A finales de 2015 una empresa envió miles de “uniformes” a la Policía Federal por concepto de un contrato cuyo proceso de adjudicación y firma se celebró… hasta mediados de 2016. Sí. Antes de que incluso se establecieran oficialmente y de acuerdo con la ley las características de las vestimentas, la empresa, de pura casualidad, ya tenía en sus bodegas los atuendos adecuados. El monto del negocio para nada es despreciable: más de 730 millones de pesos.

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Para explicar lo ocurrido, el representante legal de la empresa dijo a los enviados de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) que los uniformes fueron entregados “bajo el riesgo de perder la mercancía si no ganaba el procedimiento que posteriormente se celebraría”. ¡Vaya arrojo de estos empresarios que ponen en práctica aquella consigna que reza: el que no arriesga no gana! Pero su temple fue premiado por la providencia, pues qué creen: ¡ganó el proceso de licitación! Y para el 9 de julio de 2016 firmó el contrato que asciende a 730 millones 890 mil 800 pesos.

Se arriesgaron, porque incluso enviaron a ciegas los productos, ya que ni siquiera sabían el costo que cobrarían por ellos o la cantidad de dinero que estaría dispuesta a pagar la dependencia del gobierno federal. Si los auditores detectaron que habían enviado los productos antes de que se firmara el contrato, fue porque en el Almacén Central de la Policía Federal encontraron, entre otras cosas, notas de entrada de mercancías con valores unitarios de 1 peso. Bajo ese precio “momentáneo” ingresaron 696 artículos: uniformes de gala, quepís, pantalones, camisas y thalís. Ya después se cobrarían las cantidades “reales”.

Así lo explicó el “proveedor 2” –como solamente se identifica a la empresa– en el documento de la ASF: “En las primeras entregas no se establecía precio de los documentos de entrega, ya que no se contaba con un contrato, por lo que sólo se ponía el valor de 1.00 peso, y posteriormente se inició el procedimiento de adjudicación del cual fue ganador, y todas las entregas realizadas antes de la firma del contrato se formalizaron con las cantidades solicitadas en el contrato y en las actas entrega-recepción” (sic).

Así que, supuesta y casualmente, la empresa tenía en bodegas uniformes con las mismas características que requeriría meses después la Policía Federal. Por ello se los envió con el riesgo de que no los recuperaría. Y ni siquiera anotó el precio de tales atuendos. Y luego se hizo de un contrato de 730 millones… ¿Muchas suerte, verdad? Y muchos millones.

El contrato en cuestión se identifica con el número SEGOB/PF/CSG/DRM/C040-A/2016, con vigencia del 9 de julio al 31 de diciembre de 2016. Sólo el año pasado se le pagó a la empresa 450 millones. Los restantes 280 millones 890 mil se le pagarán en este 2017.

Se trató de una masiva compra en la que no solamente fueron adquiridos estrictamente uniformes, sino miles de bienes: 10 mil pares de zapatos de charol; 22 mil 700 lámparas de mano; 24 mil chalecos tácticos negros; 21 mil fundas para arma y piernera; 8 mil guantes; 20 mil pantalones TDU; 17 mil camisas azules; 17 mil camisas blancas; 550 gorras; 24 mil 500 camisolas TDU; 6 mil cinturones; 200 pantalones tácticos; 200 sombreros canadienses de cuatro gajos; 200 pañoletas con anillo plástico; 200 cinturones tácticos; 200 fornituras con seis accesorios; 200 camisas color kaki; 1 mil 300 zapatos de charol para dama; 800 tenis para dama color azul; 2 mil 300 tenis para caballero color azul; 6 mil cinturones de piel con hebilla metálica; 2 mil pares de botas federicas; 5 mil 100 pares de botas tácticas; 500 pares de zapatos de charol de gran gala; 500 cinturones para fajillas; 2 mil uniformes (de gran gala, rurales y turísticos)… la lista sigue con sacos, pantalones de caballería, thalís…

Las irregularidades no pararon en que se entregaron todos estos bienes antes de que se iniciara el proceso de licitación. La ASF detectó que, además, muchos de los artículos adquiridos no corresponden con las características estipuladas en el contrato; tampoco coinciden las cantidades entregadas con las disponibles en el Almacén; muchos de los bienes se entregaron a destiempo (y no se le aplicó a la empresa la penalización económica correspondiente). Y, por si fuera poco, gran parte de la normatividad que rige la adquisición y administración de bienes está desactualizada: siguen utilizando la del sexenio anterior.

La empresa que “ganó” esta licitación se llevó el 99.57 por ciento del total del presupuesto de la Policía Federal de 2016 para la adquisición de vestuario, uniformes, materiales de seguridad y prendas de protección. El total de lo asignado a este rubro fue de 451 millones 908 mil 800 pesos y, como señalamos, se cubrieron ya 450 millones.

Los otros proveedores de la Policía Federal en este rubro fueron el “proveedor 1”, con el contrato SEGOB/PF/034/2015 por 115 mil 600 pesos; el “proveedor 3” con el contrato SEGOB/PF/CSG/DGRM/C129/2014 por 879 mil 100 pesos y, nada más y nada menos, que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), con el contrato SEGOB/PF/SG/CSG/DGRM/C045/2016 por 914 mil 100 pesos.

El dinero ejercido el año pasado por la Policía Federal –para todas sus funciones– ascendió a 2 mil 100 millones 43 mil 700 pesos.

Fragmentos

¿Y qué le vendió la Sedena a la Policía Federal que cuadre en el rubro “Vestuario, Uniformes, Materiales de Seguridad y Prendas de Protección”? Dos agentes químicos para usarse contra la población que se manifiesta en las calles: humo rojo (gas lacrimógeno) y Low II.

Zósimo Camacho

[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ZONA CERO]

Contralínea 547 / del 10 al 16 de Julio de 2017

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