Libro. La DEA en México. La “guerra” contra el tráfico de drogas ilegales en México no es nueva; la intervención de servicios de inteligencia extranjeros para capturar a los delincuentes protagonistas, tampoco. Generaciones transcurren, y en cada una ha pervivido, de manera primordial, latente e impostergable la “preocupación” de gobernantes mexicanos por contener o, mejor aún, “erradicar el flagelo que tanto daño hace a la población”. Sin embargo, con el paso de los años nada se ha conseguido, que dicho de otro modo significa que el tráfico y consumo de drogas ilegales se incrementa de manera alarmante, al ampliar el espectro de posibles (y probables) consumidores.
Lo que sí fue sorprendente y nuevo fue la reciente estrategia empleada por el expresidente de México, Felipe Calderón, para “combatir de manera frontal” el trasiego de drogas, en un malogrado derroche de recursos económicos y humanos (ya que ha costado la vida de más de 100 mil personas entre delincuentes, Fuerzas Armadas y sociedad civil, llamados también “daños colaterales”), estrategia mal planeada desde el origen;“crónica de un fracaso anunciado”, diría Jenaro Villamil; una estrategia falsa.
Narcomenudistas fueron abatidos por el Ejército Mexicano y las distintas policías en un deslumbrante despliegue de fuerzas militares a lo largo y ancho del país, o por la competencia de cárteles enemigos durante el sexenio pasado; algunos traficantes de importantes cargamentos de mariguana y cocaína fueron aprehendidos y encarcelados, pero la producción y los negocios no cesan, el flagelo no termina, y es que la rápida sustitución de líderes del crimen organizado es otro factor determinante en la continuidad del negocio, es decir que en cuanto cae un cabecilla (abatido o encarcelado) emerge otro que toma su lugar con nuevas ideas, fresco, con la plena convicción (así es naturalmente) de superar a su antecesor. Pero en la mayoría de los casos, los verdaderos capos, los jefes, se entremezclan y rozan con autoridades de primer nivel, con poderosos procuradores de justicia o magistrados, con quienes se alían, se refugian y corrompen, de tal manera que permanecen intocados. ¿Será que en este mundo ser un delincuente rico es lo mismo que ser exitoso y reconocido? Es posible… ¿El dinero obtenido a costa de homicidios y daños a la salud merece ser considerado como un logro? Quizá.
Aparentemente nada detendrá la producción, comercialización y consumo de drogas ilícitas, y mucho menos si queda claro que es un negocio en el cual, miles de millones de dólares anuales se obtienen como ganancias; no hay impuestos que declarar ni auditorías, sólo debe haber lo suficiente para “llegarle al precio” a no pocos servidores públicos.
Con este antecedente nace el libro de Jesús Esquivel La DEA en México. Una historia oculta del narcotráfico contada por los agentes.
Un mapa que transita por los pasillos de la inteligencia gubernamental mexicana que intenta terminar de una vez con el tráfico de drogas, auxiliada por agencias extranjeras desde hace más de 40 años: la Interpol, la CIA (Agencia Central de Inteligencia estadunidense) y específicamente, en este caso, la DEA (Drug Enforcement Administration, cuya traducción al español puede ser Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas o Administración Federal Antidrogas estadunidense), desde el gobierno de Richard Nixon en 1972.
La idea central de esta investigación periodística se basa en una serie de entrevistas con agentes federales de dicha agencia, en las que se deja entrever el poco interés o la escaza efectividad que tiene el gobierno estadunidense en la erradicación del problema del tráfico ilegal de estupefacientes en México, y cuyo único interés en realidad es evitar que la droga llegue a su territorio. Sin embargo, pese a que esto ha quedado establecido en las cúpulas de poder (México es un país soberano), los agentes, con anuencia de las autoridades, violan de manera sistemática la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos al andar armados en las calles del territorio nacional, además de involucrarse de manera directa con delincuentes y corromper a funcionarios con fines de “inteligencia”. Otro de los temas que aborda esta sólida investigación es la manera en cómo esta administración antidrogas se infiltra en las redes de corrupción y el tráfico de drogas para allegarse de informantes y llenar reportes para dar parte al gobierno estadunidense, no para coadyuvar en la localización, detención y mucho menos en el encarcelamiento de distinguidos capos, sino con la finalidad de que no extiendan sus redes hacia el otro lado de la frontera. Así, con preguntas fundamentales como de qué manera se viste un agente encubierto para involucrarse en el mercado de narcóticos, hasta delicadas como si eran corruptos los policías federales en Monterrey, Nuevo León, Jesús Esquivel brinda un panorama detallado de la realidad de la cooperación entre las agencias de inteligencia entre ambos países. De este modo logra, con una compilación de testimonios de agentes estadunidenses en México y una rigurosa estructura narrativa, permear la idea de que la actuación de oficinas de inteligencia extranjeras es un éxito probado; lejos de eso, desmitifica el desempeño de la DEA y de sus colegas mexicanos en materia de prevención, contención y erradicación del tráfico de drogas ilegales.
Autor: J Jesús Esquivel
Título: La DEA en México. Una historia oculta del narcotráfico contada por los agentes
Editorial: Grijalbo, 2013