Nuevos riesgos están convergiendo para dar forma a una década incierta y turbulenta que está por venir, cuyos primeros años han anunciado un período particularmente disruptivo en la historia humana, advierte el Foro Económico Mundial
En 2023, el mundo post Covid-19 se enfrenta al retorno de “antiguos” riesgos: inflación, el coste de la vida, guerras comerciales, fugas de capital de mercados emergentes, disturbios sociales generalizados, enfrentamiento geopolítico, y la sombra de la guerra nuclear.
Estos riesgos están siendo amplificados por nuevas evoluciones en el panorama de riesgos globales, incluidos insostenibles niveles de deuda, una nueva era de bajo crecimiento, de bajada de inversión y desglobalización, advierte el informe Global Risk Report 2023, del World Economic Forum (WEF).
Señala que la vuelta a una “nueva normalidad” tras el Covid-19 fue interrumpida por el inicio de la guerra en Ucrania, dando paso a una nueva serie de crisis de alimentos y energía.
El informe está basado en las respuestas dadas por líderes de opinión encuestados, pertenecientes al ámbito empresarial, académico, social y otros ámbitos, en la última Encuesta de Percepción de Riesgos Globales (GRPS, en inglés), del WEF de Davos, Suiza.
Reversión de intereses regionales globales
El informe de Davos no se trata de una nueva fase del desarrollo del capitalismo, ni de un obstáculo para que continúe esa consolidación de la globalización, sino de una reversión o un reaccionamiento de los intereses regionales globales, explica el doctor en ciencias políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Emilio Vizarretea Rosales.
“Se está presentando una paradoja relativamente extraña y novedosa, por un lado, la necesidad que tiene el capitalismo de expandirse por la vía de sus propias crisis, y si no son las crisis de carácter estructurales, se inventan crisis por la vía de conflictos armados y guerras, por el otro lado”, enfatiza.
Señala que lo extraño es que la guerra Rusia-Ucrania no está llevando a una confrontación regional, sino que está impactando en el tema de alimentos, o incluso los minerales estratégicos vinculada al tema de tecnologías de punta y a la sobrevivencia de la humanidad por la vía de los alimentos.
“En esta paradoja se nos está presentando lo nacional-global y local-global, y las decisiones de soberanía frente asuntos globales, lo cual creo que no se ha terminado por decidir de qué lado va a girar ya no solo el gobierno, el desarrollo, la tecnología, la ciencia y, obviamente, la evolución de las armas”, destaca en entrevista el catedrático.
En informe de Davos nos obliga siempre a estar mirando a eventos o áreas que parecieran ser no tan relevantes, pero que tienen un impacto hoy día y da la impresión de que los temas que aborda se volvieron, no en sí mismos, preocupantes, sino por las circunstancias de la interrelación globalizada, precisa.
“Significa que los temas ya no son ni siquiera regionales, entramos a una faceta de mundialización inimaginable que podría ocurrir tan rápido; el mayor ejemplo es la epidemia del Covid-19 y el segundo son las consecuencias de la guerra de Rusia-Ucrania, sino que ambos están impactando el mercado de granos, la alimentación y la soberanía alimentaria de América Latina, argumenta.
Crisis alimentaria y de combustibles
El informe señala que la crisis de los alimentos, combustibles y sus costes exacerbará las vulnerabilidades sociales, mientras la reducción de las inversiones en el desarrollo humano erosiona la futura resiliencia.
“Las distintas crisis agravadas están ampliando su impacto en las sociedades, afectando los medios de subsistencia de una población mucho más amplia y desestabilizando más economías del mundo, especialmente las comunidades históricamente vulnerables”, reconoce el documento.
Se está sintiendo ya una crisis global del coste de vida, sobre la base de los riesgos más severos que se espera que en 2023, entre ellos, la crisis de suministro de energía, de suministro de alimentos y la inflación creciente.
Resalta, sin especificar nombres, que muchos países de bajos ingresos se enfrentan a múltiples crisis: deuda, cambio climático y seguridad alimentaria.
“Se corre el riesgo de convertir la actual crisis del coste de vida en una crisis humanitaria más amplia, en los próximos dos años, en muchos países dependientes de las importaciones, pero malestar social asociado y la inestabilidad política no se limitará a los mercados emergentes, también a los de ingresos medios”, advierte el informe.
Durante los próximos 10 años, menos países tendrán el margen fiscal para invertir en su crecimiento futuro, tecnologías verdes, educación, sistemas de atención y salud.
Afirma que el coste de vida dominará en los próximos dos años, mientras el fracaso de la acción climática dominará la próxima década, caracterizada por crisis ambientales y sociales, impulsadas por tendencias geopolíticas y económicas subyacentes. (Tabla).
Al respecto, Vizarretea Rosales considera que “lo más extraño es que ni siquiera el tema económico que antes tenía una prevalencia sobre el manejo de la inflación o el crecimiento del Producto Interno Bruto, ha tenido el impacto que el informe de Davos está mostrando de una manera bastante precisa y globalizadora como no lo habíamos visto antes”.
Es decir, detalla, el problema no solamente teórico conceptual, sino producto precisamente de esta evolución globalizadora que el reporte del Foro Económico Mundial nos muestra una serie de rutas que se están tejiendo y que no están completamente definidas, pero la ruta que tenemos que explorar y analizar siempre es que los problemas globales tienen que ser atendidos de manera local.
Por ejemplo, dice, a finales de los 80 se mencionaba la tesis de que la globalización piensa global y actúa local y que no solamente era la cuestión del desarrollo de tecnologías o de telecomunicaciones o la manera en que se pretendía abordar el problema con el afán de interactuar este modelo de globalización multinacional y multidimensional.
En este momento aunque países no quieran participar en el fenómeno están metidos dentro en términos de la sociedad, por ejemplo, el problema de migración, como un fenómeno político-económico, es una cuestión de multidimensionalidad.
Para el experto en teoría Critica y seguridad nacional Emilio Vizarretea Rosales, Una solución conciliadora entre lo global, lo regional y lo nacional tendría explorar una casuística que nos permita realmente atender el problema en esta multidimensionalidad. “Lamentablemente ningún país ha estado haciendo algo”, aduce.
Termina una era económica
El WEF destaca que en la próxima década traerá más riesgos de estancamiento, divergencia y angustia. Las secuelas económicas del Covid-19 y la guerra en Ucrania han dado paso a una elevada inflación, una rápida normalización de las políticas monetarias y el comienzo de una era de bajo crecimiento y baja inversión.
Una mala calibración entre políticas monetarias y fiscales, aumentarán la probabilidad de shocks de liquidez, lo que indicaría una mayor prolongación en el tiempo de la recesión económica y el sobreendeudamiento a nivel mundial.
La continuación de la inflación impulsada por la oferta podría llevar a la estanflación, cuyas consecuencias socioeconómicas podría ser grave, dado su interacción con niveles históricamente altos de deuda pública.
La fragmentación económica global, las tensiones geopolíticas y una recuperación más inestable podrían contribuir a sobreendeudamiento generalizado en los próximos 10 años.
Los efectos colaterales los sentirán más agudamente los estratos más vulnerables de la sociedad, contribuyendo al aumento de la pobreza, la violencia y las protestas, la inestabilidad política e incluso colapso estatal.
También afectará a los hogares de ingresos medios, provocando descontento, polarización política y llamamientos a una mayor protección social en países de todo el mundo.
Los gobiernos seguirán enfrentándose a un peligroso acto de equilibrio entre la protección de una amplia franja de sus ciudadanos de una prolongada crisis de coste de vida y cumplir con los costes de la deuda, con un problema cada vez más urgente de la necesidad de transición hacia nuevos sistemas de energía, y una menor estabilidad en el entorno geopolítico.
La nueva consecuencia puede ser una creciente divergencia entre países ricos y pobres, y los primeros retrocesos en décadas en desarrollo humano.
Fragmentación geopolítica y conflictos multidominio
La fragmentación política impulsará la guerra geoeconómica, y aumentará el riesgo de conflictos multi-territoriales, se está convirtiendo en la norma, con crecientes enfrentamientos entre las potencias globales.
Las políticas económicas se utilizarán defensivamente, para construir autosuficiencia y soberanía, pero también se desplegarán cada vez más ofensivamente para limitar el ascenso de otros países.
La GRPS prevé que los enfrentamientos interestatales sigan siendo, en gran medida, de naturaleza económica durante los próximos 10 años. Sin embargo, el reciente repunte en gasto militar y la proliferación de nuevas tecnologías podría impulsar una carrera armamentista mundial en tecnologías emergentes.
El panorama de riesgos globales a más largo plazo podría ser definido por conflictos multidominio (múltiples territorios) y guerra asimétrica, con un despliegue dirigido de nuevas tecnologías de armamento en una escala potencialmente más destructiva de lo visto en las últimas décadas.
Vizarretea Rosales sostiene que el informe de Davos señala que se están dando la fragmentación geopolítica y conflictos multidominio, lo cual significa que “en términos globales no es que sea entre dos naciones y una tercera alternativamente, sino de intervenciones de países para apoyar a grupos internos en las denominadas guerras híbridas.
“Eso tuvo gran impacto y resonancia y de pronto se dieron cuenta que sí eran guerras muy localizadas muy locales, pero también que ninguna de las potencias que tenía injerencia en esos países deseaba que escalaran más, porque eso las iba a obligar a intervenir”, enfatiza.
Entonces, dice, el modelo que tenemos en este momento que se está presentando es intervención de un país en otro, pero sin que haya una escalada entre bloques de naciones, y obviamente no queda claro cuál va a ser el modelo de nación. Lo queda es que los que siguen dominando quieren que su dominio no se extinga, subraya el catedrático.
Respecto de las repercusiones para las naciones pobres, incluso ricas como Francia, donde los levantamientos contra la reformas a las pensiones ya es un anuncio de lo que advierte el informe de Davos, Vizarretea Rosales indica que el impacto en los trabajadores es delicado, pero es una agravante para un país que ha comprendido el valor del ocio, del disfrute de las vacaciones.
Por otro lado, refiere el problema que plantea Davos, en términos estrictos, es quien surte de armamento, de recursos, de preparación para la guerra, y cuando esta guerra escale está presente la intervención de la OTAN en algunos países.
En la misma Rusia en términos de su integración con China para tratar de hacer un frente común y obviamente el gran problema de Ucrania que quedó en medio de OTAN para evitar una escalada del conflicto y sin estar dependiendo de lo que la OTAN y Estados Unidos les proporcionen de armamento y logística.
Riesgos climáticos y medioambientales
Los riesgos climáticos y medioambientales son el foco central de las percepciones de los riesgos globales durante la próxima década, y son los riesgos para los que se nos ve menos preparados, señala el informe del Foro Económico Mundial.
“La falta de un progreso profundo y concertado en objetivos climáticos ha puesto de manifiesto la divergencia entre lo que es científicamente necesario para lograr el objetivo de cero emisiones netas y lo que es políticamente factible”, describe.
Advierte que las demandas crecientes de recursos del sector público y privado para afrontar las crisis del corto plazo, reducirán la velocidad, los esfuerzos y la escala de la mitigación en los próximos dos años, junto con un insuficiente progreso hacia el apoyo necesario para la adaptación de aquellas comunidades y países cada vez más afectados por los impactos del cambio climático.
Dado que las crisis actuales desvían recursos en detrimento de los riesgos que surgen a medio y largo plazo, las cargas en los ecosistemas naturales crecerán y decaerá la salud del planeta, dado su infravalorado papel en la economía mundial.
Sin cambios significativos en las políticas y en la inversión, los impactos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la seguridad alimentaria y el consumo de recursos naturales se acelerarán y llevarán al colapso del ecosistema, amenazando el suministro de alimentos y medios de vida en las economías vulnerables al clima, amplificando los impactos de los desastres naturales, y limitará aún más avances en la mitigación del cambio climático.
Policrisis y shocks simultáneos
Establece cómo la volatilidad en múltiples dominios crece en paralelo, el riesgo de policrisis (estado de crisis permanente en que vive el planeta), se acelera: Shocks simultáneos, riesgos profundamente interconectados y la reducción de la resiliencia están dando lugar al riesgo de policrisis, donde interactúan crisis dispares, que el impacto global supera con creces la suma de cada parte.
La erosión de la cooperación geopolítica tendrá efectos en todo el panorama de riesgos globales durante el medio plazo, incluida la contribución a una potencial policrisis de factores ambientales, geopolíticos interrelacionados y riesgos socioeconómicos relacionados con el suministro y demanda de recursos naturales.
El informe describe cuatro futuros potenciales riesgos centrados en torno a la escasez de alimentos, agua, metales y minerales, lo que podría desencadenar una crisis tanto humanitaria como ecológica: desde guerras por el agua y hambrunas, hasta continua sobreexplotación de recursos ecológicos y una desaceleración en la mitigación y adaptación climática.
La mayoría de encuestados de la GRPS anticipan una volatilidad constante durante los próximos dos años como mínimo, con múltiples choques, pero son generalmente más optimistas sobre el plazo más largo. De hecho, todavía hay una ventana para dar forma a un futuro más seguro mediante una preparación más eficaz.
El informe advierte que abordar la erosión de la confianza en los organismos multilaterales mejorará la capacidad colectiva para prevenir y responder a las crisis transfronterizas.
Además, aprovechando la interconectividad entre los riesgos, reforzar la resiliencia en un área determinada puede tener un efecto multiplicador en la preparación general para otros riesgos relacionados.
Por tanto, plantea que la inversión en resiliencia debe centrarse en soluciones que aborden múltiples riesgos, como la financiación de las medidas de adaptación y mitigación climática, o la inversión en áreas que fortalecen el capital humano y el desarrollo.
“Algunos de los riesgos descritos en el informe de este año están cerca de un punto de inflexión. Este es el momento de actuar colectivamente, con decisión y con una perspectiva a largo plazo para forjar un camino hacia una sociedad más positiva, inclusiva y mundo estable”, concluye.
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