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El despojo definitivo a los pueblos indígenas

Producto de la revolución social de 1910, una de las primeras en América Latina, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos –como oficialmente se llama el Estado mexicano– reconoció el régimen social de la tierra y los recursos naturales, misma que en 1992 cambió sustancialmente para favorecer la intromisión del capital en ellas. El Artículo 27 de la Constitución de 1917 estableció la propiedad originaria de las tierras y los recursos naturales existentes en ella a favor de la nación, la cual se reservaba el derecho de transmitirla a los particulares para formar la propiedad privada y la social (ejidos y comunidades), que revestían carácter de inalienables, inembargables e imprescriptibles; además de la pública, que pertenecía al Estado.

Luvina, de Rulfo, es casi todo México

La atmósfera que se describe en Luvina está impregnada de una esencia fantasmagórica y, al mismo tiempo, de una gran tristeza. Juan Rulfo, en este cuento, describe el ambiente del pueblo de San Juan Luvina, rodeado por la miseria y la muerte. Es un lugar en el que cualquiera que se atreva a cruzar sus límites vivirá sentenciado por la pesadumbre.

Pueblo mixteco, entre el fuego y las cenizas

Agradezco a mi amigo Francisco López Bárcenas por invitarme a presentar una mínima parte de una de sus últimas investigaciones. Y digo mínima, porque este documental forma parte de un trabajo más amplio, que es su libro El fuego y las cenizas. Los pueblos mixtecos en la guerra de Independencia, editado por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas. Además, porque tengo la oportunidad de conocer otra de sus múltiples virtudes y facetas intelectuales, ahora como historiador y casi antropólogo, y tal vez al paso que va me resulte hasta actor o director de cine.

Escribir la historia desde la esperanza que nos une

Ñuu Savi, el pueblo de la lluvia, también conocido como los mixtecos, los habitantes del lugar de las nubes, han tenido una participación singular en las páginas de la historia nacional. Nuestra historia es transversal y nos unen situaciones similares con otros hermanos en Puebla (Ñuu Ita Ndio’o), Guerrero (Ñuu Koachi) y Oaxaca (Ñuu Nduva), que históricamente son una sola área cultural, sólo que las formas de administración y sujeción impuestas nos fragmentaron territorialmente.

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