Etnocidio, la ocupación de Palestina

Etnocidio, la ocupación de Palestina

Los asentamientos ilegales israelíes en la zona de Gaza van acompañados de pobreza, muerte y desplazamientos forzados. Tan sólo de 2004 a la fecha, más de 21 mil personas se quedaron sin hogar y decenas de miles se convirtieron en nuevos pobres. A pesar de que la ONU considera ilegal la ocupación, ninguna potencia exige a Israel el cese de las agresiones

Ulises Canales/Prensa Latina
El Cairo, Egipto. La ocupación y el bloqueo de territorios palestinos por parte de Israel, más allá de su inherente naturaleza expoliadora, revela la perversión de una práctica que anula el desarrollo y autogobierno de un pueblo, causándole perjuicios millonarios.
Discursos políticos en múltiples tribunas mundiales, incluida la Organización de las Naciones Unidas (ONU), e iniciativas negociadoras de países árabes y occidentales, han sido insuficientes para detener la lenta aniquilación de los palestinos en la ocupada Cisjordania y en la sitiada Franja de Gaza.
A juzgar por consideraciones de Tarik Alami, jefe de temas emergentes y conflictos de la Comisión Económica Social de la ONU para Asia Occidental, una primera repercusión de la usurpación territorial sionista es la obstaculización de la autosuficiencia de los palestinos.
Un informe presentado durante el reciente seminario sobre el impacto económico y social de esa política sionista, en El Cairo, expuso cifras estremecedoras de la represión, uso de la fuerza, robo de propiedades y ampliación de asentamientos judíos por israelíes, así como el impacto en los recursos naturales y medio ambiente.
La economía de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) sufre anualmente pérdidas por aproximadamente 7 mil millones de dólares a causa de la ocupación, lo cual ha convertido a esos territorios en una de las economías más dependientes de ayuda en el mundo.
Al respecto, el embajador de la ANP en la ONU, Riyad Mansour, señala en una entrevista con la agencia de noticias Prensa Latina, que el costo de la dominación es fácilmente cuantificable, de ahí que, si termina esa política, “seremos capaces de ser autosuficientes y no necesitaremos ayuda externa”.
Los 7 mil millones de dólares que perdió la economía palestina en 2010 equivalen a casi el total del producto interno bruto (PIB) anual, y ese daño se produjo al privar a los residentes en Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza de acceder a sus propios recursos naturales.
Tierra, agua, minerales, gas natural, pesca y otros rubros se incluyeron entre los recursos imposibles de explotar por palestinos, de acuerdo con Mansour y cifras aportadas por la ONU.
 
En materia de derechos humanos, 125 palestinos murieron y 2 mil 144 resultaron heridos por las fuerzas de seguridad y colonos israelíes en 2011, cuando más de dos tercios de las bajas se produjeron en hechos ligados a la actividad en asentamientos judíos.
De acuerdo con la ONU, en 2011 perecieron 16 niños y otros 441 quedaron lesionados por abusos israelíes, un dato que elevó a 1 mil 351 la cifra de infantes muertos por soldados y colonos entre 2000 y 2011.
Desde que se produjo la invasión, en 1967, hasta 2010 se registraron más de 760 mil detenciones de palestinos por fuerzas israelíes, incluidos 15 mil niños, de los que en promedio 192 estuvieron en prisión en 2011, y al menos 63 sufrieron torturas o enfermedades.
Entre 500 y 700 menores palestinos son procesados cada año en cortes militares de Israel, muchas veces por participar en movilizaciones contra las demoliciones de casas, una práctica incrementada ahora en un 80 por ciento respecto a 2010.
Como mínimo, 21 mil 200 palestinos quedaron sin sus viviendas desde 2004 a la fecha, como resultado de las demoliciones, de ellos 620 vieron echar abajo su hogar en 2011, mientras 1 mil 94 fueron forzados a desplazarse y 4 mil 164 sufrieron afectaciones directas.
A esos datos referidos a la Ribera Occidental, hay que añadir las 23 mil 500 personas aún sin techo en Gaza, debido a la imposibilidad de reconstruir 15 mil unidades habitacionales devastadas en el enclave durante los bombardeos de la Operación Plomo Fundido (2008-2009).
En Jerusalén Este, la parte de la ciudad santa que los palestinos aspiran a convertir en capital de su futuro Estado, los árabes han sido víctimas de la expropiación de al menos 23 millones 378 mil metros cuadrados desde 1968, y 390 derribos de casas desde 2004.
Las limitaciones para edificar en esa zona de la ciudad y la revocación de 13 mil 115 permisos de residencia para palestinos de 1967 a 2009, hace que unas 60 mil personas estén amenazadas de convertirse en “sin techos”.
Todo ese hostigamiento ayuda a reforzar una estrategia de “judaización” de territorios árabes a partir de la ampliación de más asentamientos ilegales, conforme denunciaron expertos durante una conferencia sobre Jerusalén, realizada a finales de febrero pasado, en Catar.
Las estadísticas de la referida instancia de la ONU sostienen que hasta mediados de 2010 vivían 517 mil 774 colonos en 144 asentamientos que la ONU tacha de ilegales, y en otros 100 barrios o puestos de avanzada fuera de esas colonias, ilícitos incluso bajo la ley israelí.
Por ejemplo, en 2011 la tasa de construcción en asentamientos israelíes de Cisjordania y Jerusalén duplicó el nivel de las obras de albañilería dentro de Israel, y los extremistas judíos utilizan allí carreteras marcadas sólo para el acceso de israelíes.
En la Ribera Occidental, el Estado sionista se anexó un 13 por ciento del territorio, sigue construyendo un muro gigantesco que afecta a 855 mil palestinos, mantiene a 33 mil atrapados entre ese valladar y la llamada “Línea Verde” y cercenó a Jerusalén del resto de Cisjordania.
Aproximadamente 170 millones de metros cuadrados de tierra fértil están aislados por el muro de segregación, y los asentamientos vierten 40 millones de metros cúbicos de aguas residuales y desechos sólidos cada año en suelo palestino.
Hasta diciembre de 2011, se contabilizaron 557 obstáculos, entre puestos de control militar, zanjas, montículos de arena y otros medios para restringir el movimiento de palestinos dentro de su propia tierra.
A causa de la usurpación israelí, el PIB per cápita en 2010 fue un 30 por ciento menor que en 2000, 22 por ciento de los palestinos se sumió en la pobreza en 2009, y la tasa de desempleo creció a un 24 por ciento en la primera mitad de 2011.
Al menos 1 millón 430 mil palestinos sufre inseguridad alimentaria, dos de cada tres niños en Gaza presenta reacción severa y moderada a traumas y el bloqueo impuso a la gente “sacrificios inaceptables, al escoger a menudo entre alimento, medicina o agua”.
La inaccesibilidad a tierras en Gaza causa a la economía pérdidas de aproximadamente 75 mil toneladas métricas de producción potencial anual, y el promedio de acceso a agua fresca para consumo doméstico es de 73 litros por persona/día en Cisjordania y 52 en la Franja.
Israel impone una zona de restricción a 1.5 kilómetros dentro del enclave de Gaza, al negar a los palestinos el acceso al 35 por ciento de los terrenos cultivables.
También el bloqueo marítimo prohíbe pescar más allá de tres millas náuticas de la costa del Mediterráneo en Gaza, lo cual afecta directamente a 65 mil personas.
La lista de problemas e indicadores sociales negativos derivados de la ocupación israelí es extensa y, sobre todo, ilustrativa del drama de un pueblo que reprocha a las mayores potencias del mundo seguir usando dos medidas para abordar el conflicto cardinal de Oriente Medio.