Organizaciones defensoras del maíz, campesinas y de la biodiversidad, junto con abogados de organismos del gobierno federal, se anotaron un triunfo en una larga batalla contra Bayer-Monsanto. Detuvieron en tribunal una inminente resolución a favor del agrotóxico glifosato que, además, buscaba promover la siembra de transgénicos en el país
“Le ganamos a las empresas depredadoras de la vida, que únicamente velan por sus intereses económicos y ven al maíz en términos de especulaciones financieras”, celebra la abogada Julia Álvarez-Icaza Ramírez. Agrega que los alcances de la batalla repercutirán en la salud de los mexicanos, pero también en la biodiversidad del país e, incluso, en la cultura de toda la sociedad: los hijos y las hijas del maíz.
Integrante del equipo jurídico de Demanda Colectiva Maíz, Álvarez-Icaza Ramírez llama a no bajar la guardia: “se tendrá que discutir de nueva cuenta y no es el único proceso que las transnacionales y agroempresarios mexicanos han tratado de iniciar para que sigan importando glifosato”.
Mientras tanto, se tendrá que estar atentos, de nueva cuenta, a la votación del Tribunal Colegiado del nuevo proyecto. “Y veremos en qué sentido se elabora y veremos cuál será, pues, la votación de los otros dos magistrados.
El documento rechazado tenía como objetivo dar la razón a Monsanto en el amparo en revisión contra el decreto del Poder Ejecutivo de 2020. En la discusión del tema, se presentaron las dos visiones en pugna. A cargo del magistrado ponente, la versión casi textual de la propaganda de Bayer-Monsanto a favor de la “inocuidad” del carcinógeno.
Mientras, los argumentos científicos, técnicos y jurídicos de la comunidad científica independiente, organizaciones defensoras del maíz y organismos del gobierno federal –como el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Consejería de la Presidencia de la República, la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), entre otros– encontraron eco en los magistrados Jean Claude Tron Petit y Patricio González Loyola.
En la primera sesión del año celebrada en el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, en la Ciudad de México, ambos togados argumentaron elocuentemente en favor del principio precautorio. Es decir, pusieron por delante la salud de las personas, del medio ambiente y de la cultura del país.
Entonces, el magistrado ponente, Gallardo Vara, retiró su proyecto de resolución y se comprometió a elaborar otro. Destaca que se mostró renuente a pasar el asunto a otras manos. Se quedó con él y por tercera ocasión tendrá que presentar una nueva resolución.
No es la primera vez que el magistrado Gallardo Vara busca dar madruguete a la sociedad mexicana y al gobierno federal, con una resolución a favor del carcinógeno. El 15 de noviembre pasado, intentó hacer pasar un proyecto de sentencia similar y con las mismas conclusiones. Incluso, se llegó a anotar en la plataforma de la sesión que ese proyecto había sido aprobado por unanimidad. El proyecto se retiró, finalmente, sin siquiera ser discutido.
Ahora sí hubo discusión. Y el magistrado ponente no tuvo nada que argumentar ante la debilidad de su proyecto de resolución. Lo del jueves, “es una muy buena noticia”, dice la abogada Julia Álvarez-Icaza Ramírez.
Considera que, de momento, se frena la intención de la agroindustria a gran escala y transnacionales como Bayer-Monsanto de “lucrar con el hambre, con el campo y con nuestros maíces nativos”.
Álvarez-Icaza Ramírez explica que el rechazo de ese proyecto de resolución es un logro de la organizaciones campesinas, de científicos y del gobierno federal. “Yo diría que es un triunfo para millones y millones de mexicanos e, incluso, el resto del mundo: consumidores de maíces y beneficiarios de esta hermosa planta: el maíz”.
Se refiere al cereal que se cultiva de manera originaria en México y en otras partes del Continente Americano como una planta “que ha dado vida a una civilización completa”.
La abogada resalta no sólo el rechazo de la propuesta de resolución, sino también la calidad de la argumentación de los magistrados Tron Petit y González Loyola. Es decir, considera que la información científica ha empezado a ganar terreno frente a la propaganda de Monsanto.
“Todos los ojos estaban sobre esta resolución, de gran relevancia. Y se pudieron escuchar algunos argumentos que, desde la colectividad de la cual soy parte, llevamos 10 años difundiendo”.
En la sesión, se argumentó, y de la voz de un magistrado –en este caso, Tron Petit–, que el glifosato es un herbicida de acción profunda. Y que, por ello, lo que se pretendía votar no sólo era sobre la aplicación o no de éste, sino también sobre la biodiversidad; es decir, toda la vida que gira alrededor de las milpas.
Además, Tron Petit destacó la particularidad del consumo de maíz en México. En la sociedad mexicana, el maíz se consume directamente de los sembradíos, en alimentos derivados de la masa nixtamalizada o, incluso, como elote. Algo que no ocurre en otras sociedades que lo consumen luego de procesos industriales más complejos.
Por su parte, el magistrado González Loyola se refirió a la medida precautoria, para evitar afectaciones posibles a la salud y a la biodiversidad, las cuales serían irreversibles. Es decir, sobre los daños permanentes, sin retorno, que genera la aplicación del herbicida de amplio espectro.
“Desde la colectividad demandante reconocemos muchísimo esto. Es una celebración que no se haya votado una decisión a favor de la empresa Bayer-Monsanto, al vapor”, dice Julia Álvarez-Icaza.
Además, explica que se está haciendo valer el peso de México como centro originario del maíz. También, se debe considerar que nuestro país es distinto cuando se trata del maíz. No puede dar el mismo trato a la planta que se le da en otras latitudes, incluyendo Estados Unidos, donde es un grano forrajero y el consumo humano está limitado y sometido a procesos distintos.
“México es la región origen del maíz, donde se domesticó y donde se ha adaptado a las diferentes geografías y condiciones climáticas. Por ello, México es el reservorio genético del maíz”.
La batalla del campo mexicano –las comunidades indígenas y mestizas campesinas– frente a Bayer-Monsanto y agroindustriales no está ganada. Apenas se trató de una batalla que, en realidad, se aplazó. Ahora, tanto las organizaciones campesinas y sociales, como organismos del gobierno federal, deben estar atentos al día en que comience la nueva discusión en el tribunal.
Por lo pronto, “ganó el derecho humano a un medio ambiente sano, a la biodiversidad, a consumir nuestros maíces nativos; el derecho a la salud, y el derecho de las generaciones futuras, los hijos, y los hijos de nuestros hijos, a que puedan seguir teniendo un medio ambiente sano, que puedan seguir comiendo sin riesgos a su salud, que puedan seguir disfrutando de toda la gastronomía, de toda la alimentación, de toda la cultura, toda la riqueza que nos hace en México ser hijos, hijas del maíz”.