China atraviesa América

China atraviesa América

Carlos Miguélez Monroy*/Centro de Colaboraciones Solidarias

“El sueño centenario de cambiar el mundo se convertirá en realidad”. Estas palabras se sobreponen a imágenes que equilibran a la perfección naturaleza y progreso en el sitio web de HKND Group, la empresa china que invertirá 40 mil millones de dólares en la construcción del llamado Canal de Nicaragua. Océano Pacífico y Mar Caribe quedarán unidos por este canal de 278 kilómetros que empezará a construirse este 22 de diciembre.

La inversión equivale a cuatro veces el producto interno bruto (PIB) de Nicaragua. Además del beneficio económico para el gigante asiático y para el propio país centroamericano, las repercusiones alcanzarán a toda la región, en opinión del investigador mexicano José Luis León Manríquez, de la Universidad Autónoma Metropolitana.

 “Hace varios años que el Canal de Panamá está saturado. Una de las razones para explicar por qué el comercio de petróleo entre Venezuela y China no ha crecido más rápido es porque los venezolanos no tienen costas en el Pacífico. Con un canal por el cual puedan transportarse los energéticos, va a bajar mucho el costo de mover las materias primas que se extraen de América Latina hacia China”, explica León Manríquez.

Se necesitarán 50 mil trabajadores para completar el canal. Además de esta creación directa de puestos de trabajo, quienes apoyan el proyecto sostienen que se podrían generar otros tantos miles por la construcción de carreteras, hoteles, restaurantes, tiendas y de complejos deportivos. Estos movimientos en la economía suelen acarrear la modernización en los transportes y en las telecomunicaciones, lo que podría aumentar los intercambios comerciales desde y hacia Nicaragua y el resto de Centroamérica.

China tendrá una nueva alternativa en su ruta comercial hacia Europa, que en la actualidad pasa por Asiacentral, el Cáucaso y Rusia. Nicaragua puede convertirse en la primera parada de una ruta que puede luego tomar distintas direcciones: hacia Colombia, Venezuela, el litoral brasileño, Uruguay y Argentina, o hacia la costa occidental de África. Y luego Europa, con Portugal y España como posibles puntos de entrada.

Pero los detractores de la construcción del canal advierten contra posibles burbujas en la construcción y contra la pérdida de soberanía económica y política ante un actor como China, con un cuestionado expediente en materia de derechos humanos. Mismos perros con distinto collar, dicen en referencia al surgimiento de un nuevo amo después de décadas de influencia de Estados Unidos. En Nicaragua se libró uno de los episodios más sangrientos de la Guerra Fría, lo que provoca una desconfianza automática en nuevas injerencias extranjeras.

El modelo de crecimiento chino no ha presentado variantes respecto al de los países industrializados en las últimas décadas. A ese modelo se le atribuyen no sólo las bondades de la modernización, sino también la contaminación de mares y ríos, el cambio climático, la depredación de bosques y selvas, la extinción de especies y violaciones graves de derechos humanos en nombre del progreso.

Advierten que la construcción del canal puede provocar expropiaciones y expulsiones de comunidades locales. Por otro lado, los ecologistas temen la amenaza que el proyecto supone para el lago Cocibolca, la principal fuente de agua dulce en Centroamérica, y para su ecosistema. Además, la creación de riqueza no garantiza acabar con la pobreza ni con la violencia de la región cuando uno de los principales problemas radica en la distribución de la riqueza.

La formación juega un papel fundamental para el éxito del proyecto al aumentar la demanda de profesionales locales para la construcción y la operatividad del canal, así como para la puesta en marcha de una nueva realidad económica y social en el país. La llegada de profesionales formados de otros países podría catapultar la propia educación en el país centroamericano. Esto sería posible si el gobierno concibiese este proyecto más allá de una simple oportunidad de enriquecerse y no como una oportunidad para invertir en educación, desde la base hasta la educación superior especializada. Al cabo de unos años, podría conseguirse una auténtica transformación política, económica y, sobre todo, social, con la educación como motor. Nicaragua y el resto del mundo se juegan mucho con la construcción de este canal.

Carlos Miguélez Monroy*/Centro de Colaboraciones Solidarias

*Periodista y editor en el Centro de Colaboraciones Solidarias

 

 

 

 

 

Contralínea 418 / del 4 al 10 de enero de 2015