Wikileaks y los nuevos dilemas del espionaje internacional

Wikileaks y los nuevos dilemas del espionaje internacional

Una primera lectura de algunos de los más de 250 mil cables diplomáticos secretos del Departamento de Estado revelados recientemente en el sitio web de Wikileaks nos da una idea del alcance, naturaleza, métodos y entramado del espionaje internacional que practica Estados Unidos.

Los documentos, puestos al alcance de cualquier usuario de internet, no sólo revelan las prioridades estratégicas en las doctrinas actuales de seguridad estadunidense, sino también los métodos de inteligencia actuales que revaloran el espionaje humano ante las limitaciones que la parafernalia tecnológica ha mostrado en los campos de batalla de Irak y Afganistán.

Esta revaloración implica un incremento en los departamentos de operaciones clandestinas de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos y un esfuerzo por balancear la inteligencia humana con la tecnológica en los contextos, según Estados Unidos, de proliferación de armas de destrucción masiva, terrorismo, insurgencias armadas y crimen organizado.

En el mar de documentos revelados por Wikileaks, aparecen órdenes para evaluar, por ejemplo, el estado anímico de las tropas de las fuerzas multinacionales de la Organización de las Naciones Unidas en Sudán, averiguar los planes de operación militar y monitorear el contacto de los funcionarios de la ONU con el gobierno o con los rebeldes de ese país, localizados en el Noreste de África.

El caso de Sudán, contenido en un documento secreto del Departamento de Estado firmado por la secretaria Hillary Clinton, está catalogado dentro de los asuntos cruciales de corto plazo. Las órdenes para investigar el desarrollo de las fuerzas de mantenimiento de la paz en Sudán no se limitan a operaciones de inteligencia in situ en ese país del Noreste africano, también abarcan 19 países, entre los que se incluyen México y Costa Rica, además de China, Egipto, Francia, Indonesia, Japón, Libia, Rusia, Turquía y Uganda, sólo por mencionar algunos.

El hecho de que éstos sean los dos únicos países de América Latina que están integrados en la agenda de espionaje de Estados Unidos para todos los funcionarios de la ONU revela que México y Costa Rica no sólo son puestos relevantes en el sistema de la ONU, sino que siguen siendo naciones con una concentración elevada de operaciones internacionales de espionaje. Eso implica que los sistemas de contrainteligencia de otros países sujetos al espionaje estadunidense tengan también una actividad intensa en México.

El documento, expedido por el Departamento de Estado, con fecha del 31 de julio de 2009, establece que el gobierno estadunidense ha decidido modificar la Directiva Nacional de Colección de Inteligencia Humana sobre las Naciones Unidas, aprobada en 2004 durante la administración del presidente George Bush. La directiva es una reconsideración de los aspectos estratégicos de corto, mediano y largo plazo de las operaciones diplomáticas y militares de la ONU.

Estados Unidos está obviamente preocupado por los temas de seguridad en Somalia, Afganistán, Irán, Corea del Norte e Irak, así como en asuntos estratégicos, como la reforma al Consejo de Seguridad de la ONU, el proceso de paz en el Medio Oriente y la proliferación de armas de destrucción masiva.

La orden establece que los agentes de inteligencia deberán recopilar toda suerte de información personal de los funcionarios y agentes vinculados con operaciones de la ONU: teléfonos, directorios telefónicos, listas de contactos de correo electrónico, direcciones electrónicas, URL de los sitios de internet, número de las tarjetas de crédito, número de las cuentas de viajero frecuente, horarios de trabajo y otros datos importantes.

El carácter reciente de los cables revelados por Wikileaks permite conocer algunas de las decisiones y procedimientos recientes en materia de inteligencia y contrainteligencia de Estados Unidos y sus efectos en una multitud de naciones investigadas, algo que los periodistas o ciudadanos que siguen procedimientos normales de desclasificación y libertad de información no habían logrado hasta ahora.

Al redactar estas líneas, la cantidad y calidad de los documentos disponibles no permitía aún evaluar de manera integral algunos de los secretos del espionaje hacia México y otros países de América Latina. Sin embargo, algunos cables muestran que las agencias de inteligencia están interesadas en saber no sólo detalles privados, sino problemas sicológicos e incluso fisiológicos, que pueden alterar el comportamiento de presidentes o de sus cónyuges.

Ése es el caso, por ejemplo, de la orden firmada también por la secretaria Clinton el 31 de diciembre de 2009 para investigar el estado de la enfermedad gastrointestinal del ahora difunto expresidente Néstor Kirchner, si tomaba medicamentos y si era propenso a cambios emocionales extremos. El mismo cable, dirigido a la embajada de Estados Unidos en Argentina, explicaba que el Departamento de Estado necesitaba examinar la dinámica interpersonal entre Kirchner y su esposa Christina, y el nivel en la que la presidenta argentina compartía o delegaba decisiones a su esposo.

El contenido de otro cable secreto, fechado el 18 de noviembre de 2009, podría tener aplicaciones no sólo en los casos de agentes desertores, sino también en aquellos casos de periodistas amenazados de muerte que piden asilo en embajadas o consulados de Estados Unidos. El cable nombra como walk-ins a desertores o a individuos que piden asilo, y describe los procedimientos que debe tomar el personal diplomático para interrogarlos y evaluar si ellos tienen un valor para los servicios de inteligencia o contrainteligencia, si presentan un riesgo a la seguridad estadunidense o si necesitan protección inmediata. Los funcionarios diplomáticos, establece el documento, deben estar preparados para mostrar tarjetas en seis lenguajes “de interés”, incluido el español, a los walk-ins que no hablan inglés.

El cable alerta a los funcionarios de la posibilidad de que los walk-ins estén en una situación de riesgo o de que sean personas perturbadas mentalmente, vendedores de información secreta, provocadores de servicios de inteligencia extranjeros o agentes de organizaciones terroristas.

Analizar los 250 mil documentos completos significará, sin duda, una revelación profunda de los métodos de inteligencia táctica y estratégica del Departamento de Estado, apenas una de las instituciones que componen la comunidad de espionaje de Estados Unidos.

Es evidente que la revelación de esos documentos ha ocurrido cuando aún las políticas y operaciones descritas ahí están frescas y sus efectos siguen vigentes. El daño posible a los servicios de inteligencia estadunidense es claro, aunque aún no puede determinarse su alcance verdadero. Ninguno de los cables revelados hasta el momento tiene el carácter de secreto máximo, aunque abundan los documentos considerados “secretos” cuya divulgación no autorizada podría ocasionar un daño grave a la seguridad nacional estadunidense.

Una buena parte de los documentos está dedicada a evaluar el reto que presenta Irán para la seguridad de Estados Unidos y sus aliados. Al analizar los documentos de Wikileaks, el Jerusalem Post señala que la revelación no puso en riesgo a Israel y que más bien le ayudó a poner en claro las diferencias con el gobierno del presidente Barack Obama. Éste sostiene, según el Jerusalem Post, que el acuerdo de paz entre Palestina e Israel es un paso necesario para enfrentar con éxito a Irán. Israel considera, por el contrario, que enfrentar a Irán facilitaría la firma de un acuerdo de paz con Palestina.

El conflicto con Irán, reflejado en los documentos, ha llevado a Estados Unidos a encaminar una alianza con China, informándole que una compañía de Hong Kong ha ofrecido la venta a Irán de artefactos ópticos rusos utilizables en la fabricación de misiles. Ésos y otros secretos de las relaciones internacionales de Estados Unidos han quedado expuestos de un día para otro.

Irritado por la gigantesca exposición de sus secretos diplomáticos, el gobierno estadunidense ha empezado una difícil tarea de reducción de daño. Sin confirmar el contenido de los cables secretos hechos públicos, Washington ha justificado su política actual al comentar que los documentos revelan la preocupación real de Estados Unidos por la “amenaza” que representa Irán para la comunidad internacional. En tanto, el conflicto con Irán se agrava día con día. Los documentos de Wikileaks aparecieron en un contexto difícil y violento. Un día después de la revelación de los cables secretos, uno de los principales científicos nucleares de Irán fue asesinado con un coche bomba en las calles de Teherán.

Mientras, Obama y el procurador Eric Holder han anunciado que el gobierno de Estados Unidos empezará una investigación judicial contra Wikileaks. Aún está por verse hasta dónde llega ese proceso. Lo único que por el momento queda claro es que, como nunca antes en la historia contemporánea, los secretos de las agencias de inteligencia habían quedado tan expuestos en una forma tan masiva como repentina.

*Especialista en Fuerzas Armadas y seguridad nacional; egresado del Centro Hemisférico de Estudios de la Defensa, de la Universidad de la Defensa Nacional en Washington

Contralínea 212 / 12 de diciembre de 2010

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