El señor Calderón se encuentra en plena huida para alcanzar la otra orilla del final de su mal gobierno antirrepublicano, dejando a la nación atrapada en el desempleo más brutal, los salarios con la mínima capacidad de compra, un empobrecimiento bárbaro (con 50 millones de mexicanos entre la hambruna indígena y la supervivencia del resto de la población) y el baño de sangre que arroja más de 60 mil homicidios que han provocado un miedo colectivo por la inseguridad. Y el Estado y la sociedad con los poderes federales, estatales y municipales, amenazados por golpismo militar-policiaco que asoma la cabeza tras las constantes advertencias calderonistas de la posibilidad de suspender las elecciones en marcha como única opción para someter al narcotráfico y al resto de la delincuencia organizada. Si es que los capos de las drogas no se adelantan y asaltan al Estado en la medida que han ido sustituyendo funciones gubernamentales, tal y como han confesado el secretario de la Defensa Nacional y el propio Calderón en una conversación secreta con el presidente de Perú y que éste abordó en una sesión de la Cumbre de las Américas.
En esa misma reunión, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, dejó entrever los dos conflictos internacionales que enfrenta su gobierno y solicitó apoyo a los presidentes ahí reunidos. Uno de esos problemas es el que tiene contra el imperialismo inglés que, provocadoramente, insiste en mantener la propiedad de las Islas Malvinas que son de la soberanía territorial de Argentina; el otro problema es el abuso económico español a través de su empresa petrolera Repsol, que con su inversión mayoritaria en la explotación y comercialización del petróleo argentino, no entendían razones para reportar beneficios y garantizar el abastecimiento al país andino. Y que, al retar a la soberanía política de Argentina, gobierno y empresarios españoles creyeron imposible la expropiación. Pero la presidenta Fernández no cede en la defensa de su país, contra la insolencia de Inglaterra y España. Y fue Calderón quien sin más se hizo el disimulado. Guardó silencio cómplice.
En ambos problemas se hicieron como que no escucharon. Pero, con el ascenso de la derecha-neofascista de raíces con lo que fue la dictadura de Francisco Franco, representado en el presidente del gobierno español, el conservador Mariano Rajoy, asesorado por el terrorista de la publicidad Antonio Solá y el ideólogo de la reacción José María Aznar, Calderón se permitió, después de la expropiación, írsele a mordidas e insultos a Cristina Fernández, en un claro intervencionismo en asuntos de estricta competencia del gobierno argentino. Y tachó de “irresponsable y muy poco racional” la decisión de la presidenta. Como Calderón ha dado pasos para vender Petróleos Mexicanos precisamente a Repsol (porque piensa irse a refugiar a España, cuando tenga que salir huyendo de Los Pinos, pues no lo convencen los estadunidenses, quienes le ofrecen asilo en calidad de testigo protegido), le parece que la expropiación en Argentina es irracional. Con la visita de Rajoy, Calderón se ha lucido traicionando la solidaridad latinoamericana, para favorecer la postura de los gachupines y ensuciar la política exterior mexicana.
No son sino mordidas e insultos de Calderón a la conducta de la presidenta de Argentina. En su visita a Cuba tampoco guardó las formas de un visitante, mostrándose altanero. Y ya de regreso, en una reunión previa a la del Grupo de los 20, soltó la lengua y sacó su neoliberalismo económico y, con más mordidas y descalificaciones, censuró el proteccionismo y abrazó, con su fanatismo, el libre comercio y las inversiones indiscriminadas. Postuló la entrega de los países al capitalismo salvaje, como ha estado haciendo con el nuestro, según él para fomentar el empleo, cuando lo que tenemos es un desempleo masivo (que obliga a 15 millones de mexicanos a sobrevivir en el ambulantaje del comercio callejero; además, perseguidos por los gobernantes como Marcelo Ebrard, que no deja de arremeter contra ellos). Calderón está furioso por la determinación de la presidenta de Argentina. Y no solamente ha ladrado, sino que tiró mordidas y lanzó insultos al llamar a la señora Fernández irracional, irresponsable y al decir que hace mal las cosas. El señor Calderón se ha pasado de la raya. No ha podido resolver problemas mexicanos, pero da consejos y regaños de cómo deben hacerse las cosas desde el gobierno. Es oscuridad en su casa y farol en la ajena.
Gachupín de formación, Calderón es otro enloquecido presidente del montón que supone que hay una “mano invisible” que hace el bien a través del libre comercio, sin darse cuenta que no hay tal mecanismo y los gobernantes –no como él–, que sí gobiernan para buscar el beneficio de sus Estados, han de intervenir en los mercados para evitar abusos de los banqueros, las empresas, los patrones, los inversionistas y todos los comerciantes del capitalismo salvaje, que usan la máscara del neoliberalismo económico que no funciona ni en los sistemas capitalistas actuales y, por eso, contra lo que maldice Calderón con sus mordidas e insultos, han de establecer medidas proteccionistas e intervenciones keynesianas en los mercados, como hacen en Estados Unidos, en Alemania, en Inglaterra… y hace Argentina, provocando la rabia de Calderón, Rajoy, Aznar, Solá… y demás corifeos del neoliberalismo económico.
*Periodista