Peña Nieto

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Señor Peña Nieto, véase en el espejo de Brasil

De entre los muchas instituciones con autonomía, para dejar a un lado las complicidades con el presidencialismo en turno (ahora con el peñismo sigue ese nexo perverso del Instituto Federal Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Comisión Federal de Telecomunicaciones y, con el nefasto Laveaga, el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos, etcétera), está el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), quien nos acaba de salir con la sesgada encuesta de que ha resurgido la clase media que fue degradada desde el salinismo cuando éste envió su informe amañado a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en noviembre de 1992, sobre el reporte de la pobreza que alcanzaba a la mitad de la población, que por aquel entonces era de un poco más de 81 millones de mexicanos.

La reforma financiera o el premio a la usura

¿Usted es de los ingenuos que creen que con su voto contribuyeron al encumbramiento de Enrique Peña Nieto y al retorno triunfal de la vieja pandilla autoritaria, con su control de las dos cámaras –farsa democrática útil para ocultar el dinero sucio y las prácticas turbias empleados por los grupos dominantes para aceitar esas victorias–, ya sea porque es un sincero militante o simpatizante del priísmo, o porque legítimamente aspiraba a un cambio, luego de la docena trágica de un partido desacreditado que se hunde en el detritus de la corrupción, y la llamada “izquierda” oficial e inofensiva le resultaba visceral, ideológica o políticamente repulsiva para apoyarla?

El Plan de Seguridad de Peña Nieto

Desde antes de asumir el poder, el equipo de Enrique Peña Nieto manifestó que, de llegar a la Presidencia de la República, habría cambios en la estrategia de combate al crimen organizado: se mantendría la lucha de manera implacable, pero desde un enfoque interno regionalizado, como ha impulsado últimamente el gobierno de Estados Unidos y otros regímenes latinoamericanos. Es necesario precisar que el Plan de Seguridad de Peña Nieto no se ha dado a conocer como tal, de manera completa; sí se han esbozado ya varios aspectos.

“Entregarse a Jesús”… y el Estado ausente

Era muy común encontrar –a partir de la década de 1950 en determinadas colonias, sobre todo en la que nací, la Guerrero– en las ventanas de algunas casas un letrerito que decía: “Este hogar es católico. No aceptamos propaganda comunista o de otras religiones”. Junto a la frase había una estampa de la virgen María o de Jesucristo.

“Donde manda Azcárraga no gobierna Peña Nieto”

Nostálgico del sistema presidencialista fuerte, omnímodo, desde la máxima tribuna de la llamada república, un orador evoca la rehabilitación de la potestad rectora del Estado perdida durante la pesadilla teocrática panista, abyectamente entregada al vasallaje y la rapiña de los grupos de poder internos y externos, en particular de los oligárquicos, a cambio de su fallido respaldo para tratar de mantenerse en el gobierno, cuidándose, desde luego, de señalar que su debilitamiento no fue iniciado por los panistas.

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