En 2013, el presidente Xi Jinping anunció su intención de reabrir la Ruta de la Seda con el objetivo de impulsar la economía de la región. En la actualidad, China ha logrado unir las ciudades y puertos de varios países con éxito
Caracas, Venezuela. Durante el año 138 (siglo II antes de Cristo), el emperador Wudi de la dinastía Han envió a Zhang Qian en misión diplomática. Debía reconocer las zonas occidentales del imperio y el Asia Central. Fue el primer agente en proporcionar información confiable sobre esos territorios a la corte imperial, ubicada en Shanghái.
En el año 119 antes de Cristo, Zhang realizó un nuevo viaje. Esta vez, llevó 300 acompañantes, miles de cabezas de ganado vacuno y ovino, así como ingentes cantidades de seda y otros obsequios. De esta manera, inauguraron una práctica de intercambio de enviados diplomáticos y viajes comerciales entre los gobernantes chinos y los del Asia Central.
Ello, condujo a los emperadores de la Dinastía Han a construir caminos, albergues y postas a lo largo de esta vía, a fin de ofrecer alimentos, alojamiento y seguridad a los viajeros y comerciantes.
Así se dio el origen de la Ruta de la Seda. Comunicó el este con el oeste, a China con Asia Central y Europa, la cual, saliendo de la capital imperial, atravesaba la actual provincia noroccidental china de Gansu y la región autónoma uigur de Xinjiang, así como la parte central y occidental de Asia, culminando en el Mediterráneo.
En este sentido, la Ruta de la Seda es considerada un patrimonio de la humanidad. Su creación, existencia y funcionamiento durante tantos siglos es un testimonio de que los seres humanos pueden vivir en armonía, aun perteneciendo a diferentes civilizaciones y que la guerra puede evitarse a favor de la paz.
Diversas reliquias encontradas a través de su recorrido dan cuenta de cómo las civilizaciones árabes y europeas vivieron en armonía con la cultura china. A la vez, protegían sus características propias, sin perder su patrimonio por la comunicación establecida. También demuestra que las economías de los pueblos pudieron complementarse de manera beneficiosa, a través del intercambio y el comercio.
A partir de una nueva modalidad, el gobierno chino tomó la idea de reformular este proyecto 2 mil 100 años después. El anuncio sobre la intención de reabrir la Ruta de la Seda fue hecho por primera vez por el presidente Xi Jinping en una conferencia en la Universidad de Nazarbayev en Astaná, Kazajistán, el 7 de septiembre de 2013. Esta semana se conmemora el décimo aniversario de aquel acontecimiento.
Se trata de recuperar valores del pasado y transformarlos en código de conducta para las relaciones internacionales modernas. La vía terrestre de la Ruta de la Seda tendría uno de sus puntos neurálgicos más importantes en Urumqi –capital de la región autónoma uigur de Xinjiang– en el noroeste de China. Se convertiría en el centro de transporte, finanzas y logística de la Ruta de la Seda, continuando hacia Asia Central y Europa.
Desde hace 20 años, los países del Asia Central han revitalizado sus relaciones. Ésto ha permitido fomentar altos niveles de cooperación y amistad. Desde una perspectiva distinta a la que primó cuando varios pertenecían a la Unión Soviética, se han impulsado vínculos en un marco de respeto y no injerencia en los asuntos internos, incluyendo a Rusia en esta perspectiva. Su pertenencia a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) ha permitido reforzar la confianza mutua entre sus miembros.
Este contexto, hizo posible pensar en la creación de un enfoque innovador en materia de integración que condujera a construir la “Franja Económica de la Ruta de la Seda”. Es una magna obra que pretende generar bienestar a los pueblos que habitan a lo largo de su recorrido. Su proceso de edificación se ha vislumbrado como el desarrollo de áreas específicas que se irán interconectando con el tiempo.
Según lo planteado por el presidente Xi Jinping, entre los objetivos se pueden destacar la posibilidad de contar con una comunicación estratégica y altos niveles de desarrollo económico entre las partes; crear condiciones para una conexión vial que facilite el transporte desde el Pacífico hasta el Báltico, ampliando la infraestructura de transporte intrafronterizo que enlace las diferentes regiones de Asia; hacer más evidente el comercio, explotando la magnitud y el potencial de mercados que sirven a cerca de 3 mil millones de habitantes y 50 millones de kilómetros cuadrados a lo largo de su trayecto; reforzar la circulación monetaria para hacer transacciones comerciales en moneda local, a fin de reducir los costos de circulación, aumentar la capacidad para eludir riesgos financieros, elevar la competitividad de la región en el escenario internacional y reforzar la comunicación entre los pueblos, fortaleciendo vínculos de amistad, intensificando los intercambios y solidificando el apoyo social a la cooperación regional.
En los últimos años, China ha hecho esfuerzos especiales para vigorizar sus relaciones con los países de la ASEAN. Desde 2003, se estableció una asociación estratégica haciendo patente el interés de Pekín en edificar vínculos de confianza y buena vecindad con estos países, sobre todo, por los conflictos aún pendientes en materia de delimitación marítima que pretende resolver en la mesa de negociaciones.
En el marco de la búsqueda de extender los espacios de colaboración, ha considerado necesario ampliar su apertura a los países de la ASEAN. Elevó el nivel de la zona de libre comercio China-ASEAN. Además, apoyó el desarrollo de infraestructuras en la región, a través de las acciones del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII). Asimismo, se propuso construir un componente marítimo de la Franja Económica de la Ruta de la Seda, imitando el comercio que se hizo en el sudeste asiático desde la antigüedad.
La ruta marítima actual seguiría el itinerario utilizado en la antigüedad. Éste conectaba los puertos del sur de China al sudeste de Asia, India, Arabia y África, para comerciar con seda, porcelana, té y especias desde Guangzhou a los países del Golfo Pérsico, la cual fue transitada por el almirante Zheng He en el siglo XV.
Ahora, China se propuso reconstruir esta vía en una nueva Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI. El puerto de Kuantan –en la costa oriental de Malasia peninsular– sería uno de los puntos estratégicos por ser el centro económico de la costa este de ese país y la ciudad más moderna de su litoral.
Es menester decir que la respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar. En 2013, proyectó el “Corredor Económico Indo-Pacífico (IPEC)” con objetivos similares y en clara competencia con China. Ello planteaba un nuevo escenario de confrontación.
La réplica estadunidense da cuenta de la importancia que este país le concede a la iniciativa china. Es una expresión de un mecanismo de integración que servirá para promover una civilización sustentada en una filosofía ecológica, a fin de alcanzar un desarrollo sostenible.
Ambas rutas –la terrestre y la marítima– denominadas también “un cinturón, un camino” incluyen a casi 100 países. Costarán alrededor de 1 trillón de dólares financiados por el BAII y se ejecutarán en un plazo de tres o cuatro décadas. De la misma manera, el Fondo Económico de Inversión de la Ruta de la Seda ha estado actuando como financista, patrocinado por Pekín con un monto de 50 mil millones de dólares.
Desde la perspectiva europea, Alemania parecía mostrar el mayor interés en el proyecto de la Ruta, sin embargo, la guerra en Ucrania paralizó muchos de los proyectos. La línea férrea internacional entre Chongqing-Xinjiang en China y Duisburgo –el principal puerto fluvial y mayor centro siderúrgico de Europa, ubicado en la gran zona industrial, donde confluyen los ríos Ruhr y Rin– podría considerarse un adelanto de la nueva ruta. Antes del conflicto, el país germánico miraba hacia el este en una zona que conforma su “hinterland geográfico natural oriental”, entre los que se encuentra de manera especial Rusia.
Respecto a Europa, hay que agregar que el proyecto presentaba dos corredores terrestres fundamentales. Por una parte, la red de ferrocarril norte –la más extensa del mundo– que parte de China y pasaba por Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia y Alemania, de donde se distribuiría hacia otros puntos. Y por otra parte, la sur, que atraviesa Asia Central y entra en Irán para dirigirse hacia Europa, pasando por Turquía. La guerra ha cambiado esta perspectiva
Para comenzar este proyecto, durante los días 14 y 15 de mayo de 2017, se realizó un foro con participación de gobiernos de 29 países en Pekín. Además de China, se presentaron delegaciones de más de un centenar de naciones y entidades internacionales interesadas en el asunto.
El evento permitió mostrar que, desde el lanzamiento del proyecto por el presidente Xi en 2013, China ya había invertido más de 50 mil millones de dólares en los países de la Franja y la Ruta. Se crearon 56 zonas de cooperación económica comercial, lo cual había generado 1 mil 100 millones de dólares de ingreso fiscal, además de 180 mil empleos. El comercio entre China y los países a lo largo de la Franja y la Ruta totalizó 913 mil millones de dólares en 2016.
Ha permitido reducir la pobreza, asunto específico, en el cual China propuso 100 proyectos de inversión. En el área marítima, firmó acuerdos de cooperación con Tailandia, Malasia, Camboya, India, Pakistán, Maldivas y Sudáfrica. De esta manera, llevó a cabo una conexión estratégica con muchos de los países a lo largo de la Ruta y estableció una amplia asociación cooperativa alrededor del océano.
En este evento, el canciller chino Wang Yi dijo que se ha convertido en el bien público más importante que China ha aportado al mundo, sin que eso le permita considerarlo una obra filantrópica, sino que se está haciendo a partir de la idea de ganar-ganar.
En el ámbito global, se expone como un intento novedoso de llenar el vacío que Estados Unidos deja al abandonar el acuerdo de asociación transpacífico y el trasatlántico, rechazado por Europa. Ello, después de haberse aprobado el Brexit en Gran Bretaña.
En su conjunto, tendía a un aislamiento de China en un contexto, en el cual Estados Unidos todavía tiene gran dominio de las vías marítimas por las que transita la mayor parte de las mercancías en el globo. Ésto se debe a los acuerdos firmados al finalizar la Segunda Guerra Mundial en el Mar de China, el sudeste de Asia, el Estrecho de Ormuz y el mar Rojo.
El proyecto de la Ruta vendría a ser una respuesta a la necesidad de China de superar su déficit de materias primas y energía para cumplir con sus planes de desarrollo. Para ello, Rusia se ha transformado en una gran aliada tras los intentos occidentales de bloquearla y sancionarla, pudiéndose complementar en los ámbitos militar, económico, energético, financiero y de transporte.
Otra mirada muestra a China en un proceso constante de desarrollo. Éste le permite comenzar una proyección al exterior desde una dimensión distinta, estimulando el crecimiento de sus áreas menos desarrolladas y buscando mercados para colocar sus productos excedentarios.
Uno de los países priorizados es Pakistán, donde China está ampliando y modernizando el puerto de Gwadar. Vendría a funcionar como “su puerto principal” para el intercambio comercial de Xinjiang y con el oeste del país en general. Está alejado por decenas de miles de kilómetros de las terminales marítimas de la China oriental y evita el paso de estas mercancías por el Estrecho de Malaca. Éste es un punto neurálgico del comercio marítimo en Asia, donde China no tiene ninguna capacidad de control.
Además, el proyecto contempla ampliar la Carretera del Karakoram que une ambos países. En este sentido, los miembros de la ASEAN han valorado este proyecto por los grandes beneficios que está trayendo. En especial, en el terreno de la infraestructura, sobre todo, para cumplir el Plan Maestro de Conectividad de la ASEAN. La Conferencia de Naciones Unidas para Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha cifrado entre 60 mil y 146 mil millones de dólares anuales hasta 2025.
Con esta iniciativa, China se vincula al plan maestro de la ASEAN. Reitera su voluntad de jugar un papel activo en la construcción y actualización de infraestructura física en la subregión. Ésto redundará en un motor de desarrollo y prosperidad, como señalaron diferentes funcionarios, académicos y especialistas en un evento sobre el tema realizado en Phnom Penh, capital de Camboya, durante el mes de noviembre de 2017.
Si se aúnan los proyectos realizados en Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Pakistán y Camboya a la llegada de la Ruta de la Seda a Rusia y Mongolia, además de la declaración conjunta de los presidentes de China y Rusia orientada a impulsar proyectos de infraestructura en países de la Unión Económica Euroasiática, se puede afirmar que ha dado inicio a una dinámica que va a cambiar una parte importante del mundo. La conexión de China con Asia y Europa creará un flamante mecanismo de cara al futuro. Acercará a dos continentes y a zonas urbanas muy amplias que desempeñan un papel relevante. Y pronto lo harán en otras zonas del planeta
A 10 años, la iniciativa de la Franja y la Ruta muestra cifras que dan cuenta de su éxito. Según Zheng Shanjie, jefe de la Comisión Nacional China de Desarrollo y Reforma, el país ha firmado más de 200 documentos de cooperación con 152 países y 32 organizaciones internacionales. De esta manera, cubrió el 83 por ciento de los países con los que el gigante asiático ha establecido relaciones diplomáticas.
El Ferrocarril Expreso China-Europa ha llegado a 211 ciudades en 25 países europeos. Mientras que el Nuevo Corredor Comercial Internacional Tierra-Mar ha conectado las regiones central y occidental de China con más de 300 puertos en más de 100 países.
El funcionario señaló que “de 2013 a 2022, la importación y exportación de bienes entre China y los países a lo largo de la Franja y la Ruta aumentó un promedio de 8.6 por ciento anual”. Añadió que “su inversión acumulada en ambos sentidos ha superado los 270 mil millones de dólares”.
Ésto permitió crear 421 mil empleos locales durante la última década. Se estima que para 2030 la construcción conjunta de la Franja y la Ruta habrá ayudado a sacar a 7 millones 600 mil personas de la pobreza extrema y a 32 millones de personas de la pobreza moderada en los países pertinentes.
En opinión de la vicepresidenta del Banco Mundial para la región de Asia Oriental y el Pacífico, Victoria Kwakwa: “Con la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, China ha introducido una nueva forma de cooperación multilateral para el mundo. Esta prometedora iniciativa tiene como objetivo profundizar la integración económica mejorando el comercio, la infraestructura, la inversión y la conectividad entre personas, no solo a través de las fronteras, sino también a escala transcontinental”.
*Licenciado en Estudios Internacionales; maestro en Relaciones Internacionales y Globales, y doctor en Estudios Políticos
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