Le haré una oferta que no podrá rechazar
Vito Corleone a Johnny Fontane (El Padrino I)
Mi padre le hizo una oferta que no pudo rehusar. […] Luca Brasi le apuntó a la cabeza y mi padre le dijo que podía elegir entre sus sesos o su firma al pie del contrato
Michael Corleone, hijo de Vito
Los humillados ya no aceptan por más tiempo la humillación
Albert Camus
A finales de junio, durante la segunda huelga general y entre la brutal represión oficial en contra de los indignados griegos, que manifestaban ante el democrático parlamento, dominado por el Partido Socialista Panhelénico (Pasok), su abierto rechazo a la segunda fase del ajuste fiscal que regirá en 2012-2015, Spyros Linardopoulos, dirigente sindical que lideraba el bloqueo del puerto del Pireo, señaló: “el gobierno ha declarado la guerra y a esto responderemos con guerra”.
En efecto, el nuevo paquete, luego del fracaso del impuesto en mayo de 2010, es una auténtica estrategia de tierra arrasada: un verdadero tratamiento de choque, según la expresión acuñada por Milton Friedman, quien señalaba que “sólo una crisis –real o percibida– da lugar a un cambio verdadero”, por lo que recomendaba aprovechar la oportunidad para imponer rápida, inmediata e irreversiblemente, todas las medidas económicas necesarias que transformen al capitalismo. Como “no [se] volverá a disfrutar de ocasión igual”, sugería aplicar de golpe todas las medidas que provocarían un serie de reacciones psicológicas en la gente que “facilitarían el proceso de ajuste”.
El comportamiento naturalmente calculado y deseado, porque favorece y abarata los costos sociales de esa manera extrema de aplicar los programas correctivos en las finanzas públicas, es el paralizante desaliento de la población, ante un presente que se hunde súbitamente y el temor de un futuro amenazantemente sombrío, pero con la religiosa esperanza de que la pérdida del empleo, el deterioro de su ingreso, la desprotección social y el menoscabo del bienestar sean pasajeros. En el caso donde la respuesta “psicológica” a la tiranía del “mercado” y el Estado sea el descontento, a menudo violento, se dispone del antídoto explícito en contra de los opositores, la “terapia de shock”, la cual fue señalada por el escritor uruguayo Eduardo Galeano, en 1983: “¿Cómo se mantiene esa desigualdad, si no es mediante descargas de shocks eléctricos?”.
Al sátrapa golpista chileno Augusto Pinochet, le corresponde el mérito de inaugurar en 1973 el empleo de la nueva terapia que se volvería recurrente en la era neoliberal, la cual se abría en el horizonte del capitalismo global: el uso de la sangrienta manu militari (locución latina que significa “mediante el uso de la fuerza, por las armas, por métodos expeditivos”) –que después fue sustituida por la higiénica mano autoritaria democrática– para asegurar el eficaz funcionamiento de la mano invisible del laissez faire, laissez passer (expresión francesa que significa “dejad hacer, dejad pasar”, refiriéndose a una completa libertad en la economía), mano autoritaria, tanto en el mundo desarrollado como subdesarrollado. El malestar larvado durante las casi cuatro décadas transcurridas del experimento neoliberal mundial, que a menudo ha estallado en zonas delimitadas, lo que permite la aplicación de las medidas de control de daños con cierta eficacia, se trastocó en la revuelta de los indignados, en la “civilizada” eurozona, especialmente en España y en Grecia, que se niegan hundirse resignadamente en la pobreza y en la miseria, a asumir permanentemente el ovejuno papel de víctimas propiciatorias inmoladas al dios-capital, y en la franca insurrección, en la “incivilizada” África del Norte y el Oriente Medio, que arrojó al basurero de la historia a varios de los déspotas favoritos los demócratas occidentales y amenaza a otros con seguir el mismo curso.
El segundo paquete de ajuste fiscal impuesto a Grecia por la troika (término que en política designa a la alianza de tres personajes de idéntico nivel y poder, que se unen en un sólo esfuerzo para dirigir una entidad o llevar a término una misión) del Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE), a cambio de otorgarle otros 12 mil millones de euros de los 110 millones de euros acordados con el primero, en mayo de 2010 –con la primera cantidad ya se han entregado 65 millones de euros–, representa un genocidio económico. Aprovecharon la desesperada situación helénica, su insolvencia de pagos, sometida a despiadados y reiterados ataques especulativos, en plena recesión con un ascendente desempleo y empobrecimiento, con grandes disturbios sociopolíticos, y un régimen al borde del abismo ante su pérdida de credibilidad y legitimidad, para avasallarla. La reaparición en escena de los brujos neoliberales y sus monetaristas políticas de ajuste fiscal tiene varias lecturas:
1) Ninguno de los dos paquetes resuelve a fondo la crisis fiscal del Estado ni su capacidad de pagos. Por el contrario, la agrava y, tarde o temprano, Grecia –como España, Portugal y otros naciones fuertemente endeudadas– será incapaz de pagar el servicio de la deuda pública (intereses y amortizaciones) por más esfuerzo que haga, porque no tiene margen de acción ni capacidad para generar los excedentes financieros necesarios para ellos (ingresos fiscales y generación de divisas). La insolvencia es su trágico futuro.
Grecia como los otros países son víctimas del sueño comunitario, de su desastroso manejo fiscal y de la troika, que arbitrariamente les cambió las reglas del juego. Primero, se dejaron “engañar”, junto con la Oficina Europea de Estadísticas (Eurostat), durante 10 años por el gobierno griego, entre ellos el de la derecha encabezada por Kostas Karamanlis, que maquillaron las cifras de la deuda con la ayuda de bancos de inversión estadunidenses y de otros países europeos, entre ellos Goldman Sachs y JP Morgan Chase, según develó The New York Times. Sólo con el triunfo del social-neoliberal Giorgos Papandreu, se dieron cuenta del fraude: el déficit para 2009 no era de 3.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), sino de 12.7 por ciento. Luego, durante la crisis financiera de 2008 a 2009, los invitaron a ampliar el gasto, el déficit y el endeudamiento, con el fin de rescatar a los especuladores financieros y evitar su bancarrota. Hicieron a un lado el Pacto de Estabilidad de Maastricht: los techos de 3 por ciento para el déficit y de 65 por ciento para el endeudamiento. El propio BCE recortó los créditos hasta dos por ciento: Así, el primero pasó de 6.7 por ciento del PIB a 12.7 por ciento entre 2007 y 2009, (de 14.5 mil millones de euros a 36.3 mil millones de euros); el segundo de 105.4 por ciento a 127.1 por ciento (de 239 mil millones de euros a 299 mil millones de euros). Pero una vez que se evitó una quiebra mayor de intermediarios, en 2010 la troika exigió el cumplimiento del acuerdo. Con el primer apoyo, el déficit bajó a 9.6 por ciento (24.2 mil millones de euros) en 2010, pero elevó la deuda a 143 por ciento (329 mil millones de euros).
Ninguno de los dos paquetes implicó una renegociación sobre los adeudos como la ampliación de plazos de pago, cancelaciones de parte de ésta o la reducción de los intereses. El BCE da créditos a la banca privada y a otros intermediarios a una tasa de 1.25 por ciento, recursos que utilizan para especular otra vez, luego que los gobiernos los salvaron de la quiebra, les limpiaron sus hojas de balance, les inyectaron capitales y socializaron las pérdidas, lo que explica el aumento del déficit y los débitos de los estados. A Alemania le prestan a una tasa del orden de 2.5 por ciento, a Austria de 4.05, y a Grecia de 4.68 por ciento, equivalente a 15.9 mil millones de anuales en intereses, sin que se reduzca la deuda. Ello implica el sacrificio del 29 por ciento de sus ingresos anuales (55.6 millones de euros), de los cuales casi un euro de cada tres va para los bancos. Si el BCE le prestara directamente a los estados se atenuarían su sangría financiera y por tanto, su capacidad de pagos. Pero éstos tienen que fondearse en los mercados, donde son víctimas de la usura bancaria. Los réditos a largo plazo en Grecia se han acercado a 20 por ciento y después del “acuerdo” bajaron a menos de 16 por ciento. Las de Portugal pasaron de 11.226 por ciento a 10.822 por ciento. (Rafael Poch, “El saqueo de Grecia, preludio de grandes acontecimientos”. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4266).
También se pudo proponer que el BCE adquiriera y respaldara la deuda griega y de otros países en los mercados secundarios, para reducirles las presiones y permitir que los intermediarios las sacaran de las hojas de balance para abatir su exposición. Sin embargo, se prefirió mantener el orden neoliberal. Permitir el saqueo financiero, que continúen las burbujas especulativas, porque a los gobiernos hegemónicos ni a la troika les interesa volver a regular los mercados. Inevitablemente, dentro de poco tendrán que apoyar a Grecia con otro paquete similar al anterior para que pueda seguir pagando hasta que llegue el colapso y ya no se pueda evadir. Sólo le dan vida artificial. Lo mismo sucederá con España o Portugal. Es el triunfo de la acumulación financiera neoliberal sobre la producción, los gobiernos y las sociedades.
Más que salvadores, son sanguinarios verdugos.
2) El rescate no fue para Grecia, para que pueda enfrentar sus gastos, por ejemplo, las nóminas de los empleados públicos o de bienestar. Fue para salvar a los especuladores, los sistemas financieros y los gobiernos de Alemania, Francia, Inglaterra o Estados Unidos. Según el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por su sigla en inglés), la exposición bancaria en Grecia suma 278 mil millones de dólares, de los cuales 69.4 mil corresponden a Alemania, 92 mil a Francia, y 43.1 mil a Estados Unidos, entre otros países. Si se considera a Irlanda, Portugal y España, el monto es de 1 billón; 242.4 mil millones de dólares son de Alemania, 224.7 mil de Francia y 187.5 mil de Estados Unidos, si consideran otros pasivos llegan hasta 2.5 billones. Eso explica el pánico de dichos países. La imposibilidad de pagos de Grecia arrastraría a deudores y acreedores hacia el desastre.
3) La imposición de un “ahorro” forzado a Grecia para que pueda seguir pagando la deuda es una medida inútil. En 2000 sus ingresos equivalieron a 40.9 por ciento del PIB, en 2007 a 38.9 por ciento y en 2009 a 37.8 por ciento. Se supone que el alza de impuestos y la reducción del gasto mejorarán la recaudación, reducirán el déficit y asegurarán el pago de la deuda. Sin embargo, ellos serán anulados por la recesión, la pérdida de empleos y del ingreso real, del consumo y la inversión.
4) La ruindad se amplifica si se considera que el ajuste fiscal obligará el remate de empresas públicas (850 puertos, 39 aeropuertos, autopistas, ferrocarriles, bancos, compañías eléctricas, entre otras) y mayores concesiones al capital extranjero. Gran parte de ellas quedarán en manos de quienes impusieron el programa draconiano.
5) Los que pagarán los costos son la población griega y los trabajadores alemanes y franceses que fueron obligados a asumir las pérdidas de los intermediarios financieros. La destrucción de la riqueza griega equivale al 10 por ciento de su producto y un retroceso de más de seis años, del cual se recuperarían hacia finales de esta década. Desde 2008 está en recesión. El desempleo subió de 7.2 por ciento en el tercer trimestre de 2008 a 15.9 por ciento en el primero de 2011 (de 355 mil personas a 795 mil); en los jóvenes pasó de 22 por ciento a cerca de 40 por ciento. Al cierre de 2011 será mayor, lo que explica los disturbios sociales. El sueño primermundista griego, español o portugués se alimentó del financiamiento externo. Pero ya les quitaron las ubres.
6) Los “apoyos” implican la pérdida de soberanía griega. Los inspectores del FMI y la Conformidad Europea (CE), manejarán de facto a la economía. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, dijo: “la soberanía de Grecia se verá enormemente limitada”. El nuevo ministro de finanzas griego, Evangelos Venizelos, reconoce que el gabinete de Atenas no gobierna sino que se limita a “cumplir órdenes”. El diario Kathimerini constata que, “un país por completo ha sido convertido en provincia de un imperio más económico que político, que, a su vez, está secuestrado por toda una serie de compañías. Es el neocolonialismo. El dominio de los poderes fácticos oligárquicos encabezados por la troika. El parlamentario socialista Vasso Papandreou, agregó: “Europa debería de ser una región solidaria, pero es una jungla donde los bancos pueden hacer los que ellos quieran”. ¿Acaso esperaba que fueran hermanas de la caridad? ¿Acaso no pudieron rechazar la oferta de los padrinos?
Existía otra opción, pero el social-neoliberal Giorgios Papandreu le faltó la decisión política para modificar la desventajosa correlación de fuerzas y así recuperar la soberanía griega: declarar unilateralmente la moratoria de pagos, imponer su propio calendario para cubrirlos; abandonar la eurozona, recuperar la moneda y la política monetaria, aplicar una agresiva estrategia anticrisis como lo hizo Argentina. Por el contrario, ahora entregó la fiscal. Decidió convertir a su país en un protectorado y suicidarse políticamente. Ya es un cadáver político que apesta como su par español José Luis Rodríguez Zapatero.
La violenta realidad acabó con el espejismo de la unión democrática e igualitaria, y dejó al descubierto que sólo responde a los intereses del capital global.
Ante la defección de las elites políticas, les corresponde a los pueblos indignados tomar sus puestos ante la guerra declarada por los capitalistas. La democracia parlamentaria demostró que es inútil, por lo que queda la lucha antineoliberal y anticapitalista para colocar en primer término la dignidad humana.
Economista
[TEXTO PARA TWITTER: Ante la declaración de guerra de los capitalistas, corresponde a los pueblos tomar sus puestos: Marcos Chávez]
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