Siempre que pueden, los fuertes agreden a los débiles.
No quieren que se modifique lo que los hace fuertes, y débiles a los otros
En Morelos, donde gobierna la izquierda domesticada, Enrique Peña Nieto mandó a los legisladores la indicación de que aprueben pronto la tercera ley que reglamenta su reforma al Artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Expresó su plena confianza en que, “pronto y en breve”, el Congreso de la Unión expida la Ley General del Servicio Público, que forma parte del paquete que elaboró la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para neoliberalizar la educación en nuestro país. A su lado, un sonriente Jesús Zambrano compartía el júbilo del recién operado de la tiroides (La Jornada, 27 de agosto de 2013).
Los vendepatrias avanzan en caballo de hacienda, al grado de que se animaron a hacer pública, de una buena vez, su iniciativa de privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex). Consideran que el momento les es propicio, y no quieren dejar pasar la oportunidad que les brinda la correlación internacional y nacional de fuerzas. Se dieron cuenta de que nada pasó en Grecia ni en España, cuando sus gobernantes destruyeron los derechos laborales; y que aquí se aprobó sin resistencia la contrarreforma laboral, con el invaluable auxilio de Los Chuchos y de Gustavo Madero.
El encarcelamiento de la señora Gordillo produjo los efectos deseados, porque sus partidarios están de rodillas ante el poder. Es impresionante el silencio de estos corderos, que en el pasado reciente obedecían a la cacique hasta la ignominia. Quedó claro que el poder de los charros es prestado y que se los quitan cuando el gobierno lo estima conveniente. Ni uno solo de los cientos de miles de afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación levantó la voz para defender a la corrupta chiapaneca: ¡hasta su hija votó en el Senado por la propuesta de Peña Nieto!
Los medios de información hacen coro para promover las imposiciones de los bancos globales. No se recatan para afirmar que la propuesta privatizadora del gobierno no privatiza, aunque las ganancias van a quedar en manos de los privados (de aquí y de fuera).
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) no puede volverse democrático, igual que la hiena no puede hacerse vegetariana.
El regreso del PRI a la Presidencia de la República, luego de 2 desastrosos sexenios panistas, significó el retorno de viejas prácticas políticas que parecían haber caído en desuso. Pero volvieron porque son efectivas: otra vez vemos cómo se somete a los líderes sindicales (sin problema ninguno dejaron al discípulo de la Gordillo, Juan Díaz, al frente del SNTE); se corrompe con pasmosa facilidad a los dirigentes del Partido Acción Nacional y del Partido de la Revolución Democrática, haciéndoles creer que están cogobernando con el Pacto por México; se utiliza a estos “opositores” para que clamen por la represión contra quienes luchan contra las reformas estructurales, como se ve en el caso de Graco Ramírez.
El objetivo del priísmo es hacer realidad las transformaciones que desde hace tiempo ordenaron el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional con la colaboración posterior de la OCDE. Se trata de “cerrar un ciclo de desmantelamiento del país”, como sostiene la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE (La Jornada, 20 de agosto de 2013).
El pretexto de los priístas es que, sin las reformas estructurales, México seguirá estancado. Lo mismo dijo Salinas cuando reformó el Artículo 27 constitucional. Los resultados están a la vista: crecimiento de las zonas en manos de la criminalidad por el abandono del Estado. Es muy importante mencionar que Joseph Stiglitz (quien fuera asesor de William Clinton y obtuvo el Premio Nobel de Economía en 2001) llama a México a salvaguardar la propiedad de su petróleo (La Jornada, 27 de agosto de 2013).
La subordinación del actual titular del Ejecutivo Federal a los intereses del imperio del Norte quedó patente cuando se limitó a declarar que sería muy lamentable que Estados Unidos espiara a México, “en caso de que lo hiciera”, cuando está probado que lo hace permanentemente y con la anuencia de los gobernantes del país.
Dicen que el PRI de ahora no es el de antes; que ya no hace fraudes electorales; que no roba las arcas públicas; que no comete crímenes de lesa humanidad; y que ya hasta se hizo democrático. Sabrá la divinidad si alguien lo cree.
Pero la CNTE no acepta la contrarreforma educativa
Las cosas habían salido muy bien a quien compró la Presidencia de la República con tarjetas Soriana. Sin el menor costo político modificó la Ley Federal del Trabajo para quitar derechos históricos a la clase trabajadora. Facilitó el despido, estableció los contratos basura, convirtió en policías a todos los trabajadores de seguridad pública, e incluso legalizó la intermediación laboral fraudulenta conocida como outsorcing (subcontratación). Miel sobre hojuelas para los patrones y demás dueños del mundo.
Solamente se le atravesaron los maestros democráticos, que no aceptan que les roben la estabilidad en el empleo y los sometan al terror de evaluaciones interminables, determinadas desde los centros de poder. Nunca tendrá un docente su base, pues en cualquier momento puede ser despedido por no superar los parámetros de medición que fije el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE). Ésa es la síntesis de la reforma de Peña Nieto.
Incluso ya la OCDE reprobó a todos los maestros de México, pues asegura que trabajan por debajo de su umbral de capacidad; esto es, que lo que hacen no es ni lo que su naturaleza les permite hacer. En otras palabras, enseñan por debajo de lo que su condición de seres humanos permite (Establecimiento de un marco para la evaluación e incentivos docentes: Consideraciones para México, 2011, OCDE). Y esto fue aceptado por los “reformadores” mexicanos como si fuera palabra divina.
El magisterio democrático echó su resto a la movilización contra las propuestas de Peña Nieto. Se tiene claro que puede haber una represión brutal como las que hizo el PRI en el pasado (2 de octubre, 10 de junio, Guerra Sucia) y que quedaron en la impunidad. Pero el reto lo amerita. Si pasan las llamadas reformas estructurales, el destino de la patria independiente y soberana está en juego.
Por eso, las y los mexicanos debemos rodear de solidaridad a los maestros democráticos, que no están defendiendo solamente la educación pública, laica y gratuita, sino también a las generaciones por venir.
*Coordinador de la maestría en derechos humanos de la UACM; doctor en ciencias políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México; integrante de la Comisión de la Verdad del estado de Guerrero