Impresiona que a estas alturas y dada la polarizada sociedad mexicana se vuelva a ensayar, con notorias precariedades, el día del presidente.
En una carpa, donde se reunieron más de 600 personas de muy diversas ocupaciones (eso sí, dispuesta la mayoría a no interrumpir al orador sino para aplaudirlo incluso cuando hacía descansos para tomar agua), vimos una exhibición de quien habla más para la televisión que al público convocado; también a quien pronunció durante 60 minutos una serie de “aciertos” sin plantear la menor autocrítica; el mismo que no es muy ducho para hilar una serie de frases sin equivocación: Enrique Peña Nieto.
Hubo notorias ausencias, lo mismo en lo político (uno de los artífices del Pacto por México, instrumento donde se toman las decisiones importantes y que ha sustituido al Congreso de la Unión, Jesús Zambrano, por ejemplo), que miembros de la empresa y los medios de comunicación (los casos de Carlos Slim y Ricardo Salinas Pliego, de Telmex y Tv Azteca, respectivamente). Aunque en este terreno se veían muy atentos y contentos Emilio Azcárraga (Televisa) y Juan Francisco Ealy (El Universal).
En una plana entera, publicada en diversos informativos a lo que malamente se denominó el Día del Informe, el cual ya se había entregado en la Cámara de Diputados el 1 de septiembre pasado, aparece Enrique Peña Nieto en 17 imágenes y una grande saludando a determinado símbolo, en la mayoría de los casos rodeado de militares. Y al concluir su alocución en Los Pinos, a los primeros que fue a cortejar resultaron: el secretario de la Defensa y el encargado de la Marina. Antes, no olvidar, intentó dar su arenga en el Campo Marte.
Si Felipe Calderón se vistió ridículamente de militar, Peña Nieto hace todo por demostrar que en las Fuerzas Armadas está uno de sus soportes básicos.
Los elogios de muchos comentaristas no se hicieron esperar. Según ellos ya tenemos rumbo: vamos, en los próximos 120 días –frase de Enrique–, a mover a México, a dar el salto que necesitamos y hacer las transformaciones que nadie se atrevió y resultan indispensables.
Pero en esto no coinciden los inconformes mexicanos. Asimismo los periódicos y una agencia estadunidense que no comparten ese optimismo. Associated Press, The Washington Post, Los Angeles Times y The New York Times, entre otros, encuentran complicaciones con el asunto del magisterio –que está latente–, peligros en la aprobación de las reformas energética y fiscal, cifras maquilladas en el combate al narcotráfico y dudas respecto a que el llamado “momento de México” regrese debido a las complicaciones existentes.
Antes, el Bank of America había señalado que México se encuentra en un bache económico de enormes proporciones. Lo que es notorio para todo mundo, excepto para quien felicitó Peña: el señor Agustín Carstens.
Dos noticias recientes dan idea de lo anterior. Aquí ciertas firmas empresariales ganan como en ningún otro país, ya que Axel, SAB de CV, obtiene utilidades de 59 por ciento; e Inmuebles Carso, SAB de CV, de 50 por ciento (Reforma, 2 de septiembre de 2013). Mientras que el salario de quienes laboran en el sector formal de la economía ha disminuido 1 por ciento de 2008 –cuando la crisis– a esta fecha. En este último caso, los consumidores compran menos y lo hacen con productos más baratos.
Estamos, pues, ante cifras alarmantes que no tienen nada que ver con el optimismo desbordado de quienes rodean al poder, de los medios favorecidos de muchas formas o de quienes atacan cualquier movimiento considerándolo desestabilizador, sin darse cuenta que la inconformidad es el común en esta hora trágica.
En una parte de su discurso Peña Nieto dijo: “Respetaré los derechos de todos, pero también estoy decidido a usar todos los instrumentos del Estado democrático para impulsar la transformación que reclama la gran mayoría de los mexicanos”. Clara alusión a los últimos momentos que vivimos, debidos a múltiples factores y en especial a los profesores.
En un artículo titulado Informar sin escuchar, el analista Diego Valadés señala que “el deterioro institucional va en ascenso” y afirma que “la democracia implica deliberación continua, responsable y libre” (Reforma, 3 de septiembre de 2013).
Si nos damos cuenta de que a los docentes no se les abrió la vía del diálogo hasta el último momento, incluso sin la presencia de Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública, concluiremos que la democracia es una pieza oratoria más. Y como dijo uno de mis consejeros, en realidad estuvimos ante un desinforme de lo que ocurre en el país.
Pero si quisiéramos abundar en algunos asuntos, por ejemplo la violencia, habría que consultar a Eduardo Buscaglia, quien anotó que los datos presumidos por Enrique son Chatarra contra la violencia (Sin embargo, 2 de septiembre de 2013).
Y hasta el señor Zambrano, del cuestionado equipo de Los Chuchos, dijo que Enrique Peña Nieto “no tiene nada que presumir […] lo que hoy vivimos en la residencia oficial de Los Pinos dista de ser un acto republicano, es el regreso a las formas de autoelogio” (Terra, 2 de septiembre de 2013).
No se diga los panistas, quien en voz de Luis Alberto Villarreal, señaló como logros del Ejecutivo “los subejercicios del presupuesto, el incremento de precios, la quiebra de la industria inmobiliaria, la falta de inversión en infraestructura y el aumento del desempleo” (La Jornada, 2 de septiembre de 2013).
*Periodista
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Fuente: Contralínea 352 / 16 al 22 de septiembre 2013
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