El próximo 11 de noviembre se estrena el primer documental sobre un sacerdote pederasta mexicano, quien abusó, cuando menos, de un menor de edad durante varios años. Se trata también del primer cura mexicano que es expulsado del Ministerio Clerical por el Vaticano, por un delito que la institución religiosa considera de los más graves. Pero ni la próxima exhibición del caso en las salas de cine ni la confirmación de la Iglesia Católica de que se trata de un pederasta parecen importarle a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, pues la instancia lleva cuatro años en el caso sin que hasta el momento haya siquiera citado a declarar al exprelado
Jesús sueña con el funeral de su papá. El sacerdote que oficia el servicio es Carlos López Valdés, el mismo que abusó sexualmente de él durante nueve años, cuando era menor de edad. En la imagen aparece de pronto un monaguillo masturbando al cura.
En otro sueño, Jesús ve a su madre y al sacerdote acostados en la misma cama, como solía hacerlo con él en el tiempo que estuvo bajo su encargo, cuando López Valdés era el párroco de las iglesias de San Agustín de las Cuevas y San Judas Tadeo, en la delegación Tlalpan.
Las imágenes de la pesadilla que Jesús vivió durante su infancia y adolescencia fluyen entretejidas con su testimonio, su búsqueda por encontrar una añorada serenidad y, finalmente, la confrontación con su victimario.
Y todo ello ha sido registrado por el lente de Alejandra Sánchez Orozco en el documental
Agnus Dei (
Cordero de Dios), que comenzará a exhibirse en cines comerciales de la Ciudad de México el próximo 11 de noviembre.
El filme no sólo registra la historia de Jesús Romero Colín, quien fue abusado por el exclérigo Carlos López Valdés durante nueve años. También exhibe en la pantalla grande un tema que la Iglesia Católica mexicana aún aborda con sigilo, cuando no encubre: el de los curas pederastas.
Prueba de ello es la nula difusión que la Arquidiócesis Primada de México ha hecho de la expulsión de López Valdés del sacerdocio, que fue dictaminada por el Vaticano a principios de este año.
No se trata de algo menor: la expulsión es la pena máxima que la Santa Sede impone a los religiosos que cometen los delitos considerados más graves, entre éstos la pederastia.
Con la resolución que la alta jerarquía católica dio el 18 de enero pasado, López Valdés se convirtió, además, en el primer cura mexicano en ser separado de la grey sacerdotal por abusar sexualmente de, cuando menos, un menor de edad.
Pero mientras el Vaticano calificó de “contundentes” las pruebas presentadas para acreditar la culpabilidad de López Valdés, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) no ha podido siquiera integrar correctamente el expediente. Ello ha impedido que se gire una orden de aprehensión en contra del exclérigo.
Romero Colín denunció el abuso ante la procuraduría de justicia local desde 2008. Actualmente su caso lo lleva la Fiscalía Central de Investigación para la Atención de Delitos Sexuales de la PGJDF, a la que el juez 55 en materia penal ha regresado el expediente en tres ocasiones (la más reciente apenas en junio pasado).
La razón: que la Fiscalía no ha cumplido hasta ahora con todas las diligencias solicitadas, entre éstas llamar a declarar al inculpado.
El 19 de septiembre de 2010, Contralínea (edición 200) denunció el caso de Romero Colín. Ya para entonces, David Peña Rodríguez, abogado de éste, acusaba la dilación de la Fiscalía en este caso.
Entre las deficiencias de la consignación (que la Procuraduría demoró un año en corregir) Peña Rodríguez refirió que no se había incluido una serie de fotografías de actos sexuales explícitos de López Valdés con menores de edad, así como imágenes de Romero Colín tomadas por el entonces sacerdote.
Para la Congregación para la Doctrina de la Fe –órgano de la Iglesia Católica encargado de juzgar los delitos más graves– dichas imágenes, junto con otras pruebas presentadas, eran “contundentes” para acreditar la culpabilidad de López Valdés.
Con su expulsión del Ministerio Sacerdotal, dictaminada en enero pasado, la Iglesia Católica dio por concluido el caso. Mientras tanto, la Procuraduría dice seguir rastreando el paradero del agresor para citarlo a declarar.
Procuración de justicia, la otra pesadilla
Romero Colín rastrea en la página de internet de la Arquidiócesis Primada de México. Busca en el directorio de sacerdotes. Hace llamadas. Le niegan información. Va a las iglesias, pero tampoco tiene suerte. Viaja a Cuernavaca, a la casa que López Valdés tiene allí y en donde abusó de él por primera vez. Pero no encuentra nada.
Se frustra, pero está decidido a dar con el paradero del sacerdote, pues siente que es la única forma en que va a poder cerrar este doloroso episodio de su vida.
Finalmente lo encuentra. López Valdés no ha dejado de celebrar misas. Romero Colín confronta a su agresor. Con la voz entrecortada y lastimada por el llanto, lo cuestiona, le pide que le explique por qué abusó de él. Carlos López permanece en silencio, impasible.
Su rostro moreno y chato se mantiene inexpresivo. Sentado frente a su víctima, apoya su brazo derecho en el descanso del sillón y los dedos de su mano se tensan levemente mientras el joven habla. No sabe que una cámara oculta lo está grabando.
Alejandra Sánchez Orozco, directora de Agnus Dei (Cordero de Dios), cuenta en entrevista que la confrontación de Romero Colín con su abusador respondió más a una necesidad personal de éste, de encarar a su agresor, que a una exigencia de la película.
Sánchez aclara que incluso el encuentro fue previo a la construcción narrativa del proceso de búsqueda que se ve en el filme. Y que fue justamente durante esa confección del rastreo que ella se sintió motivada a indagar si López Valdés continuaba celebrando misas.
“Para mí era importante porque me parecía muy fuerte que un hombre que estaba denunciado no solamente ante la justicia, sino públicamente como un abusador de menores, siguiera oficiando y haciendo los servicios religiosos que hace cualquier otro sacerdote”.
El equipo de producción logró dar con el paradero de la iglesia donde López Valdés oficiaba e incluso consiguió grabarlo durante una celebración eucarística.
En entrevista con Contralínea, el padre José de Jesús Aguilar, responsable de Radio y Televisión del Arzobispado de México, señala que dado que López Valdés ya no pertenece a la grey eclesiástica, la Secretaría de Gobernación es la instancia que debe proceder si es que el exsacerdote continúa fungiendo como ministro de culto.
Pero para la procuraduría capitalina, la suspensión de López Valdés de la Iglesia Católica justifica el que todavía no lo hayan citado a declarar, dado que no han podido localizarlo, afirma el subprocurador de averiguaciones previas centrales de la PGJDF, Jesús Rodríguez Almeida.
—¿Se ha pedido apoyo a la Iglesia para localizar al sacerdote?
—La Iglesia… normalmente… como son cuestiones separadas del Estado, en esos términos se manejan en el sentido de que son Estados laicos, nos dijeron: “Nosotros lo dimos de baja y no sabemos dónde está”. Entonces es uno de los impedimentos que hemos tenido.
Rodríguez Almeida considera que la averiguación está, “a nuestro criterio, totalmente integrada para que el juez libre la orden de aprehensión, pero él no la ha querido librar porque considera que debe ser citado [López Valdés]”.
—¿Entonces usted no consideraría relevante llamar a declarar al sacerdote?
—Sí, por supuesto, pero no lo hemos ubicado; ése es el problema. No hemos logrado saber dónde está.
—En el documental que está por exhibirse el equipo de producción localizó al sacerdote, ¿por qué la Procuraduría no lo ha logrado?
—No tengo conocimiento [de] si alguien más lo ha localizado, pero si usted sabe quién es y nos pudiera decir para que lo mandemos citar… porque nosotros no sabemos qué personas lo hayan localizado anteriormente.
El 15 de junio pasado, el juez 55 en materia penal regresó el expediente a la Procuraduría por tercera ocasión. De acuerdo con la solicitud de diligencias del juez, del que Contralínea tiene copia, la Fiscalía no sólo no había citado a declarar a López Valdés, sino que no había fundamentado correctamente el pliego de consignación del caso, ni tampoco había llevado a cabo el peritaje de las fotografías entregadas por la defensa.
Aunque en éstas aparecen, además de Romero Colín, otros menores de edad en actos sexuales explícitos con López Valdés, Rodríguez Almeida reconoce que no se ha iniciado ninguna averiguación previa por el delito de pornografía infantil (falta que, sin embargo, se sigue de oficio).
A decir del subprocurador local, las únicas diligencias pendientes son la localización de López Valdés y la declaración de dos testigos, quienes habrían sido citados a la Procuraduría a mediados de octubre pasado.
Mientras tanto, el documental que exhibe al primer clérigo mexicano que es expulsado de la Iglesia Católica por pederastia llegará el 11 de noviembre a las salas de cine de la Ciudad de México.
Sánchez Orozco espera que con Agnus Dei (Cordero de Dios) las autoridades, tanto judiciales como eclesiásticas, “se vean ante la necesidad de dar cuentas, de decir algo no sólo frente al caso de Jesús [Romero Colín], [porque] la gran mayoría de las denuncias de abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra niñas y niños permanecen indolentes, indiferentes en un telón de silencio absoluto”.
Denuncia, pero también conmueve
Tras un trabajo de realización que llevó dos años, y luego de ser exhibido y premiado en distintos festivales cinematográficos en el último año, el documental Agnus Dei (Cordero de Dios) llega a las salas de cine del Distrito Federal el próximo 11 de noviembre.
El segundo documental de Alejandra Sánchez Orozco aborda por primera vez el tema de la pederastia clerical en México, a través de la historia de Jesús Romero Colín, quien fue abusado sexualmente por un sacerdote católico durante su infancia y adolescencia.
A partir del testimonio de Romero Colín, la directora propone una doble exploración: por un lado, se aproxima al proceso de sanación de alguien cuya infancia fue fracturada por el abuso, y al mismo tiempo, muestra el proceso de formación de los sacerdotes, regido por una conducta célibe, mediante el acercamiento con jóvenes seminaristas.
Paradójicamente, el viaje más íntimo resultó más fácil de exteriorizar, pues Romero Colín no sólo estuvo dispuesto a contar su historia, sino también su búsqueda de paz interior. De ahí que Sánchez Orozco construya un entramado con los testimonios de éste y de sus padres, y con sus sueños, sus pesquisas y, finalmente, la confrontación con su agresor.
Por el contrario, ahondar en el mundo religioso fue una tarea más ardua, debido al hermetismo que prevalece en la Iglesia Católica, reconoce la realizadora.
Luego de haberse acercado con Bajo Juárez, la ciudad devorando a sus hijas a la problemática de los feminicidios en Ciudad Juárez, Chihuahua, Sánchez Orozco confiesa que con este segundo trabajo documental intenta no sólo denunciar, sino también estremecer.
“Es una película que conmueve, que denuncia, que deja ver al espectador con una especie de esperanza y de gana de reconstruirse, de apostarle a la vida”.
Quizá por eso es que Agnus Dei (Codero de Dios) ha sido bien recibida en los distintos festivales de cine, nacionales e internacionales, en los que se ha presentado, como los de Ámsterdam, Cracovia, Cartagena, Guadalajara y el Mix México. En todos éstos, el filme ha sido galardonado.
Recientemente, el trabajo también se presentó en el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México y el Festival Internacional de Cine de Morelia y tras su proyección en salas de cine capitalinas recorrerá varias ciudades del país.
Iglesia Católica, “a favor” de la difusión de los abusos
El sacerdote José de Jesús Aguilar, responsable de Radio y Televisión del Arzobispado de México, afirma que la Iglesia Católica está “a favor” de que los casos de pederastia cometida por clérigos sean denunciados “en todas las maneras posibles; sobre todo para crear conciencia ante quienes puedan quedar involucrados en este tipo de casos”.
El prelado recuerda que desde el año pasado, el papa Benedicto XVI ha pedido a las autoridades católicas que no se conformen con ejercer el juicio eclesiástico, sino que también presenten la denuncia penal.
Sobre la polémica que la exhibición del caso de Jesús Romero Colín podría generar, Aguilar responde que se trata de un asunto que ya no está a debate, pues “los hechos están ahí. […] Lo importante es que en este caso se vea que sí hay culpabilidad, que las autoridades eclesiásticas y civiles están actuando como debe de ser”.
El cura añade que la Iglesia Católica ha actuado “con todo el rigor” al destituir al sacerdote Carlos López Valdés inclusive cuando el juicio civil no ha terminado. Y refiere que desde que se conoció el abuso, hubo una “resolución rápida” del obispo Jonás Guerrero Corona, pues desde antes de que se iniciara cualquier investigación y aun sin saber si López Valdés era culpable o no, lo suspendió temporalmente.
Sin embargo, como Contralínea documentó en septiembre de 2010, Guerrero Corona sólo removió a López Valdés de la iglesia donde oficiaba, mas la suspensión de su ministerio se hizo hasta medio año después. Y antes de suspenderlo, el responsable de la Sexta Vicaría hizo tres recomendaciones al excura para que atendiera su “problemática”. De acuerdo con Romero Colín, el obispo sabía de los abusos de López Valdés desde 2004.