Reconozcamos el papel fundamental de las mujeres en México. Así como hubo héroes indiscutibles, existieron heroínas que la historia ha invisibilizado. Ellas fueron clave para el triunfo de la soberanía.
En la lucha por la Independencia, tuvieron un papel destacado. Detengámonos en una de estas mujeres que han de rescatarse: Juana Guadalupe Arcos Barragán, la Barragana.
Nació en 1780, en Amuco Coyuca, Tierra Caliente de Guerrero. En plena lucha por la Independencia, reunió un grupo de campesinos y se presentó con Morelos para pelear por la causa.
Juana había dedicado su vida a trabajar en el cuidado y acarreo de mulas y caballos con su padre y hermano. Por tal motivo, solía montar con agilidad y maestría.
Una vez iniciada la guerra de Independencia en 1810, su padre y hermano, quienes viajaban en una diligencia, fueron aprehendidos en Izúcar por los realistas. Llevaban consigo correspondencia y armas para José María Morelos. Por lo tanto, fueron ejecutados por los invasores españoles.
Juana encontró, horrorizada, los cuerpos de sus familiares colgados de un árbol. Hasta entonces, desconocía que su familia estuviera involucrada en el movimiento insurgente.
En ese momento, llena de coraje, decidió tomar el poco dinero que su padre había dejado para ella y su madre. Inmediatamente después, reunió y armó a un grupo de campesinos de su confianza. Entonces, abandonó su hogar para seguir las tropas del general Morelos. Fuerte y aguerrida, Juana Guadalupe se lanzó a la lucha.
Había sido la primera que se enfrentó a un batallón realista con su grupo en Cuautla, cuando iba a empezar el sitio. Avisó a Morelos sobre la llegada de Félix María Calleja a la zona. De esta manera, el grupo de patriotas pudo preparar la defensa.
Don Felipe Montero, el relator del sitio de Cuautla y capitán insurgente, originario de Cuautla, tuvo el tino de narrar el Sitio de Cuautla. Y contó sobre las hazañas de esta valiente mujer, quien se distinguió por su lealtad a José María Morelos y Pavón.
El relator Felipe narró que, el 17 de febrero de 1812, Juana se dirigió a todo galope perseguida de cerca por los realistas, con el objetivo de encontrar a Morelos. Su misión era informar la llegada de los españoles a las lomas de Pazulco, al norte de Cuautla.
Juana era una gran combatiente y tenía mucho carisma. Era elocuente; cuando sus paisanos la escuchaban hablar, atentos, hacía surgir el amor por la libertad en ellos. Al igual que muchos hombres, mujeres y niños, Juana estaba dispuesta a morir antes de permitir el triunfo de los realistas.
Durante el sitio de Cuautla, doña Juana Arcos Barragán se destacó por su comportamiento heroico y audaz. Se ganó la confianza de Morelos, quien le pidió defender los lugares de mayor riesgo y responsabilidad.
La presencia de la mujer armada, quien peleaba a la par de los hombres, asombraba por su arrojo. Tanto se distinguió por su valentía e intrepidez en el combate que Morelos le concedió el mando de un batallón. Por su valor y entereza en batalla, sus soldados la llamaban la Barragana.
Roto el sitio de Cuautla, Juana siguió a Morelos hasta la muerte de éste. Después de tan doloroso acontecimiento, la intrépida Barragana llegó a comandar un numeroso grupo de insurgentes con el grado de capitana. Adquirió ese apodo después de su valiente participación en la batalla de Ahuacatillo, en el marco de la toma de Acapulco.
La mayoría de las poblaciones del rumbo le brindaban alimentos para su tropa. En toda Tierra Caliente, se hizo famosa su valentía, que fortalecía y brindaba confianza a quienes peleaban bajo su mando.
Instaló su campo de operaciones por San Miguel Totolapan. Aprovechó fortificaciones naturales y de difícil acceso, dotadas de fortines, de fosos de entrada y salidas secretas que conocía. Ahí, nadie podía vencerla.
En 1820, Juana murió fusilada por los realistas, poco antes de consumarse la Independencia. El honorable ayuntamiento de Cuautla honró su recuerdo en 1828 y nombró a una calle la Barragana Intrépida, tal como Morelos llamaba a esta dama valiente, quien se aprestaba a realizar lo que el general ordenaba. De esta manera, se inmortalizó el inmenso valor que demostró en el famoso sitio de Cuautla, ocurrido en 1812.
Asimismo, hubo todo tipo de actividad, y diversas formas, en las cuales las mujeres apoyaban. Por ejemplo, Francisca y Magdalena Godos hacían cartuchos. Muchas otras sacrificaron una vida cómoda y tranquila al dar su apoyo, bienes y riquezas al movimiento de Independencia. Y algunas otorgaron hasta su vida, como Gertrudis Bocanegra.
Nacida en Pátzcuaro, Michoacán, cerca de las aguas del hermoso lago de Pátzcuaro, un 11 de abril de 1765, fue hija de padres comerciantes de clase media, don Pedro Javier Bocanegra y doña Felicia Mendoza. Convirtió su posición privilegiada en un baluarte de organización y lucha en la región.
Otra fue Josefa Ortiz de Domínguez, quien defendía sus opiniones hasta las últimas consecuencias, además ligaba su pensamiento a la acción. Siempre se rebeló contra la estructura autoritaria colonial y trascendió las barreras que le imponía la sociedad patriarcal al género femenino.
Tuvo una participación abierta y activa en la vida. Al mismo tiempo, desafiaba los convencionalismos que imponía la caduca colonia patriarcal y opresora. Conquistó su independencia personal y aspiraba a la independencia de nuestro México.
Quiero subrayar que sin ella no se hubiese iniciado la Independencia; su papel fue clave en la conspiración. Después de ser descubiertos, aún desde el encierro, se las ingenió para dar la orden a Ignacio Pérez de que avisara a Ignacio Allende sobre el inicio inmediato de la lucha.
Pérez se robó un caballo. En San Miguel, informó a Aldama, quien cabalgó hasta Dolores para avisar a Allende. Más tarde, lo encontró con Hidalgo. Exaltado, le insistió que quería dar las malas nuevas, mientras que Hidalgo, con toda calma, los invitó a tomar un “chocolatito”. Hasta que terminaron de beber, escuchó los informes.
En un primer momento, Allende y Aldama estaban considerando por donde escaparse. Consideraron hacer uso de los salvoconductos que les dio el coronel Nicolás de la Canal, jefe militar realista en San Miguel, quien simpatizaba con ellos.
Entonces, después de meditar la terminante opinión de Josefa y al coincidir con ella, Hidalgo exclamó “somos perdidos, no queda otra que ir a coger gachupines”. A lo cual, Aldama gritó: “pero qué está usted diciendo, está usted loco”.
Y es que los militares Allende y Aldama no se sentían del todo preparados. Sin embargo, tanto Hidalgo como Josefa confiaban en el pueblo; sabían que una vez convocado, nada lo podría detener.
Así, Miguel Hidalgo y Costilla tomó el mando y llamó a los suyos con instrucciones de ir a apresar a los gachupines de Dolores. Durante la noche, se movilizaron.
Otra de estas mujeres generosas fue Mariana Rodríguez del Toro Lazarín, era esposa de don Manuel Lazarín, dueño de la mina de la Valenciana, ubicada en Guanajuato. Organizó tertulias literarias para preparar la rebelión de 1810 y conspiró para secuestrar al virrey, en abril de 1811.
Al ser descubiertos, fueron encarcelados en las prisiones de la Inquisición y despojados de sus bienes. Después de muchos años, hasta el triunfo de la Independencia, fueron liberados.
Imposible no mencionar a la Güera Rodríguez. Hermosa e inteligente, Petra Teruel usó su posición para separar a México de España, aunque significó enfrentar a la Inquisición. Desde la Ciudad de México, organizó tertulias y empeñó sus valiosas joyas para ayudar a los insurgentes, Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria.
Amiga íntima de Leona Vicario, Petra estaba casada con un regidor realista. Ayudó cuanto podía a los insurgentes dándoles dinero. También abogaba por liberarlos y apoyó a los presos por sedición. Doña Petra Teruel de Velasco es llamada Hada Protectora de los insurgentes, por la ayuda material y moral que prestó a los patriotas.
Junto con ellas, hubo miles de mujeres que aportaron a la lucha, cuyos nombres ni siquiera se han conservado. Más ejemplos, son las hermanas González de Pénjamo, quienes sacrificaron su fortuna para irse con los insurgentes.
También María Josefa Marmolejo de Aldama sostuvo la lucha. Esposa de Ignacio Aldama, apoyó la causa y se enfrentó con valentía a los realistas, diciéndoles sus verdades.
Las mujeres patriotas lanzaban a su familia a la lucha. María Elena Gamboa oriunda de Zacatecas, convocó al pueblo a luchar en medio de grandes sacrificios. Su familia dio el ejemplo: su hijo, Timoteo, murió luchando en Zacatecas, el 26 de septiembre de 1813, y su esposo, Víctor Rosales, en Tacámbaro, Michoacán, el 20 de mayo de 1817. ¡Mujeres patriotas!
Conmueve Rafaela López Aguado. Sus cuatro hijos lucharon en la Independenciaː Ignacio y Francisco López Rayón son los más mencionados. También, Ramón, José María y Rafael combatieron. Con todo el dolor de su corazón, se negó a cambiar la vida de su hijo Francisco por la rendición y perdón de sus otros vástagos.
Impresionante es Rita Pérez, quien se unió a la lucha en 1814. Esposa de Pedro Moreno, tuvo opción de irse a esconder con su mamá y participar en la campaña por la Libertad.
Se fue con sus hijos a La Sauceda; fortificó y armó el fuerte de El Sombrero; dio alimento y medicinas a la tropa, y no aceptó indultarse. Fue encarcelada y perdió a su esposo y a sus cinco hijos. Al triunfo, no aceptó la pensión que le asignaron en 1823. Vivió hasta 1861.
El gobierno colonial fusilaba mujeres y hombres. Ellas lo sabían y aún así arriesgaban la vida. Una de estas mujeres fue Luisa Martínez de García Rojas, esposa de un “Jaranero”, quien atendía un tendejón. En 1817, fue fusilada por los realistas en Erongarícuaro, Michoacán, por ayudar a los insurgentes, durante cinco años.
Fue encarcelada y multada cuatro veces, y ella siguió apoyando. Pedro Celestino Negrete, quien luchaba bajo las órdenes de Iturbide, la mandó matar. Tras el triunfo de la Independencia, Negrete integró el primer gobierno provisional de México, después de la abolición del Primer Imperio Mexicano.
Hombres como Iturbide se encaramaron en el poder, tras un triunfo popular que fue logrado con sangre y fuego. Cuando les convino, cambiaron de bandera por puro interés.
En el Bajío, María Tomasa Estévez ayudó a integrar el primer frente insurgente en Salamanca, hoy Guanajuato, al lado de Andrés Delgado, Albino García y el cura Rafael Garcilita. Persuadía a soldados realistas de desertar, incluso los seducía con tal fin. El 9 de agosto de 1814, fue mandada a fusilar por Agustín Iturbide en Salamanca.
La lucha por la Independencia sigue hasta la actualidad. Y las amenazas e invasiones contra México han sido constantes.
En la Historia de la humanidad, las mujeres han sido activas, valientes, y factor decisivo en cada uno de los avances que se han logrado. Hoy, estamos en la lucha contra la mentalidad patriarcal. Nos tenemos que dar a la tarea de recoger su ejemplo y hacer ver su valía.
Durante la Independencia; la Reforma; las invasiones estadunidense y francesa; el Porfirismo; la Revolución mexicana; en la lucha por el derecho al voto; el cardenismo, y en la lucha contra el PRI y luego contra el PRIAN, las mujeres han jugado un papel imprescindible. Es hora de reconocerlas y visibilizarlas.
Actualmente, es tiempo de mujeres debido a esa trayectoria, en la cual han luchado por sus derechos propios y de los demás, por su soberanía personal, pero también por la soberanía popular y nacional.
Pablo Moctezuma Barragán/Segunda parte*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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