El país –dizque– más poderoso del mundo debe elegir un presidente… y los electores tienen dos opciones: la peste o el cólera. El mundo dominado por el imperio no lleva velas en este entierro, como no sea para su propio funeral. Mientras tanto, la Unión Europea (UE) se ve sumergida por una ola de neofascismo. Ahí estamos…
“La presencia simultánea de un enorme sector militar y de una vasta industria del armamento es un hecho nuevo en nuestra historia. Esta combinación de factores tiene repercusiones perceptibles en cada una de nuestras ciudades; en cada una de nuestras Cámaras legislativas, y en cada oficina de la administración federal. Cierto, esta evolución responde a una necesidad imperiosa.
Sin embargo, debemos comprender lo que ello implica, porque sus consecuencias son graves. Nuestro trabajo, nuestros recursos, nuestros medios de existencia están en juego, y hasta la estructura misma de nuestra sociedad. Tenemos que velar para impedir que el complejo militar-industrial adquiera una influencia injustificada en las estructuras gubernamentales, la haya buscado conscientemente, o no.
Nos encontramos frente a un riesgo real, que se mantendrá en el futuro: una concentración desastrosa de poder en manos peligrosas se va afirmando. Debemos velar para no dejar jamás que el peso de esta asociación de poderes ponga en riesgo las libertades o nuestros procedimientos democráticos. No debemos considerar nunca nada como adquirido.
Sólo un pueblo informado y vigilante logrará obtener que la inmensa máquina industrial y militar que es nuestro sector de la defensa nacional se ajuste sin chistar a nuestros métodos y a nuestros objetivos pacíficos, para que la seguridad y la libertad puedan prosperar juntas”.
El carácter agresivo, guerrerista y militaroide del Imperio prueba que Ike estaba en lo cierto.
En su último libro, La derrota de occidente, Emmanuel Todd concluye en que Estados Unidos estimula y acelera las guerras en el mundo, como la forma casi exclusiva de su acción diplomática.
De igual manera, agrega que su política exterior está impregnada del nihilismo. Éste satura la sociedad yanqui, sin ningún otro objetivo que el de mantener el poder omnímodo, el cual ha ejercido durante décadas, en un periodo de decadencia económica, cultural y militar.
Ucrania y Gaza –entre otros– son las pruebas que Emmanuel Todd menciona: echar gasolina al fuego, mientras actúa como un bombero pirómano, es la reacción preferida de las élites de Washington.
Están abandonadas sin remisión a los intereses del complejo militar-industrial denunciado por Einsenhower, quien –no hay que olvidarlo– era republicano y fue general del ejército yanqui durante la Segunda Guerra Mundial.
En una entrevista en la televisión, hace un par de días, Emmanuel Todd argüía con motivo de las elecciones presidenciales yanquis:
“¿Porqué hablan del peligro Trump? El peligro es Estados Unidos de América, republicanos y demócratas por igual”.
Me complace ver que mi propia opinión es compartida: para mí, lo único peor que un republicano es un demócrata. Y viceversa.
El patético debate presidencial entre Biden y Trump del 27 de junio –un intercambio de invectivas y banalidades– mostró el poco nivel, la ausencia de envergadura y la bajeza moral de ambos candidatos, sin olvidar la senilidad evidente del primero.
Lo cierto es que, en esta democracia hecha de apariencias, ocurre lo mismo que bajo otros cielos –Chile por ejemplo–, en donde quienes ejercen el Ejecutivo federal se ocupan de cuestiones triviales. El pueblo es mantenido al margen de lo que importa. Las decisiones son tomadas en los despachos de las grandes empresas, las multinacionales y el mundo de las finanzas.
En Estados Unidos, quienes tiran los hilos tras las bambalinas forman parte del ya mencionado complejo militar-industrial acompañados del mundo de las finanzas.
Éste se enriquece con el demencial presupuesto de la Defensa: 883 mil millones de dólares, en el presente ejercicio 2024 –Fuente: US Senate Comitee on Armed Services–.
Por su parte, el International Institute for Strategic Studies (IISS), en la edición 2024 de su The Military Balance, ofrece las siguientes cifras para los presupuestos militares 2024:
Estados Unidos gasta en juguetes para la guerra el 37 por ciento del total planetario, o bien el 54.30 por ciento de los ocho primeros países… Dwight D Einsenhower debe estar como pirinola en su tumba.
Biden o Trump, Trump o Biden, de qué ocupar a los incautos que piensan que yendo a votar deciden los destinos de la Unión. Visto desde Europa, o de África, o del Medio Oriente, o desde el Pacífico… se trata de escoger entre la peste y el cólera.
Mientras tanto, el complejo militar-industrial… ¡Bien, ¡gracias!
Luis Casado/Prensa Latina
Te puede interesar: Bolivia hoy: riqueza minera y fantasmas del pasado