Veamos varios hechos citados por Bahar Kimyongur en su libro Syriana, publicado a fines de 2011 por la casa Investig’action. Todos estos hechos (que no son más que una muestra) tuvieron lugar durante el periodo en el que los oradores afirmaban que sólo hubo manifestaciones pacíficas:
“17 de abril, ocho miembros de las fuerzas de seguridad son degollados en una pequeña comuna de la periferia de Deraa”; “8 de mayo, 10 policías son degollados a sangre fría en Homs”; 19 de abril, varios oficiales son salvajemente masacrados. Tres niños [hijos] de un general sirio son asesinados con un sable”; “7 de junio, 120 militares y policías son atacados en su cuartel de Jisr el-Choughour, en la frontera turco-siria, y decapitados después de muertos. Pero Al-Jazeera y la BBC hablan de… ¡120 manifestantes pacifistas asesinados por las fuerzas de seguridad! Otros medios de prensa tratan de inventar un supuesto motín aplastado por sus superiores”; “21 de julio, 13 soldados mueren y 100 resultan heridos en varios enfrentamientos con grupos armados en la ciudad de Homs”.
Para cerrar esta macabra lista, nos limitaremos a recordar el episodio particularmente atroz que se produjo al principio mismo de los acontecimientos. El 2 de abril de 2011, Nidal Jannoud (alauita), guardia del club de oficiales de la ciudad de Banyas, en la costa del Mediterráneo, es interceptado, camino del mercado, por un grupo de hombres armados. Como los terroristas siempre se toman el trabajo (seguramente por amor a los derechos humanos) de filmar los crímenes que cometen, tenemos incluso un video del linchamiento. En éste puede verse que, después de haberlo torturado, después de haberle lacerado espantosamente el rostro, los rebeldes lo acribillan a tiros de arma automática. Los 20 culpables fueron localizados, confesaron su crimen y fueron condenados (las imágenes de video son irrefutables). Posteriormente se supo que uno de los participantes en el linchamiento fue uno de los cabecillas de una manifestación “pacífica” que reclamó la caída del régimen en la misma ciudad. Seis días después, nueve soldados sirios perecen en una emboscada tendida por un grupo armado.
Las historias de ese tipo son por desgracia demasiado numerosas como para que podamos contarlas todas aquí. Demuestran de forma irrefutable el accionar violento y cruel de los grupos armados que estuvieron operando en suelo sirio desde el comienzo mismo de los acontecimientos. Es imposible creer que “especialistas” como los conferencistas del Instituto del Mundo Árabe no tuvieran noticia de esos hechos. Tal suposición sería un insulto a sus “diplomas” y a quienes les dan empleo (como el diario Le Monde, por ejemplo). Son personas que, aunque conocen esa realidad, optaron por esconderla a los ciudadanos que asistieron al encuentro organizado en el marco de aquella jornada. Su actitud resulta especialmente chocante cuando se comprueba el grado de barbarie demostrado por los mercenarios extranjeros al torturar y asesinar a sus víctimas.
La hipótesis del uso de armas químicas
El posible uso de armas químicas en Siria era un argumento esperado y fue nuevamente utilizado por Ziyad Majed. Se trata, en efecto, de una temida posibilidad… que acabó por concretarse.
El 19 de marzo de 2013 se utilizó un cohete químico contra la aldea de Khan el-Aklass, en la periferia de Alepo. El lugar, ocupado durante 1 mes por el Frente al-Nusra, acababa de ser reconquistado por el ejército sirio. El cohete dejó 30 muertos (mujeres, niños, viejos y soldados), además de un centenar de intoxicados. Los aldeanos denunciaron unánimemente el punto de origen del disparo: una zona controlada por el Frente al-Nusra.
De forma sorprendente esta información prácticamente no se mencionó en los grandes medios de la prensa comercial, quizá porque era imposible reflejar el hecho de forma que encajara con cierta lógica en la versión oficial. Imaginen ustedes la publicación de la siguiente noticia: “Assad dispara cohetes químicos sobre las aldeas que su ejército libera de una organización terrorista (el Frente al-Nusra) y mata así a los civiles que anteriormente protegía”. Habría que ser completamente estúpido para creer algo así, sobre todo cuando el señor Assad sabe además que el uso de armas químicas puede desatar automáticamente una operación decisiva tendiente a derrocarlo.
El silencio de los medios sobre ese hecho se explica sin duda porque se dan cuenta de que no pueden achacar ese crimen al presidente Assad; sería demasiado difícil de creer. Por lo tanto, en vez de recurrir al habitual bombardeo mediático, sólo lo mencionan muy brevemente, sin entrar en detalles y poniendo a los dos bandos en el mismo plano sin la menor explicación.
Este horrible ejemplo demuestra que, para los medios de prensa y para el gobierno francés (con el presidente François Hollande y su ministro de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, a la cabeza), el problema no es el uso en sí de las armas químicas sino quién las utiliza. Si los “rebeldes” usan armas químicas… no es tan grave. Pero si quien las usa es el régimen de Bashar, está cruzando una línea roja y hay que dedicarle al hecho la primera plana durante 15 días consecutivos en todos los grandes periódicos que el Estado francés subvenciona.
Las manipulaciones que van desde las infames comparaciones con el Apartheid hasta las denuncias infundadas sobre el posible uso de armas químicas nos demuestran que hay gente que no vacila ante nada en el marco de la mentira organizada, que es la cobertura de los medios de la prensa comercial francesa sobre lo que sucede en Siria.
Lang, el organizador del evento
La persona que organizó esta jornada de respaldo a la rebelión y de exhortación al derrocamiento del régimen sirio no es otra que el recientemente nombrado director del Instituto del Mundo Árabe, Jack Lang. Si bien éste cuenta con una indiscutible experiencia como estadista y en el campo de la cultura, su currículum no incluye nada que haga pensar que es un conocedor del mundo árabe. Se trata incluso de una región que parece conocer bastante mal: Lang ni siquiera habla el idioma que da nombre al instituto que ahora dirige. Es por consiguiente un hombre desprovisto de toda legitimidad intelectual quien organizó esta Jornada de Solidaridad con el Pueblo Sirio, iniciativa que puede interpretarse por lo tanto de las siguientes maneras:
Al desconocer la situación actual y la historia de Siria, cuya complejidad ignora y cuya lengua no habla, y al tener que ocuparse también de otros 1 mil asuntos vinculados a otros países árabes, simplemente no tuvo tiempo de informarse correctamente sobre la realidad existente en el terreno y es por lo tanto él mismo vulnerable a la propaganda de medios como Le Monde e I télé, que presentan lo que acontece en Siria con la misma visión unilateral y diabolizante.
Como miembro del Partido Socialista y partidario del actual gobierno (que en nada se diferencia del anterior en su enfoque sobre la crisis siria), Jack Lang sirve ocasionalmente de repetidor y correa de transmisión de la propaganda del gobierno francés. La jornada no sería entonces fruto de una iniciativa personal sino de una iniciativa gubernamental.
Es evidente, en todo caso, que la nominación de una personalidad tan carente de preparación para dirigir el parisino Instituto del Mundo Árabe no puede menos que despertar la más profunda suspicacia.
Una comparación pertinente
Para entender mejor la envergadura del fraude que representó aquel “debate” hay que compararlo con otros eventos similares. Cuatro días antes, el 20 de febrero de 2013, pudimos asistir, algunos (Alain Corvez y Alain Benajam) incluso participaron, en un coloquio intitulado “Crisis en Siria: desafío a la diplomacia mundial”.
Organizado por la Academia de Geopolítica de París y celebrado en un anexo de la Asamblea Nacional, este coloquio se distinguió del falso debate del Instituto del Mundo Árabe en los siguientes aspectos: los participantes, en su mayoría, criticaban total o parcialmente la versión oficial que nos remachan los grandes medios comerciales de prensa; el moderador del coloquio, el presidente de la Academia de Geopolítica, mantuvo una postura neutral desde el principio hasta el fin del encuentro; no asistió ninguna televisión, al parecer no creyeron útil reportar el evento (o asociarse a él), que por lo tanto sólo tuvo un eco insignificante en la opinión. Bassam Tahham, el octavo participante en hacer uso de la palabra en el coloquio reveló que el canal televisivo France24 (que sí cubrió el “debate” en el Instituto del Mundo Árabe) lo tiene excluido de sus transmisiones desde hace 2 años porque su opinión personal no va en el sentido de la propaganda del gobierno francés.
Además, aunque algunos participantes recurrieron a la cuerda emotiva, en su conjunto se concentraron en los hechos y argumentos, llamando más a la razón que a la emoción; los participantes situaron la crisis siria en el contexto histórico, informando que la actual situación tiene su origen en la década de 1920, lo cual no señalaron ninguno de los conferencistas del Instituto del Mundo Árabe; al final de cada intervención, todas las personas presentes en la sala podían hacer preguntas sin la menor censura; los participantes expresaron, a veces con vigor, puntos de vista opuestos sobre varios puntos generales o sobre cuestiones de detalles. No se sentía, como en el Instituto del Mundo Árabe, la impresión de estar ante un grupo de clones invitados para repetir sin argumentos las mismas consignas simplistas que incitan al odio; el papel de los medios de difusión fue unánimemente criticado, mientras que los conferencistas del Instituto del Mundo Árabe los homenajearon.
En pocas palabras, la verdadera “Jornada de Solidaridad con el Pueblo Sirio” y su famoso “debate” no tuvieron lugar el 24 de febrero de 2013 en el Instituto del Mundo Árabe sino en la sede de la Asamblea Nacional, en el marco del coloquio organizado por la Academia de Geopolítica de París, encuentro que ningún medio de prensa se molestó en cubrir.
Conclusiones
Las observaciones reunidas en este resumen nos permiten llegar a una serie de conclusiones:
-El conjunto de intervenciones de los conferencistas del evento del Instituto del Mundo Árabe de París no puede de ninguna manera calificarse como “debate”.
-El título mismo de la “Jornada” (“Jornada de Solidaridad con el Pueblo Sirio”), que parecía neutro, fue un engaño. El título “Jornada de Exhortación al Derrocamiento del Régimen de Bashar al-Assad” hubiera sido más apropiado.
-Al exhortar unánimemente a armar a “la oposición”, los conferencistas aceptan la posibilidad de que esas armas caigan en manos de los mercenarios que cometen los atentados terroristas y masacres registrados en Siria. Admiten además el riesgo de convertirse en cómplices de crímenes contra la humanidad y mienten al afirmar que durante los primeros meses de la crisis sólo hubo manifestaciones pacíficas.
-Los conferencistas no respetaron la verdad al decir que el único terrorismo que existe en Siria es imputable al gobierno sirio.
-Jack Lang no cuenta con la menor legitimidad para dirigir el Instituto del Mundo Árabe y debe ser considerado en este asunto como una simple correa de transmisión de la propaganda gubernamental.
-Al ser el Instituto del Mundo Árabe una institución financiada con fondos públicos, en su gran mayoría franceses, la organización de aquel evento es una forma de desvío de fondos públicos con fines de propaganda.
-El argumento utilizado para justificar la ausencia de partidarios de una opinión diferente en aquel “debate” (comparando el tema sirio con el antiguo debate sobre el Apartheid sudafricano) es un argumento vil e infundado.
-Aquel “debate” evidenció nuevamente que el objetivo de los grandes medios comerciales de prensa no es informar sino dirigir la propaganda gubernamental y justificar guerras injustas. En aquel “debate” fueron aún más lejos: no sólo cubrieron masivamente el evento sino que algunos de ellos –como Le Monde e I Télé– incluso se asociaron a él. Por supuesto, al igual que el Instituto del Mundo Árabe, el diario Le Monde no es independiente, ya que el Estado lo financia con 17 millones de euros al año. Su papel como diario de referencia del pensamiento único consiste en servir de repetidor de la propaganda del gobierno, aún a costa de mentirle a sus lectores. Por desgracia, eso está ya más que demostrado.
-Aquel “debate” demostró no sólo que “el Estado” controla los medios de prensa sino también que no vacila en poner a sus testaferros a la cabeza de institutos financiados con fondos públicos, utilizando así el dinero del contribuyente con fines de propaganda. Cabe incluso preguntarse si todavía podemos hablar de “Estado” en el caso de Francia. Esa interrogante viene inmediatamente a nuestras mentes cuando comprobamos el sistemático alineamiento de los gobiernos, ya sean de derecha o de izquierda, con las posiciones europeístas y atlantistas.
-Más generalmente, los medios comerciales de prensa aplican al pie de la letra la consigna de limitarse a divulgar una sola opinión sobre la crisis siria.
Podemos concluir este trabajo afirmando que aquel debate fue una operación de manipulación de la opinión pública. Su financiamiento con fondos públicos hace más escandalosa la manipulación. Es una nueva prueba de la constante disolución del Estado francés, de su sumisión a los intereses extranjeros y del compromiso cada vez más evidente de los medios de prensa comerciales franceses, como Le Monde e I Télé.
Fuente: Contralínea 337 / junio de 2013