Parece que vivimos en una nación que repite una obra ya sabida, la cual podríamos llamar “Variaciones acerca de un mismo tema”.
Los actores son conocidos. En ocasiones se mueven de escenario: una vez en la Cámara de Diputados, otra en la de Senadores, y cuando no lograron hueso, en los partidos políticos y foros diversos.
Aparentemente hacen ejercicios de autocrítica: supuestamente escuchan la voz de los ciudadanos, elaboran “análisis” y hasta invitan a expertos internacionales para que nos critiquen por lo mal que hacemos las cosas; pero el resultado es un teatro de cartón más endeble y falso que en los inicios de la televisión cuando presentaba Enrique Alonso: las historias de “Cachirulo”.
En este sainete, ya ni la toma de la tribuna en San Lázaro resulta espectacular. A lo más que se aspira es a salir momentáneamente en la pantalla chica.
Eso sí, para mostrar que la censura existe, el Canal del Congreso presenta ocho minutos de espectáculo y luego nos transmite escenas para desvelados que en pocos segundos conciliarán el sueño del más despierto.
Como tan bien va siendo costumbre, panistas, especialmente mujeres, recuperarán parte del “espacio sagrado”. Se reanudará la sesión entre acusaciones mutuas, no llegará la sangre al río, si acaso Amado Espinoza, del Partido de la Revolución Democrática, dio la nota al enrollarse accidentalmente en una tela pintada y caer de una altura regular. Nada extraordinario, por fortuna.
Los únicos imaginativos no están en la sala. Los jóvenes que manejan twitter se enlazan y oponen al impuesto a las telecomunicaciones, el cual no obstante las protestas múltiples sube 3 por ciento. Bien lo dice el usuari@jonatva: “No pensé decir esto, pero apruebo la toma de tribuna”.
Este ejemplo (hubo varios más) da idea que los legisladores continúan encerrados en su mundo virtual, más que los internautas o twiteros. Y es que no se han dado cuenta, ni por asomo, que los impuestos se acuerdan entre los técnicos de la Secretaría de Hacienda y unos cuantos priistas que han estado en posiciones clave de la mencionada dependencia.
Ni siquiera Felipe Calderón influye en el resultado final. No obstante sus múltiples discursos exhortando a que se aprobara el 2 por ciento para combatir la pobreza (je, je), que con las reformas se crearían cientos de miles de empleos (jo, jo) y que lograríamos crecer en serio (ja, ja), la realidad es: quienes deciden le hacen poco caso. Incluso en el último intento de Felipe, el martes 20 de octubre por la mañana, dijo que gracias a los nuevos impuestos se podrán adquirir los medicamentos para la influenza que viene. Su lamento reproducido ampliamente ni siquiera lo registraron los hacendarios de Agustín Carstens.
¿Es correcto asaltar la tribuna? Sí, cuando hay una protesta organizada que trasciende los muros de la Cámara de Diputados. No, en el momento que se vuelve un acto particular.
Que sepamos, ninguno de los 19 posesionados de unos palos y un espacio, que no tienen importancia real, llamó a oponerse a lo que vulnera nuevamente la economía de todos, pero básicamente la clase media en extinción. Los 17 del PT y dos perredistas disidentes se fueron por la libre. Querían ser los dirigentes que nos marcaran el rumbo a seguir.
Nuestra supuesta izquierda continúa negando la realidad. Una, protestando arcaicamente; otra, la más alejada de la gente, llegando a acuerdos con la clase política en los que serán burlados sin remedio.
Ganaron PAN y PRI, aunque fundamentalmente los tecnócratas de Hacienda. Perdimos todos. A partir de ya empezaremos a sentir las alzas en los productos diversos, no obstante lo que diga el Instituto Nacional de Estadística y Geografía y demás oficinas que nos insisten que no vamos tan mal… al precipicio. Por lo tanto, es necesario apretarse el cinturón en serio.
Que la cosa es trágica, lo muestra hasta la inconformidad del sector privado, el cual dice: cuando más creceremos al 2 por ciento y habrá 200 mil empleos para 2010 (cifras optimistas en grado extremo). Y alertan: no habrá reactivación económica, disminuirá el poder adquisitivo y seremos menos competitivos. Tache, pues, a la presente administración.
Lo más grave: la falta de visión de los partidos que defienden al pueblo. Es hora que se bajen de su nube y atiendan las propuestas de los ciudadanos, especialmente los jóvenes. Ah, y que peleen, aunque no ganen, por una ley de radio y televisión, pues las contradicciones en este sector son visibles hasta para un ciego.