En el espacio público de la Ciudad de México sobreviven 9 mil personas en situación de calle, reconoce el Gobierno del Distrito Federal. El Instituto de Asistencia capitalino atiende apenas a la tercera parte. Sin programas ni políticas integrales, la reintegración social es un fracaso. Incluso el director del Iasis reconoce que la calle es mejor que los albergues a su cargo
Más de 9 mil personas sobreviven en el espacio público de la Ciudad de México, reconoce en entrevista con Contralínea Rubén Fuentes Rodríguez, titular del Instituto de Asistencia e Integración Social (Iasis) del Gobierno del Distrito Federal.
El último censo del Iasis, Tú también cuentas 2011-2012, arrojó que en las 16 delegaciones únicamente 4 mil 14 personas vivían en la calle. No obstante, la cifra fácilmente se duplica. Por ello, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) y algunas organizaciones de la sociedad civil lo califican como “conservador”.
Al respecto, Fuentes Rodríguez admite que “los datos son aproximados: en los albergues atendemos a 3 mil 29 personas, pero si me preguntas cuánta gente hay fuera [de éstos en la misma condición de calle], yo te podría decir que no sé, 4 mil 500, 5 mil 500, tal vez 6 mil… Pero es un dato aproximado”.
El propio Instituto documentó que en apenas 4 años la población callejera aumentó en un ciento por ciento. El censo anterior, 2008-2009, reportó 2 mil 759 callejeros.
Ante el fenómeno, Fuentes Rodríguez se deslinda. Señala que en el aumento de la población de calle intervienen factores que no atañen al Instituto, como el desempleo, la desintegración familiar, la emigración o la inmigración.
“Hasta donde yo sé, no hay una política verdadera del gobierno federal para atacar este fenómeno de la gente en condición de calle. No la hay. El mismo gobierno federal nos manda gente para darle asilo: hondureños, guatemaltecos, panameños, gente que viene de provincia a buscar trabajo, que se le acaba el dinero y termina por vivir en la calle; se vuelven adictos y demás. Nos llegan los oficios directamente de la oficina de migración.
“Hemos tenido huéspedes cubanos. El consulado cubano nos pidió asilo para un hermano cubano. Quince días y no lo recogían. Les dije: ‘háblenle al consulado para que venga por su hermano cubano?, porque el objetivo del Iasis es otro: es la gente en condición de calle sin redes familiares.”
Aislados socialmente y discriminados, los niños, jóvenes y adultos mayores en condición de calle se concentran en al menos 76 parques, banquetas, salidas de las estaciones del Metro, paraderos de autobuses, plazas, bajo puentes, mercados y camellones del Distrito Federal, una de las urbes más grandes del mundo.
“Hay desde las concentraciones famosas –que ya son leyendas urbanas– hasta las que ni se conocen: la del Gran Canal, una concentración de más de 100 personas en donde ya tienen hasta casas habitación con muros de tabique; han creado, según, a decir de ellos, derechos; los de los bajo puentes de Taxqueña; la plaza Epopeya de los Sismos, en Reforma, es ahorita el más famoso; la de Artículo 123 y Humboldt [en el Centro], que ya no existe pero siguen diciendo que existe…
—¿Ya no existe?
—Ya no existe porque nosotros tenemos parte de esa población en los Centros de Asistencia e Integración Social [CAIS]. Llega gente a quedarse ahí alguna noche y demás, pero como concentración callejera ya no existe.
Aunque el grupo asentado en las calles de Humboldt y Artículo 123 ha sido víctima permanente de agresiones para retirarlos –entre las que destaca el caso del anexo Los Elegidos de Dios, por el que la CDHDF emitió la Recomendación 13/2011; el ataque por parte de un grupo de choque para desalojarlos e iniciar la construcción de una estación de Ecobici en el mismo sitio, y hechos registrados en agosto de 2013 que involucran privación de la libertad, violencia y amenazas–, a través de una visita Contralínea pudo corroborar que continúan habitando en dichas calles.
Sobre la acera, alrededor de 25 jóvenes duermen, almacenan objetos personales, cocinan, comen, conviven, pelean, consumen sustancias, juegan, descansan.
A decir de Luis Enrique Hernández, director de El Caracol, AC, cualquier funcionario querría colgarse la medalla de haber retirado a los habitantes de Humboldt y Artículo 123, un grupo, dice, “paradigmático”, que marca un hito porque evidencia la discriminación, la violencia estructural, la falta de políticas, de programas y sobre todo de cómo la población, al recibir violencia, se arraiga más a una zona.
“Es un grupo que empieza a cobrar mucha fuerza, tuvo acompañamiento de organizaciones que documentaron las graves violaciones a los derechos humanos. Comenzó a ser un foco fuerte. De ahí que se vio como el enemigo a vencer.”
Sin embargo, para Rubén Fuentes Rodríguez, titular del Iasis, ya no representan un problema. Ahora, su “piedra en el zapato”, dice, está en la plaza Epopeya de los Sismos. “Esto ha ido creciendo y se va a convertir en una leyenda urbana como Humboldt”. En el predio, ubicado en Paseo de la Reforma, en la colonia Guerrero, pernoctan alrededor de 90 jóvenes. “Nunca les he fincado un delito porque no tengo las pruebas, pero como persona normal, común y corriente, pues sí sospecho”.
El 8 de julio de 2013, el periódico Reforma publicó una nota informativa en la que daba cuenta de que la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal había iniciado una investigación contra Fuentes Rodríguez, Elba Rojas (coordinadora del Programa de Atención Social Emergente y Enlace Interinstitucional) y Miguel Ángel Carrillo (subdirector de Atención Social Emergente y Protección a la Comunidad), del Iasis, por el supuesto intento de fincarle delitos a jóvenes en situación de calle con el objeto de desaparecer el campamento, como un modo de “limpieza social”.
Fuentes Rodríguez niega, categóricamente, cualquier acto de limpieza social. “Yo hablo del 4 de diciembre a la fecha y afirmo rotundamente que nunca ha habido una instrucción, ni de mi superior, la secretaria de Desarrollo Social [Rosa Icela Rodríguez Velázquez], ni de mí hacia la gente que trabaja en el Iasis de hacer algún retiro forzoso. Jamás”.
Sobre los señalamientos, las investigaciones y recomendaciones de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal refiere que son anteriores a su administración y aclara que, por instrucciones de la secretaria Rodríguez Velázquez, se han dado a la tarea de analizar a todo el personal: “El que no fue sensible, el que no tuvo capacidad de entender a esta gente, ya no está aquí”.
—¿Cuántos fueron?
—No sé. Te puedo decir que cuando menos 40 personas ya no están aquí. Cuarenta personas que a la mejor no discriminaban, pero no hacían su trabajo, y es una manera de discriminar.
El ingeniero adelanta que tanto él como la titular de la Secretaría de Desarrollo Social preparan una propuesta de iniciativa de ley para las poblaciones callejeras
. “Una verdadera ley cambia las cosas. Obligaría a la autoridad a decirle a una gente en condición de calle: ‘¿Sabes qué? Te vas al albergue’. No es una limpieza, es una ley. La ley me obliga a que yo los atienda en el Iasis durante un tiempo prudente para iniciar la reinserción social, y si no, te vas pa’ fuera. Aquí no la hay, por eso no podemos hacer ningún retiro forzoso, que ya no serían retiros forzosos, sino serían fundamentados en una ley”.
Fracasan albergues del Gobierno del Distrito Federal
Casi al límite de su capacidad, los 10 Centros de Asistencia e Integración Social atienden apenas a 3 mil 29 callejeros, la tercera parte de las 9 mil personas que vivirían en condición de calle en la Ciudad de México.
Con un presupuesto de 8 millones de pesos anuales, la capacidad de los CAIS es de 3 mil 200 personas. “Tenemos un colchoncito –pero muy delgadito– para considerar que estamos saturados”, afirma Fuentes Rodríguez.
En 2009, Asistencia Legal por los Derechos Humanos, AC, elaboró un diagnóstico sobre los CAIS. Con el apoyo económico del Programa de Financiamiento para la Asistencia e Integración Social del Iasis documentó, durante 8 meses, además de las malas condiciones en las que se encuentra la infraestructura, la falta de personal calificado, material, medicamentos, atención y alimentación especializada; así como el hacinamiento, las violaciones a los derechos humanos y la falta de programas que reintegren a la sociedad a la población usuaria.
“Hay poca claridad del papel de los Centros. No hay un programa fuerte. Son lugares de contención, de aislamiento, sobre todo para las personas con discapacidad mental. Algunas instalaciones son completamente deplorables”, dice a Contralínea Luis Jorge de la Peña, coordinador de Investigación y Análisis de la asociación Asistencia Legal.
En 2012, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal emitió la Recomendación 2/2012 por la falta de atención médica especializada, integral, adecuada, oportuna y puntual en un ambiente digno a personas con discapacidad mental y/o sicosocial usuarias de los Centros de Asistencia e Integración Social de la capital.
“Si yo fuera gente en condición de calle prefiero la calle a meterme en un CAIS”, declara, contundente, el propio titular del IASIS, Rubén Fuentes.
Asegura que sabe de las carencias y problemas que tienen. “Yo recorro los 10 CAIS, los he visto, están en unas condiciones que dejan mucho que desear, porque durante años no se les ha dado mantenimiento. Están los pisos dañados, los muros dañados, en los baños sale y no sale el agua y demás.”
Señala que desde los primeros recorridos se percataron de que tendrían que mejorar la infraestructura de todos los albergues para ofrecer mejores condiciones a la gente en condición de calle. “Eso implica mucho dinero, muchos millones de pesos”.
Con base en los resultados de una empresa consultora a la que se contrató para diagnosticar las condiciones en que se encuentran las instalaciones, comenzaron los trabajos de mejora: impermeabilización del Centro Torres de Potrero y Cuemanco; destape del drenaje de Villa Mujeres; remodelación de los comedores.
Luis Jorge de la Peña y Luis Enrique Hernández coinciden en que la mejora de los CAIS es una parte importante en el buen funcionamiento de los albergues; no obstante, no es la principal. “No son programas de desarrollo que estimulen a la población, son actos de emergencia aplicados a quienes no están pasando por una emergencia, sino por una situación social permanente”, apunta Luis Enrique Hernández, de El Caracol.
Pese a que para Fuentes Rodríguez el objetivo principal del Instituto a su cargo es lograr la reinserción social (“ése es el triunfo del Iasis”) y la metodología utilizada le parece adecuada, los resultados son negativos.
—¿Cuántos han logrado reintegrar a la sociedad? –se le pregunta al director del Iasis.
—El porcentaje de reinserción es mínimo, hay que reconocerlo.
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Fuente: Contralínea 374 / 24 febrero al 1 de marzo de 2014