Los disminuidos efectos del huracán Patricia son nada comparados con la devastación económica que espera el año entrante a millones de mexicanos tras conocerse los lineamientos que regirán el llamado presupuesto base cero, donde las políticas sociales y de inversión pública serán de los rubros más golpeados a costa de mantener intocables los sueldos de los altos funcionarios de los tres poderes, que verán inalterables sus millonarias prerrogativas, permitiéndoles llevar un tren de vida alejado de las palabras crisis y marginación.
Con una economía sometida a los vaivenes internacionales y la imposición de tratados comerciales como el Acuerdo de Asociación Transpacífica, firmado de manera unilateral, las probabilidades de crecimiento económico y la creación de empleos estables y bien remunerados no son halagüeñas. Se insiste dentro del modelo neoliberal en competir en desventaja con las grandes potencias, sobre todo ahora que se han desplomado los precios internacionales del petróleo y se ha disparado el dólar, con lo que –bajo el esquema de país maquilador– México sigue importando productos para reexportalos sin generar a su favor un valor agregado. Razón por la cual los salarios generados reflejan pírricas remuneraciones.
La reciente Encuesta nacional de ocupación y empleo arroja la cifra de 14.5 millones de personas desocupadas en el país, en edad productiva; cada sexenio los gobiernos van arrastrando un déficit en la generación de empleos en buena medida por el pobre crecimiento económico que en los últimos 30 años viene promediando un 2 por ciento anual del producto interno bruto (PIB). De igual forma, el 44.5 por ciento de las plazas de trabajo que se ha cubierto indica que son salarios que no rebasan los tres salarios mínimos, por lo que el desempleo entre gente capacitada o profesionista llegó a un 78.7 por ciento, a mediados de este año. Es preocupante lo que reflejan los estudios en la materia, pues los analistas coinciden en que a mayor nivel académico mayor desempleo.
Sin ser consensado con la sociedad, el presupuesto base cero está permitiendo a las autoridades el aplicar recortes de manera arbitraria en un claro sinsentido a las necesidades del país. Expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México y otras instituciones académicas alertan que meter la tijera al gasto de una forma tan selectiva puede ser contraproducente para la ya de por sí empantanada creación de empleos; tanto en el sector público como en el privado los efectos de cesantía podrían alcanzar 1 millón de puestos de trabajo.
La apretada al cinturón no es pareja si se considera que en el presupuesto base cero los sueldos de los funcionarios de primer nivel no sufrieron merma alguna; por ejemplo, el Poder Legislativo (Senado y Cámara de Diputados) tendrá recursos a ejercer en 2016 del orden de los 14 mil 101 millones de pesos; el Poder Judicial se llevará a sus arcas 68 mil millones de pesos, y el cuestionado Instituto Nacional Electoral (INE), de cuyos consejeros se ha criticado la intención por construir una nueva sede, ejercerán un monto superior a los 15 mil millones de pesos.
Eso sí, y en el marco de la reforma educativa, no se reducirán los recursos para programas como la enseñanza del inglés a los niños indígenas, cuando la prioridad sería atender sus necesidades básicas de alimentación y traslado de sus regiones apartadas a los centros de enseñanza rural. Acaso se habrán preguntado los funcionarios de la Secretaría de Educación Pública ¿para qué le sirve el inglés a un niño indígena? Además, la cultura es uno de los rubros que pasará a un segundo término en el presupuesto de 2016, pues sufrirá recortes por 1 mil 949 millones de pesos, golpeando no sólo a actividades recreativas como la puesta de obras teatrales y eventos musicales, sino en el fomento y mantenimiento de las bibliotecas públicas. Única opción de millones de estudiantes para acceder a libros y materiales de consulta.
Otro de los renglones que ha causado mayor escozor en la castigada asignación de recursos a la política social es la reducción de 5 mil millones de pesos a acciones puestas en marcha por la Secretaría de Desarrollo Social, y que impactará a programas como los comedores comunitarios que buscan atender justamente a los mexicanos en pobreza extrema, y que, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, han pasado de 53.3 millones a 55.3 millones.
Este ciclón económico que golpeará de manera inevitable al disminuido poder adquisitivo de millones de mexicanos, no causará estrago alguno ni a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como tampoco a los miembros de la Judicatura Federal y a los consejeros del INE, por mencionar algunos casos. Los primeros se llevarán, el año entrante, 6 millones 766 mil pesos, libres de polvo y paja, incluidos sueldos, aguinaldos y demás canonjías; los segundos se embolsarán 4 millones 303 mil pesos; y, los terceros, 2 millones 987 mil pesos. Solidarios con el país apenas y verán mermados sus millonarios ingresos en unos 5 mil pesos para 2016. ¡Vaya austeridad!
Las expectativas de crecimiento para el año entrante anunciadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público sitúan el crecimiento del producto interno bruto entre un 2.3 y un 3.3 por ciento; empero, organismos como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y el Fondo Monetario Internacional, lo ubican en 2.5 y un 2.8 por ciento, respectivamente. Por si esto no bastara, para que el optimismo adopte matices de cautela, el presupuesto de ingresos de 2016 toma en cuenta un precio de 50 dólares por barril de petróleo y una cotización del peso frente al dólar de 16.40 pesos (inicialmente se había fijado en 15.90).
El problema es que precisamente, a raíz del desplome internacional de los precios del crudo, las rondas 1 y 2 no han formalizado siquiera el 50 por ciento de las licitaciones anunciadas, y como se visualizan las cosas, el precio de los hidrocarburos podría enfrentar una nueva recaída. Y si a esto agregamos que para el año entrante se prevé un desplome en los ingresos petroleros por 326 mil 102 millones de pesos, en buena medida por la disminución en la plataforma de extracción que pasó de 2 millones 435 mil barriles diarios a 2 millones 246 mil barriles en 2015, las cosas pueden tornarse en franca crisis, pues no habrá de dónde echar mano para reactivar una economía que puede colapsarse, sobre todo si se considera que el del próximo año será el nivel más bajo de inversión pública en los últimos 70 años, además de que la reforma fiscal no está diseñada para hacer crecer la economía y crear empleos, sino únicamente para recaudar más dinero a costa de los contribuyentes cautivos.
Eso sin contar que el alza del dólar impactará en los servicios de nuestras deudas externa y pública; la primera que ya llega a los 158 mil 580 millones de dólares (y por la que hemos pagado, de 2000 a 2015, un total de 592 mil 629 millones de dólares por concepto de amortización e intereses); y la segunda que ya alcanza los 8 billones de pesos.
Como se aprecia, el huracán que asoma en nuestro horizonte económico causará mayores devastaciones que Patricia, el temido meteoro que apenas ocasionó algunos rasguños al país. Lo peor está por venir en 2016.
Martín Esparza Flores*
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
[BLOQUE: OPINIÓN] [SECCIÓN: ARTÍCULO]
Contralínea 462 / del 09 al 15 de Noviembre 2015