El caso Aristegui-MVS (y el gobierno cauto pero no ausente) ha traído los primeros resultados de un largo combate que es por la libertad de expresión, el cual se pelea todos los días en muchas partes. Y el resultado hasta ahora es que, por ejemplo en Twitter, MVS perdió 32 mil seguidores de 839 mil, mientras que Carmen Aristegui ganó 56 mil a los 3 millones 500 mil que tenía. Cifras que dicen poco, aunque todos los días serán menores para una empresa y mayores a una periodista, luego de escuchar el noticiario matutino de esa compañía el martes 17 de marzo.
Por cierto, Adriana Buentella y Ameyalli Motta denunciaron que las despidieron de MVS por solidarizarse con Aristegui, algo que muestra el talante autoritario de los patrones. Éstos, por cierto, como bien apunta Carlos Puig (Milenio, 18 de marzo de 2015), no pueden despedir a sus periodistas por sus deseos o pistolas. Es necesario decir que se trata de un bien público que debe ser entendido como tal, aparte que todo debe estar en congruencia con la Ley Federal del Trabajo.
Es, desde luego, inverosímil que la Secretaría de Gobernación diga que se trata de un asunto entre particulares, los cuales deben evitar conflictos. Tal vez eso sea el deseo del señor Andrés Chao –subsecretario de Gobernación, porque en MVS hay otro Chao (Felipe)– que le impide hacer las cosas más abierta y claramente. Sabemos que los parentescos son algo muy frecuente en este sexenio (Salvador García Soto, El Universal, 17 de marzo).
A nivel nacional han sido pocas las voces que están contra Aristegui. Incluso muchos de sus adversarios han dicho que sería importante que ella siguiera en el cuadrante para tener una sana competencia (sic monopólico). Ello porque nadie quiere aceptar que la libertad de expresión en México no tiene amplitud, sino está restringida a unos cuantos medios que, a costa de no recibir publicidad oficial a raudales, se la juegan con los que protestan ante un estado de cosas nada amable para la mayoría, la cual es agredida actualmente por un alza de precios en diferentes productos, mayores impuestos y ausencia de beneficios.
Que el repudio a MVS e incluso al gobierno en turno va creciendo se nota en la prensa internacional. Y aunque en México se intenta no mostrar, hay pruebas de que esto no es posible. El miércoles 19 de marzo escribieron en Milenio al respecto cuatro articulistas: Jorge Castañeda, Román Revueltas, Fernando Mejía Barquera y Adriana Malvido. En el Senado, varios de sus integrantes solicitaron que se abriera un espacio para el noticiario de Carmen en el Canal Legislativo. Pero también hay exigencias a la Universidad Autónoma Metropolitana y a la Universidad Nacional Autónoma de México para que en sus frecuencias radiofónicas y televisivas se le abra espacio a la famosa conductora.
Incluso un amigo me llamó para que sirviera de puente y se le ofreciera una frecuencia en internet, lo que muestra claramente que propuestas existen al por mayor, ninguna de ellas descartable, pero deben ser aquilatadas con mesura.
Alejandro Calvillo (Sin Embargo, 17 de marzo) ha lanzado la iniciativa de apoyo económico de miles para abrir una frecuencia. Este ejemplo ha existido hace años en diferentes países (Lluís Bassets, De las ondas rojas a las radios libres, editorial Gustavo Gili), algo que no se descarta. Antes tuvimos los ejemplos de la fundación de Proceso y La Jornada.
Quienes pensaban que sacar del aire (momentáneamente) a Carmen Aristegui iba a evitar el periodismo libre y analítico cometieron un error. No es tiempo de acallar la crítica, indispensable en momentos donde el poder utiliza su férrea mano para designar a los que ejecutarán acciones diversas. Claro que lo puede hacer con los partidos todavía alineados al Pacto por México, ya que ninguno de ellos, para su desgracia, alzó la voz para defender a una periodista. Pero eso dificultará muchas tareas, entre ellas el complicado proceso electoral de junio.
Para los analistas en diversos medios, está claro que no se trató de una disputa entre un concesionario y Carmen Aristegui, aunque unos pocos insistan en los argumentos gastados de que el gobierno no tiene nada que ver. Empero, parece una operación que se vino fraguando hace tiempo, seguramente desde el destape de la casa blanca (Martín Moreno, Sin Embargo, 17 de marzo). Y el asunto creció con el famoso viaje a Londres, donde Angélica Rivera y Enrique Peña no se midieron y hoy son parte de un reportaje insultante en la revista Hola. Acerca del mismo escribieron Rafael Pérez Gay y Héctor Aguilar Camín (Milenio, 18 y 17 de marzo, respectivamente).
Y es que lejos de ir desbrozando el camino de piedras, ahora ya está metido un señor involucrado en el asunto del Monexgate, Gabino Fraga, según el diario español El Mundo. Y el delito que se le imputa no es menor: lavado de dinero; esta figura, por cierto, en México, es prácticamente inexistente.
Si algo debe añadirse, hubo un motín en Baja California que dejó 236 detenidos. Los trabajadores jornaleros reivindican sus más elementales derechos, que en muchos puntos de la República están ausentes.
El martes 17, Miguel Badillo mencionaba la necesidad de reivindicar el periodismo de investigación (El Universal), por el cual la revista que dirige lleva una buena cantidad de demandas, ataques a las instalaciones del semanario y acoso a los periodistas (en dicho impreso soy el defensor de los lectores). Y defendía a Carmen.
Es cierto, uno de los motivos para la salida de Aristegui fue exactamente hacer investigaciones, por eso las primeras víctimas del ataque fueron Daniel Lizárraga e Irving Huerta. También se pretende impedir que los periodistas mexicanos nos sumemos a Méxicoleaks.
Para el malestar de privados y gobierno oficial, los descubrimientos de conductas escandalosas continuarán. Y en algunos casos los famosos se ponen de pechito en revistas como Hola, donde salen Angélica Rivera y Sofía Castro.
Cuando el asesinato de Manuel Buendía, varios investigamos el asunto, y se publicó el libro Zorrilla, el imperio del crimen, de Rogelio Hernández (Planeta). El autor de Red Privada decía a sus alumnos que en las páginas de sociales, deportivas y de nota roja hay muchos ejemplos para hacer investigación periodística. Es cierto.
Tiene razón Joel Hernández (La Silla Rota, 18 de marzo): en los estados es más directa, ruda y persistente la represión contra periodistas. Defenderlos a todos es nuestra obligación.
Jorge Meléndez Preciado*
*Periodista
Contralínea 430 / del 29 de Marzo al 04 de Abril 2015