A la memoria de José Antonio Chanes Nieto
I. Célebre por sus novelas largas: Los Hermanos Karamazov y Crimen y Castigo. La primera, de 1879-1980; y la segunda, de 1886, son las más leídas o más citadas. Para una muy bien lograda biografía literaria de este ruso-universal, nada como la escrita por la profesora AK Thorlby, que aparece en el Diccionario de Literatura Europea (Alianza Editorial), que a este divulgador le sirve como guía de los Ex Libris. Las dos novelas estremecieron a sus lectores y permanecen como el alfa y omega de la grandiosidad dostoievskiana. Pero en su obra destacan otras, empezando por sus primeras: Pobres Gentes de 1846; El doble. Un Poema de San Petesburgo. En ese lapso milita en el grupo socialista y es encarcelado en Siberia. Ya sentenciado a muerte, es “salvado” por una condena a 4 años de trabajos forzados y continúa como escritor hasta 1859. Durante ese encierro inician sus ataques de epilepsia, y sobre ese caso publica Sigmund Freud su ensayo: Dostoievski y el parricidio. Con esas vivencias escribe: Memorias de la casa muerta. Una Historia Enojosa. Apuntes de invierno sobre impresiones de Verano. Y Memorias del Subsuelo; que son recuerdos de la conciencia para mostrarnos lo que almacena, en una “admirable sesión de psicoanálisis antes de Freud”.
II. Lector ávido de Balzac y Gogol, este escritor sabe introducirse a la naturaleza humana que nadie como Sigmund Freud penetró en El malestar de la cultura. Dostoievski incluye en sus novelas su autobiografía, por eso su literatura es la proyección del resto de la biografía humana, concibiendo con sus raíces más en San Petesburgo que en Moscú, la visión universal de lo que somos como individuos y sociedad en la crisis de la “sociable insociabilidad” (que Immanuel Kant expuso sobre la convivencia humana). Así que en la obra de ese ruso genial encontramos la biografía del hombre y la mujer; la familia donde vivimos en el proceso de nacer, vivir, celebrar el sentimiento del amor y de la amistad, para luego asistir a funerales… o al propio. Los testimonios literarios de Dostoievski nos motivan a vivir y convivir en ese proceso de nacer y morir, donde los Dostoievski son los creadores en todas las ramas del árbol cultural. En El Jugador, su autor se retrata como lo que fue: un fascinado-fanático de la ruleta que en su girar arrastra la mirada en un torbellino enloquecedor. En ella Dostoievski apostó su vida para luego darse a la fuga de ese vicio-droga que lo tuvo enajenado.
III. Cristiano, ve en una célula revolucionaria a Los endemoniados, con “su famoso análisis del poder totalitario”. La vida de este estremecedor escritor fue un calvario que nos recuerda a Van Gogh y su hermano –porque también el ruso tuvo al suyo–; en ambos casos ayudando uno al pintor y el otro al escritor. Esas novelas nada menores son fundamentales para conocer a Fiódor Mijáilovich en su grandeza de creador, desbordando lo humano en todos sus grados éticos y religiosos. En los tres volúmenes de: Diario de un escritor, se encuentran sus trabajos periodísticos y su pensamiento político; por lo que es su parte más autobiográfica. Lo cierto es que las lecturas de este autor nos llevan a la cima de la literatura, para desde ese lugar entender las tareas humanas que él fue recreando y con las que nos dejó un espejo donde mirarnos. Así, nos pone al descubierto para analizarnos en el diván dostoievskiano. Leerlo nos lleva a los más escondidos rincones de la conciencia, provocando que sentimientos de toda índole emanen. Por esto, es muy justo decir que no hay novela de este autor que no ofrezca tal panorama y nos llene de reflexiones para expresar, como san Agustín dijo de Adán: “todos somos (de Dostoievski) este hombre”. El traductor, es R Cansinos.
Ficha bibliográfica:
Autor: Fiodor Mijailovich Dostoievski
Título: Obras completas
Editorial: Aguilar (diez volúmenes)
Álvaro Cepeda Neri
[MISCELÁNEO] [EX LIBRIS]