
Esta revista, que contra viento y marea conduce el reportero Miguel Badillo, y los reporteros de su plantilla, que en su nombre lleva el santo y seña de su deber, Contralínea, en sus números 336 y 337 (que vieron la luz el 26 de mayo y el 2 de junio pasados, respectivamente), ha puesto sobre la mesa de la discusión democrática, la representativa y directa, frente a los funcionarios electos y los de nombramiento, dos temas de gran relevancia para tener el conocimiento de lo que hay detrás de la burocracia federal y respecto de la llamada “delincuencia organizada” del narcotráfico. En el primer caso, la integración de la cúpula del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (el Cisen); en el otro, cómo son los cárteles y cuántos son los que se diseminan ya por todo el territorio, además de su actual disputa, a sangre y fuego, por la capital del país. Con lo cual, estos grupos completarían la total inseguridad que padece nuestra sufrida y angustiada nación con homicidios al por mayor.
Para conocer a este discípulo de la divisa platónica de que el gobernante tiene permiso para la “mentira política”, el reportero gráfico Alejandro Mendoza nos obsequia una fotografía de cuerpo entero del vocero Eduardo Sánchez, quien según sus cuentas alegres, esos homicidios van a la baja. Y en la nota de Benito Jiménez, el funcionario de marras se va encima de los datos de más inseguridad que hizo pública la organización México Unido Contra la Delincuencia en el diario Reforma el 7 de junio de 2013.

*Periodista
Fuente: Contralínea 348 / agosto 2013